Habían pasado dos meses y medio desde aquella fatídica noche, la noche en la que Arisha se había quedado totalmente sola en el mundo. Aunque no era la primera vez que estaba sola, ella siempre había sabido que en algún lugar del mundo se encontraba gente que la había querido, que se había preocupado por ella, aunque solo hubiese sido un tiempo. Sabía que Lena seguía por allí y ella ya no estaba en el mundo. Sabía que Devlin estaba en algún lugar y... Él tampoco estaba allí. Sabía que había estado Alexey, aunque ella pensara que su intención era matarla, al menos había una razón por la que seguir y él... Él también se había ido. Y Arisha casi había conseguido irse con ellos... Casi.
Pero una voz... Aquella voz le impidió dar el último paso que la quedaba en su carrera para encontrarse con la muerte, cara a cara, sin miedo. Aquella voz había hecho que bajara del puente. Hecha una furia, sí, pero que bajase y conservase su vida.
Tras aquellos acontecimientos las cosas habían cambiado más de lo que le gustaría admitir.
La joven Arisha se hallaba sentada frente al amplio ventanal desde el que se divisaba la ciudad donde vivía, desde donde se veía Moscú, preguntándose si aquella sería una de las últimas veces que vería aquella ciudad. Sus dedos pasaban distraídamente por su tripa, que sólo mostraba una muy ligera curva, indicando que alguien habitaba su cuerpo. Lo sucedido en aquel mes y medio desde que casi se quitara la vida pasaba por su cabeza como si de una película se tratase, apenas era capaz de reconocer aquella vida como suya, pero lo era. Indudablemente lo era. Después de aquel intento, nunca más volvió siquiera a plantearse la posibilidad de acabar con su vida. Tras la enajenación mental causada por el dolor al perder a la que consideraba su familia y la confusión al saberse embaraza sin siquiera saber quién era el padre de su hijo, pensar que su hijo nunca conocería a su maravilloso padre, fuera cual fuera, se había centrado y había actuado como una mujer de su edad.
Tenía casi veintidós años, pero se le antojaban pocos para todo lo que había pasado. Se había quedado huérfana a una edad muy temprana y su segunda madre, su abuela, había muerto asesinada cuando ella tenía dieciséis. Devlin la había salvado. Una suave sonrisa se extendió por su cara al recordar a Devlin, le seguía doliendo, pero al menos había conseguido sonreír al pensar en él. Devlin la había roto el corazón después de aquello, aunque tiempo después supo que era para protegerla. Alexey había llegado a la ciudad a la que había huido, Moscú. Él había matado a su abuela pero, por alguna razón que ahora conocía, a ella no, a ella no pudo hacerla daño porque se enamoró totalmente de ella. Otra suave sonrisa adornó su cara al pensar en aquel otro hombre, que también seguía doliendo en lo más profundo de su ser. Y después, juntos, habían ido a por el causante de tantas muertes y de que la vida de Arisha nunca hubiese podido ser normal, su padre, Ilya Vólkov. Y le había matado con sus propias manos, pero las pérdidas en aquel combate fueron excesivas. Muchos murieron. Todos los que ella amaba murieron allí y ahora... Ahora sólo le quedaba descubrir si su padre había estado solo o tenía cómplices. A ella no le importaba en lo absoluto morir, pero tenía alguien más de que preocuparse, tenía una pequeña vida dentro a la que debía salvar a toda costa, no iba a permitir que le hicieran lo mismo a su bebé que le habían hecho a ella, a su bebé nadie le iba a destrozar la vida de semejante manera, ella se encargaría de ello.
Había aprendido a amar a aquel niño, aunque al principio le había supuesto un problema, puesto que su salud mental era precaria, con el paso de los días iba sintiendo como un amor profundo, mayor aún del que había sentido nunca, se iba apoderando de ella y la sensación de protección iba creciendo en su interior con cada día que pasaba. Además, aquel bebé iba a ser el único recuerdo que le quedaría de los dos hombres a los que ella había amado.
Suspiró y miró fijamente su tripa durante unos segundos para después sonreír.
—Me pregunto a quién te parecerás. Cuando crezcas, te contaré lo valientes que fueron tus padres, como dieron su vida por mí. Y sí, sé que te costará entenderlo, bebé, pero tú siempre vas a tener dos padres y una madre. Si estuvieran aquí, se estarían peleando por saber quién de los dos sería el padre real, pero para mí ambos lo serán siempre —un par de lágrimas cayeron de las mejillas de ella mientras se imaginaba aquella emotiva escena. Hubieran sido felices, ya eran libres y podrían disfrutar de su vida y criar como una familia casi normal a su bebé, pero la vida le había vuelto a arrebatar lo que quería, comenzaba a acostumbrarse—. Tus dos papás te querrían mucho, pequeñín, tanto como ya lo hago yo.
Tras permitirse aquel momento de debilidad —todos los días dedicaba unos minutos a hablar con su bebé, había leído que aquello era bueno—, cambió su expresión por una seria y se ató el largo pelo dorado en una coleta alta. Acto seguido, se borró los restos de lágrimas de su cara y se levantó de la silla sobre la que había estado sentada, dirigiendo una última mirada a la ciudad que se extendía a sus pies.
Se dio la vuelta y, sin mirar atrás, se acercó a la puerta, donde la esperaba una gran maleta negra. Suspiró de nuevo y salió con ella de la casa, llevándose nada más salir el teléfono a la oreja.
—Estoy lista. Nos vamos.
—De acuerdo. Te espero en la puerta.
Tras aquellas simples palabras, la comunicación se cortó. Cuando llegó abajo, Arisha vio a la entrada del edificio a una mujer morena, con pequeñas pecas y los ojos de color verde. Era curioso cómo se habían desarrollado los acontecimientos. Primero, esa mujer había pretendido ser su amiga, luego, había resultado ser la cómplice de su padre. Después, había matado a su mejor amiga, la que consideraba su hermana, Lena. Poco después, había salvado la vida de Arisha al evitar que se tirara por un puente. La ira que la cegó cuando oyó la voz de Olya la hizo bajar del puente, acabando así con su intento de suicidio. Y, en ese momento, ambas eran algo así como socias. Ambas lucían la misma pequeña tripa que indicaba su embarazo, aunque en ambas era una tripa muy pequeña aún, ellas sí podían observar la diferencia.
Ambas mujeres se dedicaron una tensa sonrisa al verse y, después de cargar el no poco pesado equipaje de Arisha en el maletero del coche, se subieron a él. Olya conduciría la primera parte del camino mientras que Arisha lo haría durante la segunda parte del mismo.
Dejaban la ciudad. Dejaban su ciudad, Moscú, para dirigirse al lugar en el que todo había comenzado. Dejaban su ciudad para dirigirse a la ciudad natal de ambas. Se iban a San Petersburgo, aquel sería un buen punto de partida.
¡Hola! Aquí os dejo el primer capítulo de esta segunda parte. ¿Os lo esperabais? ¡Sinceramente, ni yo misma lo hacía! ¿Por qué esas dos ahora se llevan bien de repente? ¡Ah! Algo ha sucedido aquí. Seguramente suba el segundo capítulo mañana por la mañana para tener un par de ellos antes de empezar las actualizaciones semanales. ¡No os olvidéis dejarme vuestra opinión y una estrellita si os ha gustado! ¡Besos!
Este primer capítulo va dedicado a una gran amiga de la que me separan muchos, muchísimos kilómetros, más de los que me gustaría, pero que aun así me ha estado apoyando incondicionalmente, haciéndome creer que realmente se me daba bien escribir y hablando conmigo casi todos los días. Ha creado las portadas de esta saga, excepto la de "La voz del pasado" y me ha ayudado más de lo que ella podría llegar a imaginar, ni siquiera se hace una ligera idea de lo agradecida que estoy y de cuánto significa para mí. Por todo ello, gracias, DRohdr por todo lo que haces día a día por mí <3.
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Luces de futuro [LVDP 2]
Romance[Segunda parte de "La voz del pasado"] Arisha había decidido acabar con su vida tras enterarse de su embarazo y la muerte de sus dos compañeros, Alex y Devlin, pero cuando iba a hacerlo, alguien la detuvo. A partir de ese momento, su vida se dio la...