Retinas.

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Te diré la verdad

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Te diré la verdad.

Aún me late el corazón cuando pienso en ti, el pulso se acelera increíble, mi mente sigue jugando conmigo, pone imágenes en donde estas tú, conmigo.

Recuerdo el primer día que te vi. Era increíble la manera en que mis ojos transforman esa mierda efímera en una cosa bella, una obra de arte y es trascendental como mi cerebro hace una ensalada de bellos recuerdos en donde tu eres la principal cosa a admirar. Mierda ¿como lo describo? Sensaciones infantiles, reacciones aceleradas y sonrisas bobas.

Me hubiera gustado realmente verte de frente, tocar tu cabello suave y tus mejillas carentes de color rojo, pero lo que me hubiese gustado más es ver ese polen exparsido en tus ojos de retinas dilatadas. Pero no.

No.

Ni siquiera me veías a mi.

Tal vez estabas transformando esa conversación en una sinfonía para recordar toda una vida o una hora, veías sus labios rojos moverse, seguro deseabas navegar en ellos cual marinero sin mapa, veías sus ojos de largas pestañas y te reias de su chiste sin gracia, se levantó y la seguiste con la mirada, como si ella jamás fuese a regresar, te guardaste la sonrisa y abrazaste tu cuerpo. Por fin.

Por fin allí, me miraste.

Pude ver lo moreno de tus ojos, el brillo de ellos causado por ella. Y la sonrisa desvanecerse de tus labios al cabo de veinte segundos.

Amores exiliados. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora