Gimena
"En cinco minutos llegaremos a su destino, por favor abrochen sus cinturones que el avión aterrizará."
Hago lo que pide el pequeño parlante que estaba a un lado mío. Tomo el cinturón como la azafata lo ordenó, y lo abrocho sobre mi cintura. Agarro mi mochila que se encontraba en el asiento del lado y lo llevo hacia mi espalda. Mi cabeza desciende hacia atrás por el pequeño impacto del aterrizaje, mi piel se eriza por completo y el miedo cala todo mi cuerpo. Pronto el avión queda intacto, se escucha cómo las puertas se abren, al igual que las personas que cuchichean cosas, o salen con desesperación del avión. Espero unos segundos hasta que el lugar esté algo despejado para luego tomar la iniciativa de salir.
El miedo se esfumó, ahora la emoción y la euforia corren por todo mi cuerpo. Voy en busca de mis maletas hasta encontrarlas, un señor me las devuelve. Me coloco mis gafas de sol, para empezar mi busqueda "Buscando a Brenda".
Sólo en cine, beibis.
Veo a una chica parada de espaldas, camino con desesperación hacia ella. Dejo mis maletas a un lado y la abrazo por atrás, esta reacciona y me empuja haciéndome retroceder.
Casi me hace caer de culo, qué yegua.
— ¿¡Pero qué coño hacéis tía!? —intenta intimidarme con alteración ante mi acto.
¿¡Eh qué te hace la mala!? te cago a trompadas. Tranquilizate Gimena, no al maltrato animal.
—Perdoname, me re confundí—sonrío con nerviosismo, para luego tomar otro rumbo.
Sigo buscando con la mirada. Mi cuello gira hacia un lado y hacia el otro, luego me dolerá de tanto movimiento, quedaré con torticolis. Poco a poco estoy rindiéndome, así que solo decido sentarme en uno de los bancos porque las maletas no eran nada livianas y para cargarlas era re difícil. Llevo mi vista hacia el reloj que se encontraba en mi muñeca; 19:32pm. De a poco iba oscureciendo. El sol brillaba, podía verse cómo se escondía.
— ¡Gimena! —la voz de una personas interfiere en mi encimamiento.
Llevo mi vista hacia un lado y veo a Brenda a centímetros de mí. Bueno, no me importan las maletas y salgo a correr como una maniatica. Ambas nos abrazamos, siento como lágrimas brotan de mis ojos. Muchas veces sufrimos por la distancia, por no podernos ver. Y ahora, luego de tanta espera, al fin, al fin puedo abrazarla fuerte, muy fuerte como siempre lo he deseado.
—Sabía que en algún momento esto iba a llegar —cometa Brenda con cierta felicidad en el tono de su voz.
—Bueno, ya lo sé. También esperé esto, pero primero vamos por mis maletas, no vaya a ser que me las afanen—replico con cierto temor.
— ¿Afanen? —repite riendo.
—Sí, estúpida. Que me las roben—resoplo.
—Maldita argentina —suelta una carcajada—. En Perú afanar significa decirle mentiras a una persona para que esté contigo.
Ambas tomamos el rumbo hacia donde yo estaba sentada.
—Brenda, te confundí con otra chica —suelto una risita.
— ¿¡Qué!? —lleva una mano a su pecho y finge estar ofendida.
—Me dijo "¿¡Pero, qué coño haces tía!?" —intento imitar a esa persona.
Ella suelta una carcajada.
—Mejor habla tu idioma argentino, no seas pendeja que no te queda el acento Español.
—Ojalá te garche un negro —desvío mi mirada y suelto una risita discreta.
— ¿Qué dijiste? —frunce el ceño.
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¡Cuidado con el sapo!
HumorUna argentina y una peruana perdidas en España, ¿qué podría salir mal? Colaboración. Novela sin editar.