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A veces me sorprende la tranquilidad que soy capaz de mostrar cuando me estoy cayendo a pedazos, es increíble ver con el exterior se observa tan sereno e imperturbable mientras que el interior es un caos con una explosión de emociones. Así somos muchos, damos concejos, ofrecemos sonrisas tranquilizadoras, abrazos de consuelo y apoyo moral, pero, quien está oara nosotros? Quien nos ofrece lo mismo que le dimos? La respuesta es nadie, porque muchos les gusta que los apoyen más no apoyar. Cuando necesitan de tu mano están ahí pero cuando necesitas la suya son incapaces de extenderla y cuando se dignan hacerlo se aburren de ti con facilidad y prefieren romper lazos pues no aguantan la magnitud de tu dolor. Ese dolor acumulado durante tanto tiempo en el que apoyabas a todos y te hacías el fuerte. Da asco no tener un sistema de apoyo en tu vida. Pero, confía en Dios. Todo llega para quien sabe esperar.

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