Capitulo 5

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Prov. Marcos.

Dios! No me espere que reaccionará así a mi beso. Pensé que me rechazaría y me correría de su casa pero ahora esta sobre mi dando un beso profundo sobre su cama casi más excitado que yo.

Ese beso no culmino hasta que nos dejo sin respirar. Se separo un poco de mi para poder desabotonar mi jean, bajar mi bóxer y el suyo. Su respiración me marcaba que tan intenso se sentía. Podía ver la gran necesidad que emanaba nuestros cuerpos. El lo hacia con tanta dulzura y lentitud que me estaba enloqueciendo. Quería que terminara de sacarme de ellos pero tardaba mucho. Cuando apenas termino, sentí el fuego que me quemaba por dentro, sus ojos sumergidos en los míos y el calor de nuestros cuerpos que provocaba una fricción que conocía por primera vez. Este comenzó a moverse y dando un leve empujón abriendo mis caderas frotándose sobre mi. Me hacia gemir y cada vez lo hacia más fuerte y más desesperadamente. Me estaba enloqueciendo. No quería reprimir mis sentimientos, me enloquecía su forma de mirarme, de tocarme, de decir mi nombre en cada gemido como si fuera a explotar. Mis ojos solo podían cerrarse pocas veces, no quería mantenerlos todo el tiempo así, quería verlo como se saciaba con mi cuerpo y llevando mis emociones al limite. Sus movimientos aumentaba y yo quería más, antes de córreme él se detuvo. Me beso al principio dulcemente y luego con más deseo. Abrí mis piernas para rodear con ellas su cintura y volvió a moverse rozando mi entrada. -Y-ya no p-puedo. Ha-hazlo. Lo quie-ro.- Dije entre gemido sin saber si él entendió algo de mi petición. Mientras me besaba, puso dos de sus dedos en mi boca y yo los lamí sin necesidad de instrucción alguna. No sabia que quería hacer pero los movía de adentro hacia afuera. Me dejaba sin aliento por ese momento era tan excitante. Saco sus dedo abundantemente lubricados por mi saliva e introdujo uno de ellos en mi trasero. Al principio no dolía solo me causaba molestia porque no era lo suficiente grande para doler. Me hacia pensar que si él entraría necesitaría que se estirara más mi entrada. Estaba muriendo por el deseo de tenerlo.

-Me encanta escucharte gemir- Dijo Emanuel, abrí mis ojos para verlo y darme cuenta que dijo eso de verdad. Introdujo el segundo dedo, gimiendo más fuerte comenzaba a doler pero aún así disfrutando besos implacables que él recorría en mi pecho. Hasta que introdujo el tercero y emití un gemido casi grito del dolor. Dolía mucho pero no movió sus dedos. Los mantuvo firmes y quietos. No sabia si disfrutarlo o pedir que parara porque no lo resistía. Una lagrima caía sobre mi mejilla mientras él la besaba.

-Duele.. mucho-. Él acaricio mi cabello.

-Tranquilo, ya vas a ver que dejara de doler en un rato-. Capaz que tenga razón, supongo que él sabia lo que estaba haciendo. Debo relajar mi cuerpo. Mi cuerpo cada vez se sentía mejor y no dolía como si me quemara. Solo era molestia por lo quieto que estaba y yo solo pedía más así que comencé a exigirlo. Un momento después, mi espalda se aqueo y comencé un leve movimiento sobre los dedos dejando que estos salgan y volvieran a entrar por completo, posicione mis caderas más cerca de Emanuel pidiendo más. Los dedos no eran suficiente. Lo quería todo y ya. No podía esperar. Él saco sus dedos y acerco a mi entrada la cabeza de su miembro hinchado por la erección introduciéndolo de forma cariñosa y suave, cuando estaba casi dentro gemí fuerte pero se quedo mirando mis gestos. No se movía. Me estaba volviendo loco y él estar inmóvil.

- Va-vamos. Dije desesperado. Sonrió y me lleno por completo, me abrazo mientras comenzaba a darme embestidas suaves una y otra vez. Pude escuchar sobre mis orejas su respiración y como mis gemido y los suyos se sincronizaban. Dios! Me encanta y más porque es él. Me encantaba esta sensación y no sentía miedo porque me daba un sentimiento de confortable y felicidad. Me sentía completamente enloquecido por este momento en donde mi cuerpo era solo para él y su cuerpo para mi, entregados hasta el alma. Mi pecho sentía una opresión y deseo por más que un movimiento suave. Necesitaba más… mucho más. -M-más ra-rápido. Quiero más.- Aumento su velocidad casi matándome de placer. Podía ver en su rostro que lo disfrutaba tanto como yo. Cada vez sus embestidas se eran más fuerte y rápido cada vez más cerca del culminar en el mejor orgasmo que experimente. Cada embestida era la gloria combinada con tantas emociones que invadía mis sentidos. Se sentía tan placentero, tan perfecto que me mareaba de lo que increíble que se sentía. Ya no era si dolía, era la sensación de sentirme completo con él y no podría sentirme así si no fue él… él que me encanta.

-Dios! Ya-ya no puedo. M-me voy a correr- dijo Emanuel mientras jadeaba y gemía.

- Y-yo también. Estaba por relajar todo mi cuerpo con mis piernas temblando y chocando contra la piel de él. Clave mis uñas no tan alargada en su piel que le deje rojo mientras aún gemía sin limitarme. Después de las ultimas dos estocadas me corrí y me contraje apretando el miembro de Emanuel provocando que él gimiera casi por ultima vez.  Cuando estaba por correrse salió de mi y callo cansado sobre mi pecho que se movía de arriba a bajo agitado y sudoroso, él estaba igual pero aún más cansado. Fue el mejor orgasmo de mi vida y mi primera vez fue mejor de lo que me esperaba. Fue perfecto. Pude sentir como salió de arriba mío, tomo la sabana que estaban a los pies de su cama para tapar nuestra desnudez y por último tomo unas toallas húmedas que estaban en su cajón para limpiarnos y recostarse a mi lado. Podía percibir aún su rica colonia entre el sudor, su rostro cansado y todo despeinado. Estaba fascinado por ese momento.  Al rato se quedo dormido y yo lo veía dormir tocando su mejilla. -Me gustas- le dije con una sonrisa a Emanuel sabiendo de que estaba dormido. Luego de eso me quede dormido hasta la noche.

Cuando desperté, quede hipnotizado mirando al techo y suavemente me senté siguiendo mi mirada en la nada. Era normal para mi levantarme así y más después del gaste de energía de hace algunas horas atrás. Emanuel no estaba en la cama pero se escuchaba que estaba en la ducha así que me puse de pie y camine sigilosamente al baño.

-¿Dormiste bien?- pregunto de la nada pero dandose cuenta que yo estaba en el baño. Un baño medianamente grande que solo la cortina de la ducha nos separaba.

-Bien. Dormí muy bien.- dije apoyado sobre la puerta de espalda a ella- Mmm no sé pensé entrar porque no quería que pagaras mucho por la cuota del agua este mes.. seria bueno ahorrar un poco.- Entro a la regadera  viendo al mayor sonreír de oreja a oreja.

-Si, hay que contribuir a la causa de un futuro mejor y ser buenos ecologistas juntos.- Ambos reímos.

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