TERCERA PARTE

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—¡Santo Niño de la Melcocha! ¿De dónde salieron tantos zombies de repente?

—¡Te sugiero correr primero y preguntar después!

Katie empujó a Terry y ambas se echaron a correr cargando a Dean que aún estaba como en shock luego de salir del ascensor. Yo venía casi arrastrando a Linda, hasta que Ted nos alcanzó.

—¡Dame la chica!

Él se la echó al hombro como si fuese una muñeca de trapo, me di cuenta, me di cuenta en ese instante que yo era bien patético y necesitaba ir un gimnasio urgente... Si es que el mundo se arreglaba algún día, obviamente.

—¡Corran al estacionamiento de la facultad de Ingeniería! —Terry empezó a gritarnos y nos señalaba a donde ir.

Detrás de nosotros se aproximaba una horda como de unos 50 o más zombies, sinceramente no me puse a contar cuantos eran. Tampoco estaba seguro si nos había visto salir del edificio, sólo me eché a correr hacía donde iba el resto de mi grupo.

Estaba muy oscuro, debido al corte eléctrico ni siquiera el alumbrado público funcionaba, sólo las luces de algunos autos que pasaban a toda velocidad y las de emergencia de algunas edificaciones cercanas era lo que iluminaba la vía. No éramos los únicos huyendo de los zombies, del otro lado de la avenida también corrían unos chicos, y había otros que lograron subirse a un auto y huyeron a toda velocidad montándose sobre una acera.

—¡Por acá! ¡Rápido, maricas!

En el estacionamiento de la facultad de ingeniera había un portón eléctrico y una caseta de vigilancia. La caseta había sido abandonada y el portón estaba medio abierto, con la barra caída. Pasamos por allí y cerré el portón luego que Ted entró con Linda a cuestas. Terry nos hizo señas que entráramos a la caseta. Al hacerlo, ella cerró la puerta y nos sentamos en el piso en silencio.

—¿Qué hacemos aquí? — Le pregunté a Terry muy asustado y casi sin aliento por todo lo que corrimos.

—Hay gente corriendo tratando de escapar y eso mantiene la horda activa siguiendo todo lo que se mueve. Si tenemos un poco de suerte ellos pasaran de nosotros y luego podremos salir.

—¿Si tenemos "suerte"? ¡Me cago en tu puta suerte! ¡Estamos en un Apocalipsis Zombie!

—¡Cállate, marica loca! ¿Quieres que nos encuentren los zombies?

En eso me di vuelta y Katie estaba tratando de hacer entrar en razón a Dean:

—¡Dean! ¡Dean! ¡Háblame! ¿Estás bien? ¿No te mordieron esos monstruos?

—¡Ya! ¡Ya! ¡Estoy bien! Pero pensé que no la contaba...

—Tenía que hacer algo, no podía dejar que te comieran vivo allí dentro...—Le respondió Katie casi con la ternura de una maldita novia psicopata.

—¡TÚ! ¡MALDITA PERRA! ¡VOY A MATARTE!

¡Y de pronto Linda se incorporó y se le lanzó encima a Katie halándola por los cabellos! Y así, mientras la horda de zombies estaba pasando justo en frente de la pequeña caseta de vigilancia donde estábamos ocultándonos, estas dos perras locas se estaban dando de madrazos en el suelo. Dean, Ted y yo nos lanzamos encima de ellas para tratar de separarlas y cerrarles la boca, en tanto que Terry estaba en la puerta, la cual tenía entre abierta, para observar hacía donde se desplazaban los zombies.

—¿Qué les pasa? ¿No ven que van a descubrirnos?

Dean sujetó a Katie hasta que esta se calmó. Ted y yo controlamos a Linda, quien por cierto se veía muy rara con solo una teta enorme en su pecho, y la otra era una cosa desinflada que botaba sangre y un líquido viscoso transparente.

HOW TO KILL A ZOMBIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora