Hands Around My Throat | Yoonmin.

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"Bip bip bip bip bip bip." Ese maldito sonido que despertaba cada mañana a Yoongi. Se sentó en una orilla de la cama mientras estiraba su cuerpo y bostezaba. Se dio la vuelta para ver la desnuda y blanca espalda de su esposa, estiro su mano para acariciarla, pero se quedó estático a la mitad, y allí se detuvo, no acarició la espalda de ella.

Se levantó y duchó con agua lo suficiente fría para despertar todos sus sentidos. Se colocó uno de sus trajes impecables, eligió el color carmesí, un tono que acentuaba a la perfección con su preciosa piel. Bajó al primer piso en dónde estaban sus dos pequeños desayunando de su cereal favorito.

- ¡Papi! -Chillaron ambos, eufóricos.

- ¿Cómo durmieron, mis pequeños revoltosos? -revolvió el cabello de ambos.

- Dormí bien, solo que el señor Vainilla - mostro el conejo de felpa a su padre. -no me dejó de molestar. - se quejó Sunmi. Su padre sonrió y dejó un beso en la coronilla de su cabeza. Era una niña preciosa, los mismos ojos de su madre, la piel de su padre, cabello negro hasta los hombros. Una niña simplemente hermosa a pesar de solo tener ocho años.

- ¿Y tú, príncipe? -preguntó a su hijo Sohee. Aún no sabía desarrollar bien las palabras, pero se limito a asentir con su cabecita que durmió en perfectas condiciones.

Después de una linda charla con ambos pequeños, se retiró de allí dando el ultimo sorbo a su café y se fue a su trabajo.

|La familia Park. |

- Hoy le enseñé como cazar mariposas a Sohee, papá. - admitió orgulloso el pequeño y aventurero y único heredero de la familia Park, Woozi.

- ¿En serio? ¿Y cuántas lograron atrapar? -preguntó su padre con esa preciosa y carismática sonrisa que se cargaba.

- ¡Cuatro! -exclamó emocionado. Su madre le regañó porque las tostadas ya habían enfriado en su plato por estar contándole a su padre de todas sus aventuras con los pequeños Min.

Un recuerdo vago atacó su cabeza; siete años, recién se habían mudado, y estaba emocionado de conocer a quién sería su nuevo vecino y amigo.

El tiempo pasa rápido, ¿no, Park? Sonrió ligeramente y se levanto para ir a alistarse, debía asistir a su trabajo. Él era más simple a la hora de vestir, un traje azul marino, camisa blanca y corbata negra. Después de echarse un vistazo en el espejo y sonreír, rocío una ligera cantidad de perfume, y salió de la casa después de darle un beso a su pequeño Woozi y a su encantadora esposa, Nayeon.

Era una vida reamente encantadora y alegre. Después de treinta minutos, llegó rápido al trabajo gracias a que no había mucho tráfico.

Estacionó su auto, y salió de este observando al otro costado a su amigo de infancia y actual superior, Yoongi. Caminó rápido a donde estaba, y le saludó con un apretón de manos. Algo no andaba bien. Las manos de Yoongi por naturaleza eran frías, pero en esa ocasión estaban aún más fría de lo normal.

- ¿Ocurre algo? -pregunto Jimin con cierta preocupación.

Yoongi soltó su mano y negó con la cabeza. - Vamos. - Alentó y ambos entraron al ascensor. Un silencio sepulcral los rodeo, peor hasta cierto punto no era incómodo.

- No me engañas, llevo conociéndote casi la mitad de mi vida, sé que algo te sucede. - insistió Jimin.

Yoongi levanto la cabeza y la dirigió en dirección de Jimin, otorgándole una mirada no distante, yo diría penetrante, sí, esa es la palabra que calza.

- ¿Por qué te preocupa tanto? -preguntó alzando una ceja.

- ¡Porque somos amigos, es obvio! -infló su mejilla como si de un adolescente se tratara.

- No me pasa nada, ¿okey? -se acercó ligeramente a Jimin quien se quedó estático en su lugar, el ascensor abrió sus puertas y ambos salieron. Yoongi caminó como si nada en dirección de su oficina mientras Jimin le seguía con la mirada. Se dio una bofetada mental y caminó a su respectiva oficina mientras los demás compañeros de trabajo le saludaban.