El chico de finanzas

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Desde el segundo día de trabajo, TaeYong se aseguró de llegar lo suficientemente temprano al edificio. Esa era su estrategia para evitar al máximo los problemas en ese lugar que nunca fue tan grato como imaginaba.

A veces incluso llegaba hasta media hora antes del horario de entrada, encontrándose con los porteros y la gente encargada de acondicionar la oficina antes de que todos llegaran. Y sí, era un poco patético tener que estar tan temprano en el lugar, pero a la larga significaba un bien mayor para él mismo.  

Además, podría decir que aprovechaba el tiempo de formas diferentes.

Ya habían pasado dos semanas desde su primer día cuando decidió ir a dar vueltas por los estudios de grabación que estaban unas cuantas plantas más abajo que la suya. De todos modos, tenía bastante tiempo aún, puesto que había llegado incluso antes de lo normal.

La emoción que recorrió su cuerpo cuando se encontró en un pasillo medianamente oscuro, fue algo que no podría describir con palabras. Ya desde fuera podía notar el material que insonorizaba los estudios individuales, el cual se aventuró a tocar con la yema de los dedos, casi como si no pudiese creérselo. En cosa de segundos su cabeza ya estaba asomada por las pequeñas ventanillas que tenían algunas puertas, como si quisiese espiar toda la maquinaria que estaba ahí dentro.

Por supuesto, en ningún momento imaginó que una de las puertas a las cuales se asomó, se abriera con el más mínimo empujón. Especialmente por la seguridad y rigurosidad que existía en esos espacios, donde cualquier pista podría ser extraída de los computadores así como así. Aunque luego pensó que esa información ya debía estar respaldada bajo siete llaves.

Pero dejó esos pensamientos de lado cuando sus ojos se detuvieron en la consola de mezclas frente él, casi incapaz de asimilar lo grande y perfecta que se veía. Por supuesto, en la universidad en Seúl sí había visto muchas, pero esta parecía estar a otro nivel. Por lo que no pudo contenerse de deslizar las yemas por los botones y palancas con mucha delicadeza, como si fuese algo tan frágil que podía romper con el más mínimo descuido. Y es que lo era.

No fue hasta que levantó la vista en dirección a la sala de grabación, que se encontró con un par de ojos mirándolo con curiosidad. Si hubiese sido cualquier otra persona hubiese huído en menos de lo que se tardaba en exhalar todo el aire de sus pulmones, pero... Quien estaba frente a él era nada más y nada menos que YoonOh, el chico que no había visto desde el día que se conocieron.

Sin poder evitar el gesto, una sonrisa culpable elevó sus comisuras mientras el menor correspondía, bastante divertido con la nueva expresión que había descubierto en su hyung.

Aprovechándose de sus conocimientos del campo y luego de asegurarse de que la consola estaba prendida, su índice ubicó el botón que le permitiría comunicarse con el joven al otro lado del cristal, tomando aire antes de fijarse en sus ojos una vez más.

—¿Qué hace aquí, YoonOh-ssi? —la voz sonaba firme a pesar del susto que acababa de llevarse, pero la sonrisa no desapareció en ningún segundo.

—Podría preguntar lo mismo, hyung.

El menor no se veía asustado, a diferencia de TaeYong, que estaba pendiente en todo momento de si alguien se acercaba al estudio donde se encontraban. Pero fue cuando vio al chico de finanzas hacer el amago de salir de la cabina de grabación, que volvió a presionar el botón antes de que fuese demasiado tarde.

—¿Quieres ver algo genial? —la pregunta fue casi como un susurro en los oídos de YoonOh, que había vuelto a ponerse los audífonos en cuanto vio a su hyung llamar su atención. La emoción lo estaba haciendo incluso pasar por alto las formalidades, pero a ninguno pareció molestarle cuando el alto elevó su diestra, enseñando el pulgar.

NEO Ent. -Coffee Boy-  JAEYONGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora