t h r e e

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All of my heart is in Havana...

           

— ¡Bastardo!

— ¡Maldito infeliz!

— ¡Eres un desgraciado!

— ¡Mereces morir, maldito!

No podía ni pegar una calada y ya se imaginaba el espectáculo que había en la corte.

Era como si todo retumbara una y otra vez dentro de su cabeza; los insultos de todos los presentes no eran nada, comparado a lo que el mismo se decía día tras día, noche tras noche. Nada era lo mismo, y él estaba más seguro de eso que nadie.

Polly había muerto, según los doctores, en no más de tres horas después del atropello en donde Jungkook la encontró. El carro se había dado a la fuga, posterior a eso. Nadie fue capaz de reconocer la patente u algo que ayudara a encontrar al verdadero asesino.

Polly estuvo todo el tiempo que quedaba para el alba, antes de ser transportada a la morgue; claro, según sus padres.

Jungkook llevó a Polly al hospital. La ambulancia tardaba en llegar, y con los nervios a flor de piel, un guardia del local le pasó su auto. Fue un milagro, simplemente, que llegaran al hospital sin haber chocado. Pero fue todo lo contrario, el hecho de, no más de una hora después, llegaran los padres de Polly, y no lo dejaran acercársele a más de veinte metros.

Jungkook vagó todo ese día en el hospital; desde el estacionamiento, a la azotea. Buscaba a todas las enfermeras para preguntar acerca del estado de su novia, pero no había caso. Inclusive, una vez los familiares de la accidentada se distrajeran, Jungkook aprovechó ese momento para acercarse a la habitación donde ella se quedaba, pero antes de eso, un muchacho, no tan alto, rubio, y de contextura musculada; abandonaba.

— ¡Hey! ¿Qué hacías allí dentro?— Jungkook sintió como su sangre comenzaba a hervir. ¿Sería, acaso, un familiar?

—Y...yo soy el hermano...—el muchacho temblaba. Claro que estaba mintiendo.

—Polly no tiene hermanos.

El rubio tragó sonoramente, mientras una gota de sudor se arrastraba por su nuca.

—S...así veo. Me confundí de habitación, lo lamento.

El rubio corrió, no dejando preguntar nada a Jungkook, quien, segundos después, fue interceptado por los padres de Polly.

Haeri fue quien le dio la noticia a Jungkook. Él al instante pensó que era una pésima broma, una de mal gusto, pero luego al ver la seriedad en su rostro comprendió: Polly estaba muerta.

Polly había muerto por su culpa.

La semana siguiente no fue mejor, para nada en lo absoluto. De pronto, muchas cosas comenzaron acumularse, y tuvo que ir reiteradas veces a hablar con centenar de policías y abogados, obviamente enviados por sus padres, quienes buscaban a Jungkook tras las rejas.

La noticia pronto se hizo viral, y Jungkook se convirtió en un villano en la red. Ya hasta caminar por la calle, sin que le lanzaran un huevo podrido, era toda una hazaña. No podía ni adentrarse en el supermercado sin que comenzaran a amontonarse a su alrededor.

Según él mismo, esto era lo mínimo que podía pasarle. Había perdido al amor de su vida. De pronto todo se había convertido en algo oscuro, horrible y triste. Ya no comía, casi ni se bañaba, ni salía de su casa. Simplemente quería morir.

Obviamente, fueron tiempos complejos, o sea, su enfermedad no pudo ser retenida por mucho más tiempo. En ataques de histeria, simplemente lograba meterse en peleas callejeras u gritar a más no poder frente al club.

Havana➳Jungkook; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora