Parte II: Izuku es Mío

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Summary: Izuku es mío. Mío para adorar. Mío para abatir. Míos son sus ojos y sus manos. Míos son su vida y su corazón. Prefiero que no exista a verlo contigo.

[...]

Toga se ríe mientras se balancea en la punta de sus pies. El mundo es inmenso y brillante, la sangre late dentro de ella en notas bajas y armónicas. La sensación es electrizante y embriagadora. Tira el frasco vacío que se hace añicos en el suelo, pero el ruido es un eco insignificante contra el rugido que nubla sus sentidos.

La sangre, la sangre...

Le gusta su sabor metálico, nunca podría aburrirse de él. La sangre le pertenece, le da poder y libertad. Al principio la transformación era incomoda, era difícil habituarse al cambio en su piel, al reacomodo de sus huesos, pero ahora disfruta de ese momento. Se concentra y puede escuchar los crujidos de sus músculos al estirarse, el ardor de su piel al cambiar. Su nueva forma reluce, brilla con energía, es fresca y nueva.

Un renacimiento.

Esta vez le toca ser una insignificante asistente. Cuando se mira en el espejo su reflejo es anodino y olvidable. Pelo negro largo hasta los hombros, ojos de un color caoba sucio, una estatura media embutida en un genérico traje de dos piezas en color verde oscuro con zapatos de piso a juego.

Toga sonríe y el rostro desconocido le devuelve el gesto desde el espejo. Su sonrisa tiene un ligero aire maniaco reforzado por la palidez de la cara. Se ve obligada a relajar los músculos de su mandíbula. Practica frente al espejo hasta que su cara esboza un gesto ambiguo que no desentona con el rostro de su disfraz; sonríe, asiente, entrecierra los ojos, repite la misma secuencia una y otra vez hasta que consigue que cada gesto sea natural. Después practica con su nueva voz, pero en cuanto se oye no puede evitar reírse y el sonido reverbera en los azulejos del baño. Su risa es estridente y alta. Llena la habitación con la presencia de su yo real.

Cuando la risa se acaba, Toga toma aire e infla sus mejillas. El anodino rostro con las mejillas abultadas es una visión hilarante, pero Toga se controla hasta que la risa deja de ser una amenaza. Vuelve a intentarlo: Buenas tardes, le dice al espejo con su voz diminuta, llena de timbres desiguales. La voz de su disfraz es complaciente, tímida, delicada. No es como ella, pero Toga no se rinde.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches, por favor, por supuesto, a, be, ce, de, e, efe, ge...

Repite el abecedario y mantiene conversaciones consigo misma hasta que su voz no se quiebra a media frase. Consigue dominar el timbre complaciente sin que suene como una burla, ni como una mala imitación. Todo el proceso le toma cerca de dos horas, pero a ella no le importa, es una noche especial y como tal debe ser perfecta, además debe acostumbrarse a su disfraz, después de todo tiene un montón de frascos llenos con sangre en su refrigerador.

Cuando está lista sale del baño. Revuelve su cuarto en busca del bolso que se robó esa misma mañana y después enfila hacia la calle principal. Mientras viaja en el metro práctica los movimientos de su boca mirándose en el vidrio de la puerta. Feliz, triste, feliz, triste... Los gestos en su rostro se asemejan a muecas pintadas en una muñeca. Carecen de vida y chispa, pero su objetivo es relajar los músculos de su cara.

Según el reloj dentro del establecimiento falta media hora para la cita, pero a ella siempre le ha gustado conocer el terreno, anticiparse a cualquier contratiempo. Camina con resolución hasta el fondo del local y se pasa quince minutos leyendo el menú, estudia a los clientes, la disposición del lugar. Después de ordenar se retira al baño a lavarse las manos.

Ellos llegan al mismo tiempo que su sopa.

El primero en entrar es, cómo no, su adorado 'zuchan. Alto, atlético, con esos ojos verdes amables y llenos de empatía. Toga lo estudia con abierto deleite, sigue sin poder creerse que el niño pecoso pudiera haberse convertido en ese joven maravilloso. Cuando él se percata de su mirada, le sonríe. Toga devuelve la sonrisa, la sonrisa tímida que tardo media hora en dominar. En ese momento cualquier otra persona apartaría la vista cohibida, pero Toga no, ella sigue mirando, bebiendo de él como si fuera un delicioso manjar. El joven alto y fornido de pelo azul que viene detrás de 'zuchan le habla, lo que provoca que los ojos verdes la abandonen.

Tu Nombre es IzukuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora