Capítulo 3

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La noche más oscura que nunca, a los lejos se podía empezar a ver los pequeños rayos de sol, eran las 7:15 de la mañana y el chico seguía conduciendo. Sailee continuaba durmiendo.

Se escucha una pequeña tos fina y delicada.
— ¿Dónde estamos? Estoy desorientada y somnolienta —.
— Has dormido casi toda la noche Sailee—.
— ¡¿Ya es de día?!, buah que rápido todo—.
— Ya lo sé ¿y sabes lo que no es tan rápido?— Se viro hacia atrás y le miro de reojo—El tiempo—.
— ¿Porqué?—.
—Porque no parabas de roncar—Sonrió.
—¡Yo no ronco!—.
— Que no dice—.
—Eh... oye, cambiando de tema... ¿me puedes decir tu nombre por favor? Al menos un apodo—.
— Vale, está bien pero solo porque eres una pesada, a mi me llaman Mars—.
— Ohhh menos mal, Mars de... ¿Marshall?—.
— Que lista eres tú ¿no?— Contestó con retintín.
— Instinto de mujer amigo mío—.

Por fin se veía a lo lejos unas grande edificaciones que significaba que llegaban a la gran ciudad de San Francisco.
Al pisar calle de ciudad se empezaba a oír el ruido de los coches y el bullicio de la gente.
—¿Quieres parar para comer algo?—.
— Ay si, tengo un hambre que hasta te comería entero—.
—No gracias— Sonrió — Mira, allí hay una cafetería y nos viene de perlas ahora mismo—.
—La verdad es que si, y además hace meses que no piso una Cafetería por temas de exámenes—.
—Yo años... porque mis padres no me hacían el gusto de unas míseras tortitas— De repente su cara cambio de ser en menos de un segundo— Mis padres no me hacían caso cuando era pequeño y me maltrataban, lo único para lo que me querían era que trabajara en la granja que teníamos al lado de nuestra pequeña casa en un prado— mientras, Sailee le miraba interesada de lo que decía— El paisaje que había era precioso y me transmitía libertad, y sentí que tenía que irme de ahí. A los catorce años decidí escaparme a la gran ciudad y ahora mismo tengo veinticinco años, y hace nueve años que no veo a mis padres—. Entonó todo lo que dijo con tono entristecido.
—Lo siento mucho Mars, por cierto yo tengo diecinueve años—. Dijo Sailee lamentada.
— Ah vale, y no te preocupes—.
—Está bien—.
Tras toda la conversación que tuvieron ellos dos decidieron ir al parking de la cafetería.
Aparcado el coche y todo listo se prepararon para salir de este.
Marshall agarró a Sailee de la cintura y desconcertada se la quito.
—¿Que haces?—.
—Ponerte la mano por la cintura—.
—¿Y el motivo es?...—.
—Nada sigue caminando—.
Como todo el tiempo era de noche y no se veía bien, Sailee se fijó en el precioso hombre que tenía ante sus ojos, pelo corto de color castaño oscuro tirando a negro, ojos color miel que derretía con la mirada, boca perfecta (eso explica lo de besar bien), mentón perfectamente perfilado, estaba muy en forma, pasó una fuerte ráfaga de viento que le levantó la camiseta y se le pudo ver la maravillosa tableta bien definida y hermosa.
También llevaba una chaqueta de cuero negra con una camiseta roja y una M en el medio, unos pantalones vaqueros azul marino y unas botas negras de piel.
<<Uff vaya cuerpo tan perfecto>> Pensó Sailee al verlo por el día.

—¿Vienes o no?— Dijo mirando a Sailee con la mirada de rudo que le caracterizaba.
—S-si... por supuesto—.
Fueron a la par caminado hasta entrar en la cafetería.
—Oh que maravilloso olor a café—.
—Se ve que te encanta—.
—Si, yo soy una aficionada a estas cosas—.
Decidieron sentarse al final del todo en una esquina.
—Hola caballero y señorita, ¿qué desean?—.
—Pues yo un sándwich de jamón y queso con un café bien calentito por favor— Sailee fue la primera.
—Yo leche con chocolate y unas tortitas con sirope de miel por favor—. Y le siguió Mars.
—Está bien, les traeremos todo enseguida—.
—Gracias— respondió Marshall con agrado.

—Por fin algo para llenar mi estomago—. Dijo Sailee pensando en el sandwich.

Al cabo de unos minutos les llegó el pedido.
—Aquí tienen—.
—Muchas gracias—.
Comenzaron a comer y a charlar sobre temas de infancia y Sailee sobre todo de ropa y moda.
Al acabarse ambos sus platos decidieron ir a pagar.
—Pagó yo—. Dijo Marshall seguro de sí.
—Está bien, porque yo no cogí cartera—.
—No pasa nada, ya que yo robé el coche de tus padres y yo he gastado mucha gasolina, que más que no pagarte el desayuno—.
Lo que había dicho Marshall sonaba muy mal pero Sailee aún así se sentía agradecida por Marshall y su "amabilidad" salvo por lo del coche y todo lo demás.
—¿Nos vamos ya?—. Se le notaba el cansancio a Marshall en la cara porque llevaba toda la noche conduciendo.
—¡No!, vamos a quedarnos un rato más y visitar esta ciudad—.
—No, .estoy cansado y además está ciudad ya la he visitado yo y es muy aburrida—.
—Venga porfa—
—... Esta bien, pero solo un rato—.
—Con eso me basta—.
Salieron de la cafetería y se dirigieron al coche de nuevo.





CRD

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⏰ Última actualización: Nov 05, 2018 ⏰

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