Día 1 - Invierno

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Los personajes de Gekkan Shoujo Nozaki-kun no me pertenecen, yo solo los amo a cada uno de ellos.


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Días vacíos


Si había algo que no le agradaba a Hori Masayuki (entre otras tantas cosas), era el invierno. Los resfríos, narices tapadas, la incomodidad de tener que estar tan abrigado y, porque no, el uso de calzas en las chicas que le dificulta darle un vistazo a las bonitas piernas. No era una época que disfrutara, y si esta empezaba con Kashima salteando los ensayos; aún peor.

Después de pasar junto a sus compañeros del club que le pedían que no exagerara con los golpes y algunas chicas diciendo que no lastime su rostro, empieza a buscarla por la escuela sin conseguir hallazgo alguno. No se encuentra princesa alguna chillando su nombre, ni tampoco la ve hablando con Seo o Sakura.

Al día siguiente, al encontrarse con el mismo problema, decide darse una vuelta por su salón. Donde se encuentra con Mikoshiba que estaba a punto de salir.

—Mami-koshiba... —empieza con la usual confusión de nombres—... ¿Sabes donde se metió Kashima?

El pelirrojo lo observa sorprendido, mostrando su celular.

—Es raro que no lo sepas —comienza— está enferma, tiene que guardar reposo hasta el final de semana.

—Gracias.

Se aleja antes de que el contrario pudiera agregar algo. ¿Para qué tiene celular si no lo usa? Piensa, mientras lo saca de su bolsillo para revisar los mensajes. Al no encontrar ninguno, llega hasta su aula y se sienta es su asiento, buscando el número de Kashima. Antes de hacer nada, se lo queda observando. La muy maldita se le burlaría por preocuparse por ella. Ya, está enferma. Hasta la semana que viene tendrá unos largos días para descansar de los dolores de cabeza que le da la chica.

De descanso tuvo nada. El frío intenso siguió estando, el club más tranquilo con la falta de las princesas, siguió ayudando a Nozaki con su manga y los raros disparates que se le ocurrían para este. Todo igual, o eso quería creer. Todo tranquilo, o más bien aburrido. Habiendo pasado tres días, se dio cuenta que algo le faltaba. Una voz molesta taladrando su oído preguntando si es una linda kohai, un rostro hermoso que golpea constantemente por fastidiarlo; esas charlas cuando él no la está golpeando y ella no lo está fastidiando, en las que se han perdido durante horas.

La extrañaba, y decir que solamente la extrañaba era poco. Recordó los días en los que ella lo ignoraba y el dolor que le hacía sentir. La muy maldita tenía más poder en él del que creyó en un principio.

Terminan las clases y mientras va caminando junto a Nozaki —se encontraban cerca de la fecha límite y necesitaba urgente ayuda con los fondos—, detiene su paso y se dirige hacia otro lado. Apaga su celular y pide perdón mentalmente a su amigo, necesitaba ver a Kashima tanto como el aire que respira.

Revisa su celular recordando que la chica hace un tiempo lo había invitado a su casa y él la había rechazado de forma tajante, quien creería que un día se le haría tan necesaria. Sigue caminando mientras observa el celular, para ninguna parte y chocándose con muchos. Se le congela la nariz y sus pies se entierran en la nieve.

Finalmente la encuentra tras caminar largas cuadras en la dirección contraria, así recuerda que varias veces se la había encontrado en la estación de tren y se dirige hacia esta. Se siente un imbécil mientras piensa en una vieja charla que tuvo con Nozaki, donde admite que Kashima es su chica ideal. Llega a la estación y espera, realmente espera —cree, está seguro— que su necesidad del príncipe no está relacionado a sentimientos románticos que pueda tener por la chica. Pero por las dudas levanta su bufanda para tapar un posible rostro sonrojado.

Tras un largo camino llega hasta su gran vivienda y encuentra fuera de esta a quien creía enferma, totalmente abrigada y jugando con la nieve junto a una preciosa chica un par de años más pequeña.

—¿Acaso no estabas enferma? —pregunta, pasando tras la verja de su casa. Kashima levanta la mirada del hombre de nieve en que trabajaba y le regala una gran sonrisa, o eso cree Hori, ya que una gruesa bufanda tapa la mitad de su rostro.

—¡Senpai! —grita la chica corriendo a su lado— ¿Se preocupo por mi? ¿Se preocupo por mi? —pregunta mientras lo rodea, como un perro que se acaba de reencontrar con su amo.

—Yo pregunte primero.

—Mañana me dan el alta, pero quería aprovechar la nieve para jugar con mi hermana —dice señalando a la bonita chica y luego devuelta a su preciado senpai.

—Ya lo tengo.

Hori se queda en el lugar observando los ojos de la chica y como esa molesta bufanda tapa la vista a su rostro. Que vamos, toda la semana sin verla para que al momento que llegue el momento la vista sea impedida.

Kashima lo sigue observando ansiosa, esos días fueron una tortura sin el senpai; y este ya la había regañado muchas veces por torturarlo con mensajes constantes para hacerlos en esta oportunidad. Ahora lo tenía ahí, frente suyo. Yendo a visitarla porque estaba enferma, ya perdió la cuenta de cuantas veces había imaginado que eso sucedía.

Masayuki comienza a levantar la mano ¿La golpeara? ¿Acariciara sus cabellos? Ilusionada con la segunda opción, baja levemente su cabeza. Hori baja su bufanda y luego le sonríe.

—Eso me estaba volviendo loco —dice al observar la piel pálida por el frío y su respingada nariz roja. Observa a la Kashima menor y al príncipe. Si, ella sigue siendo la más atractiva— Más te conviene que el lunes vayas a los ensayos.

Kashima afirma repetidamente y él se aleja, la fuerte necesidad de por lo menos verla por un instante fue satisfecha; ahora podría seguir existiendo hasta que sus recuerdos —droga— pidan una nueva dosis del atractivo príncipe.

La Kashima menor se acerca hasta su hermana con las manos contra su boca y los ojos llenos de brillo observando al mayor que se marchaba.

—Una historia de amor acaba de empezar frente a mis ojos —dice la chica, y la aún alegre Yuu la observa confundida.

HoriKashi WEEK 2k18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora