La vida antes del incidente
Avanzo apresuradamente a través de este huerto abandonado, sacudiendo las largas y finas tiras de pasto. El olor que me guía es cada vez más fuerte; la criatura está cerca. Aminoro el paso y camino lo más sigiloso posible, mi presencia no debe ser notoria. Mi rostro se asoma entre la hierba y veo al pequeño pájaro, picoteando el suelo en busca de insectos. ¡Pobre e ingenua criatura! Pareces tan distraída, no tendré más opción que convertirte en mi presa. Debiste estar más alerta.
Dejo salir un maullido triunfal antes de saltar hacia el ave, reprendiéndome mentalmente: ¡si me ha oído escapará! Por fortuna, mi anticipada emoción no me hizo fracasar en mi cacería. El pajarillo cuelga de mis fauces, lo aviento hacia arriba y lo atrapo con mis garras mientras cae. Me coloco boca arriba y mordisqueo el ave, golpeándola al mismo tiempo con mis patas traseras, con las uñas envainadas. Si mi madre me estuviese viendo ahora, me bufaría que no jugara con la comida, ¡ya no soy un cachorro!
Giro sobre mi cuerpo para levantarme, mi botín cae al suelo y lo recojo con mi boca fugazmente. Es hora de volver a casa y disfrutar de mi desayuno. Apenas he dado unos pasos un aroma causa que mis músculos se tensen y, frente a mí, aparece nada más y nada menos que el felino perverso del barrio. Aquel gato grande y corpulento de pelaje marrón claro y feroces ojos marrón rojizo, es temido por casi todos los animales de la zona. ¿Yo?, yo no le tengo miedo a ese rufián, pero sus cicatrices y mechones de pelo faltantes me advierten que es un luchador peligroso, no me debo meter con él. Me quedo inmóvil en cuanto lo veo; si retrocedo, aprovecharía eso como debilidad y se me echaría encima; si avanzo, se enojaría y me atacaría igualmente. Permanezco como una piedra, una de mis patas delanteras ha quedado en el aire, con ademán de dar un paso al frente. El mayor mira fijamente la presa que llevo en mi hocico, y gruñe. Es de esperarse, se está volviendo viejo y sus heridas le dificultan cazar, así que usualmente escudriña en los basureros para alimentarse, mas eso no le impide querer de vez en cuando degustar una presa fresca, aunque tenga que robarla. A veces siento que se aprovecha de mí por ser el más joven del barrio, suele vigilarme cuando voy de cacería.
Con el pelo un poco erizado, decido largarme de ahí. Doy un paso adelante y el perverso me lanza un zarpazo en el hocico. No es muy fuerte, pero es suficiente para que suelte al pájaro y me aleje a grandes zancadas. No quiero una pelea, luego conseguiría más comida.
Voy a casa con la cola erguida. Cualquiera se deprimiría al perder una presa por la cual se esforzó en cazarla, pero no vale la pena desanimarse por eso. Muchos me critican por mi alegría y positivismo, justifican mi actitud diciendo que todavía soy un crío al que le falta mucho por crecer y vivir. Aseguran que la dureza de la vida me quitará mi gran felicidad, pero yo no lo creo así.
Capto nuevamente el delicioso aroma de la comida, lo sigo casi saltando. Ya he salido del huerto y me hallo en la desolada calle de enfrente. Allí está un hombre, ¡de él sale ese olor!
El humano me ve y se agacha. Corro hacia él, maullando de emoción. Él abre su mano ofreciéndome unos trozos de carne que acepto con agrado. ¡Qué exquisitos! Los devoro en un instante. El hombre pasa una mano por mi cabeza, tengo algo de miedo y doy un salto hacia atrás. Él mete una mano en el extraño pelaje café de su costado y saca un objeto, parecido a unos que se encuentran en botaderos. Lo abre y descubro que ahí adentro hay más carne. Le agradezco al buen hombre con un sonoro ronroneo y froto mi cabeza en su mano. Quisiera quedarme con él y seguir comiendo, sin embargo, hay alguien más que de seguro tiene hambre.
—Gracias, llevaré este alimento a casa —le maullo. Él quiere tomarme en sus brazos, no comprendo esa acción. Forcejeo hasta liberarme y tomo el objeto que guarda la carne, para finalmente regresar a mi hogar.
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B19
Science FictionUn joven gato gris es recogido de las calles por un científico, el cual trabaja en un famoso laboratorio japonés. Este felino recibe el nombre de "B19", convirtiéndose en uno de los muchos gatos que viven en aquel laboratorio. Sin embargo, nadie adv...