Capítulo 2.

434 49 32
                                    

Hoooolo. Bueno, no me gusta poner notas de estas, pero solamente quería avisaros de un par de cosas. Lo primero es que me ha costado un poco escribir este capítulo, ya que me bajó el período y pues viva la vida. :-) Lo segundo es que, a partir de los tres asteriscos (***), os agradecería que pusiérais la canción que os pondré en multimedia (Puppeteer, de Auryn). Es para darle más emoción al asunto y demás. 

En fin, eso es todo. Un besito.

 ____________________________________________________________

Al fin comenzó mi primer día trabajando de niñera. Ah no, que yo era policía criminal.

-Caaaarlos, no dejes las cosas por medio. ¡No cuesta nada ponerlo en su sitio!-así comenzaba yo a primera hora de la mañana, en pleno desayuno.

-Si tanto quieres tenerlo todo ordenado, lo colocas tú.-protestó como un niño chico.

-Pues cuando te coma la mierda, me avisas. Yo recojo lo mío, tú lo tuyo.-le respondí, comenzando a cabrearme ya.

Al acabar de recoger el desayuno (solo lo mío, la “cosa” que tenía como jefe no se iba a salir con la suya) me tiré en el sofá. Hice lo que tenía ganas de hacer el día anterior al llegar. Sonreí vagamente, mientras cerraba los ojos y dejaba que el brazo del sofá me aplastara el moflete derecho. Pero, de repente, me dieron ganas de pensar armas con las que matar. ¿Una navaja? ¿Un cuchillo jamonero? ¿Pistola? ¿Escopeta? ¿UNA MANADA DE TROGLODITAS PARA QUE SE COMIERAN SU CARNE CRUDA? ¡El muy había posado SU culo encima de MI culo! Y la verdad es que no era muy agradable, porque pesaba. Y mucho.

-Tienes tres segundos para quitarte.-murmuré bastante seria.-Uno... dos...-y no me dio tiempo a decir el tres porque se levantó de golpe.-Así me gusta.-sonreí de lado.

-Y luego soy yo tu jefe.-protestó.

-Te recuerdo que hoy es domingo, y que ya a partir de mañana empiezas a ejercer como el mandamás. Además, lo más seguro que aquí tenga que mandar yo. Porque vamos, viendo cómo eres...-rodé los ojos poniéndolos en blanco.

Gracias a Dios, el resto del día lo pasamos bastante tranquilo. Pero claro, tranquilo es teniendo nuestros pequeños roces. Eso nunca puede faltar. Después de cenar y, aunque parezca mentira, recogerlo todo entre los dos, nos fuimos a dormir.

                                                                                    ***

-Hummel, despierta.-escuché la voz de alguien que a la vez me meneaba. Me dediqué a gruñir, no tenía ganas de levantarme.-¡Qué te despiertes, joder!-me chilló al oído.

-¿¡Pero a ti qué coño te pasa, Marco!?-le grité abriendo los ojos de golpe, la respiración me iba a cien por hora, me había asustado un poco.-Son las tres de la madrugada, LAS MALDITAS TRES DE LA MADRUGADA.-añadí mirando el reloj que tenía en la mesita de noche.

-Si te llamo, es por algo importante. No me interesa estar contigo por la noche de mala ostia. Si eso sería ambos bebidos y yo echándote un buen polvo.-sonrió con picardía, pero se llevó una buena bofetada por mi parte.

-Ya es el segundo día que llevo conviviendo contigo y me vienes con estas. Como sigas así no vas a acabar muy bien, Marco.-susurré y mientras tanto él se llevo la mano a la cara.

¿¡Pero éste qué se había creído!? Se pensaba que iba a perder la virginidad conmigo, JA. Lo llevaba claro el rubio este. Juro que en ese momento me apetecía cruzarle la cara durante un buen rato. Tal vez toda la noche. Pero no podía. No. Y menos por lo que me había dicho.

-Ol...olvida esto.-empezó arrascándose la nuca bastante ruborizado.-Vine a decirte algo serio. Vístete. Tenemos trabajo. Ha habido un asesinato aquí al lado.-salió de la habitación.

Uh, comenzaba la acción.

Me vestí lo más rápido posible, con tonos azul marino. Una camisa, vaqueros largos, unos tacones negros un poco bajos y el pelo recogido en una alta coleta. Como dice un dicho español; <<Arreglá pero informal>>. Al salir de mi cuarto vi a Carlos esperando en la puerta.

-Vamos.-dijo serio, mientras agarraba mi mano y tiraba de mí con brusquedad.

Casi me caigo de bruces, sí. Pero bah, a él qué le va a importar. Cerré la puerta como pude, sí, y es que a punto estuve de no poder cerrarla.

-Ni que yo fuera la detenida, joder.-bufé.

Tras cinco minutos corriendo, llegamos a un callejón dónde había ocurrido todo. Ahí había más policías que saludaban a Carlos, pero claro, yo no les conocía. Y, en parte, tampoco es que me importara mucho conocerles.

Yo sé que no os haría mucha gracia que os describiera aquella escena pero, como soy tan “amorosa”, os lo explicaré con todos los detalles posibles.

Era un hombre, parecía joven. Mas de veinticinco años no podía tener, sus facciones faciales le delataban en ese sentido. Tenía una bala en mitad de la frente, como si estuviera atascada. Su cara, entera, llena de sangre. También le salía sangre por la boca. Gracias a Dios, los ojos los tenía cerrados, porque podrían estar completamente blancos perfectamente. Era muy desagradable aquella escena, sí.

Un poco por detrás del fiambre, se encontraba una bolsa con polvos blancos. Pasé la cuerda por la que sólo podía pasar la policía y fui a olerlo, Carlos me miraba extrañado.

-Ya sé por qué a muerto. Por qué le han matado.-murmuré entre dientes.-Drogas. No habrá pagado lo suficiente y le han matado.-alcé las cejas.-Más obvio imposible.

-¡Por ahí!-oí un grito masculino, uno de los policías señalaba la calle de enfrente, al fondo.

Se apreciaba un pequeño punto a lo lejos, que corría y corría sin parar. Lo más lógico sería que fuera el asesino.

-Gango, yo me encargo.-gruñó Carlos.-Ese hijo de puta no se va a escapar así como así.-me miró.-Hummel, acompáñeme.-he de reconocer que cuando estaba en el trabajo era mucho más serio y... oh, sí, bueno, era más machote.

-De acuerdo.-fue lo único que pude decir, mientras asentía con la cabeza, antes de salir corriendo hacia dónde se encontraba aquel individuo. 

Me volvió a agarrar la mano, y eso que yo iba más rápido que él. ¿Qué te le había dado con cogerme la mano? No le entendía. Y desde luego que, después de lo que me dijo en mi habitación, las cosas no serían igual que antes. Si ya estaban mal, ahora estarían peor.

-¡Suéltame!-le grité y conseguí deshacer su agarre.

Corrí lo más rápido posible, hasta que conseguí estar muy próxima a él. Tenía la respiración entrecortada, el corazón me iba a mil por hora. Era mi primer caso, siendo el segundo día que estaba ya en New York. Por una parte estaba nerviosa por si se me escapaba, pero por otro lado confiaba en poder atraparlo. Confiaba en mí, aunque en algunas ocasiones esa pequeña confianza se esfumaba. Gotas de sudor caían lentamente por toda mi frente y por los laterales de mi cabeza, humedeciendo mis patillas. Expulsé una fuerte bocanada de aire, me estaba comenzando a agotar y el cansancio comenzaba a apoderarse de mí. “Que sea lo que Dios quiera”. Y, tras pensar esto, di el salto más largo que había dado en mi vida. No sé si fue porque estaba bien entrenada o, directamente, por pura potra; pero caí encima del asesino. Oh, sí, lo había aplastado contra el suelo. Y la verdad es que me sentía estupendamente, es como si hubiera desfogado, soltado todo, como si me hubiera desahogado a lo grande. Le giré la cara bruscamente, tenía por el bigote polvo blanco. Droga. Cogí la mochila que llevaba y ahí tenía la pistola, aún cargada. Gracias a ello confirmé que era el asesino.

-Queda detenido por asesinato.-murmuré exhausta, mientras le ponía las esposas. 

Marco, Agente Marco. {Carlos Auryn Fanfic}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora