Capitulo 4

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5 de junio del 1994

La mañana en donde Jose amaneció muerto en su apartamento en Madrid. Nadie sabe quien o como murió. La mañana no era comun, los pajaros no cantaban, el sol no quemaba solo se escuchaban los truenos y el desayuno no sabia delicioso como ayer.

Cuatro paredes blancas, veinte potes de pastillas, cien doctores y mil enfermeras. Un tubo perforaba mi garganta y mis brazos marcados. Los doctores me preguntaban como me sentía pero no se daban cuenta que estaba inconsciente solo escuchaba los comentarios malignos hacia mi de ellos los que amaban a José. Una bata blanca quitaba mi belleza y mi pelo despeinado me hacían parecer desquiciada, necesitaba un poco de labial, soy de esas mujeres que siempre se arreglan trataba de explicarles lo que paso pero mis labios no podian despegarse, mis ojos estaban abiertos inmoviles. Se que se han preguntado como van a morir y cuando estas inconsciente preguntas sobre la muerte te alborotan la cabeza nunca habia pensado en morir tan joven.

Paren de discutir lo que ya no importa. Luego de dos días desperté pero hubiese deseado quedarme como estaba. Me dolia la cabeza, me trajeron desayuno. Pancakes con huevo y jugo de frutas lo que desde niña he desayunado antes de salir al colegio pero no sabian que no podia moverme. Poco a poco me fui levantando cuando me atacaron todos con preguntas y llanto. 

-“ Señorita Lola, Recuerda lo que hizo antes de llegar aquí.”-  me pregunta el Doctor Gregorio eso dice su tarjeta.

-“ No, no se ni porque estoy aquí, quiero a mi mamá”- El doctor se rio.

-“ NO TE HAGAS LA IDIOTA! FUISTE TU!”- me gritaba una mujer de edad mediana, nunca la había conocido. Es una mujer hermosa pero ya no porque esta molesta.

-“ Perdone doctor pero no recuerdo de nada, espere como usted sabe como me llamo?, quiero ver a mi madre”-

Ignoraron mi pregunta, veía como esa mujer seguía peleándole a el doctor para que me sacara la información que ella quería. 

-“ Doctor ayúdela pero ayudenos a nosotros también”- dijo alguien que no supe diferenciar su tono de voz, no sabia si era una mujer o un hombre aunque hablaba demasiado de suave para ser un hombre asi que era una mujer.  

No me gustaba esta bata blanca para nada, ni me gustaban estas cuatro paredes. Era el manicomio mas tétrico que hay en Madrid. Los otros pacientes que iban allí se escuchaban gritando y hablando por los pasillos. Estaba tan aturdida, la cabeza me quería explotar y la enfermera seguía insistiendo porque me tomase ocho pastillas que me tocaban por la mañana, rojo, azul con verde, verde, amarillo, rosada con blanco ( mi favorita), marron para las diarreas, anaranjado para el dolor y la blanca. Dando vueltas en mi cabeza hay alguien que no puedo sacar  sabe que amo el chocolate caliente que el compra en la cafetería de Francisco,  quisiera saber donde esta porque no viene, no recuerdo quien es solo recuerdo sus dedos acariciando mi rostro y sus labios tocando los mios . Creo que no sabe donde estoy. No sabe lo que me paso. Luego de tanto pensar le dije a la enfermera que por favor llamaran a Jose.

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