Secretos

Capitulo 2

5 de enero del 1992

Una mañana fría, espero el avión sentada en el aeropuerto de San Juan, Puerto Rico. Bebiendo una margarita se que aun no puedo comprar bebidas alcoholicas pero esta margarita especial hecha para mi no tenia alcohol, mirando el sinnúmero de personas que van caminando para llegar a el avión que los espera, algunos van corriendo, otros van con su laptop vestidos con gaban y trajes y millones de familias. Ya comienzo a extrañar el calor, las playas, mi familia, las fiestas y mi vida normal. 

Interrumpiendo mis pensamientos se me acerca un joven con cabello negro, tez morena y cuerpo ancho. Mi mente solo pensaba en las ganas de que se fuera a Madrid conmigo.

-“ ¿Cuál es tu vuelo?”- pregunta, el sorbo de margarita bajo por mi garganta atascandose y dejandome sin aire. 

-“ ¿Perdon?”-

-“ 908 destino Madrid”-

-“ Casualidad.”-

-“ Cariño las casualidades no existen, todo tiene un propósito, ¿sabias?”-

Siento que lo conozco. Creo que tuve un deja vu aunque estoy casi segura de que lo he conocido. Deja vu es la sensación de haber pasado con anterioridad por una situación que se ha producido por primera vez. Lo empiezo a buscar por todos lados y no lo veo. Quiero saber donde lo he visto, como lo conozco, entro a "facebook" buscando mis amigos a ver si hay alguien similar pero nadie se me parece. En mi búsqueda sono el intercom de entrada al avión y lamentablemente tuve que entrar.Miraba el sol como iluminaba la ciudad y el rostro de la multitud y pensaba en como quisiera ser un sol. Brillar en un mundo donde solo eres un numero mas, dejar su huella en el mundo para que todos estén orgullosos de ella.

Vuelve el joven con quien platicaba en el restaurante y sentí mariposas en mi estomago. Llegaba con la respiración agitada y con una sonrisa en su rostro

-“ Nos volvemos a encontrar, maravilloso! ¿no?”-

Siete horas y medias con el a mi lado podían volverse las peores o las mejores horas de mi vida. Ya estaba formulando las preguntas que tenia. Para empezar le pregunte su nombre. Se llamaba Jose iba para Madrid a estudiar al Instituto de Ciencias Medicas, espero que quede cerca de donde yo este. El avión empezaba a despegar, Jose miraba por la ventana.

-“ Despedirse es triste”-  dijo Jose llorrando en la ventana y hablaba sobre todo lo que le hacia su madre para comer

Me había quedado dormida y miraba al reloj porque ya quería llegar, mire para ver donde estaba Jose, no estaba a mi lado. Busque mi libreta de apuntes y escribi el dia en que conoci a Jose, como lo conoci y en donde. Acordarse de momentos tan gratos como estos valían tanto.

Jose llego con dos galletas de chocolate, regalandome una. Los padres de Jose se habían divorciado desde que el era pequeño, su padrastro vivía con el y no era tan cariñoso como lo solia ser su padre. La madre de Jose era muy cariñosa y se preocupa por el. Le relate a Jose sobre Juan, sobre mi trayecto como bailarina, sobre mi familia y mi vida.

Llego el momento de bajarnos del avión, ya sentía la brisa de Madrid, las voces españolas y la diferencia de lugar. Habian sido ocho maravillosas horas que parecían minutos vueltos en segundos que nunca debieron acabar. Fuimos juntos a buscar las maletas, el aeropuerto era gigante, tenia trenes que nos llevaba a diferentes partes del mismo aeropuerto. Jose me agarro la mano y juntos empezamos a caminar. Agarrarle la mano me hizo creer que había encontrado seguridad. Luego de buscar las maletas al frente del aereopuerto, esperábamos por un taxi, se oia la gente hablando sobre su trabajo que iban a empezar en Madrid, sobre la familia que iban a ver, muchos besos de esposas que no han visto a sus esposos desde un largo tiempo.

Jose me miraba fijo a los ojos transmitiéndome un mensaje que se me hacia difícil entender pero ni decir una palabra basto para que me diera el beso que deseaba desde que lo vi, el beso que movio cada musculo de mi cuerpo, el beso que me hizo enamorarme mas y mas de el. El beso que me hizo entender que era lo que yo quería. Conocemos personas que empiezan a darle vueltas a nuestras vidas creando en nosotros otra persona. Tarde o temprano se tenia que enterar.