Ese día Leo se encontraba en la sala de máquinas de argo ll, tratando de reparar el astrolabio que encontró en la guarida de esos dos enanos. Tenía que arreglarlo. Pero no podía, sabía que algo faltaba; una pieza importante, sin embargo no tenía planos ni nada.
Frustrado lanzó todo lo que se encontraba en su mesa de trabajo y soltó un grito de desesperación. Tenía que repararlo, era la única forma de volverla a ver. Por otro lado, últimamente había estado muy ocupado, que si la cubierta necesitaba más armas, que si las chicas querían espadas como las de Jasón y percy, que si tenía que agregar más habitaciones porque Nico volvería en unos días y no quería usar la habitación del entrenador, en fin, tenía un montón de trabajo; y por ende, tenía menos tiempo para arreglar ese estúpido astrolabio... "no, no es falta de tiempo, es falta de interés, ¿no es cierto?" susurró una vocecita en su cabeza, y Leo muy en el fondo sabía que era verdad.
Desde hacía un par de semanas, no, tal vez desde antes, comenzó a sentirse extraño. No le interesaba tanto buscar a Calipso, pero una parte dentro de él lo obligaba. Se sentía culpable, probablemente él fuese el único que podría ayudarla, y sin embargo, aprovechaba cualquier excusa para dejar ese proyecto; y le incomodaba el hecho de que alguien (Piper) se diese cuenta de ello, pues su amiga no dudaría en recriminarle el dejar a esa chica varada en una isla. Además, se supone que es un héroe, y estos no andan dejando a nadie tirado por allí. Leo no era como... ¡Rayos! Debía dejar eso atrás, sabía que era culpa de los recuerdos, estos le infundían pavor...
Tenía miedo, mucho miedo, desde ese desliz desarrolló un enorme miedo a las relaciones, siempre pensaba que esa persona lo dejaría, y eso temía de Calipso. Le atemorizaba que al sacarla de la isla, ella conociera a otros chicos y lo dejara por alguien mejor, aunque también le preocupaba que fuese él quien la dejara; en ambos casos era malo, ya que ninguno de los dos soportaría que su persona especial los cambiase, no de nuevo.
Es decir, a la castaña le habían roto tantas veces el corazón. Cada chico del que cuidaba, aquel que protegía, al que le brindaba su compañía, aquel del que se enamoraba (porque esa era la maldición) terminaba dejándola allí, otra vez sola. Lo peor era que todos juraban volver a rescatarle y nunca lo hacían. Pero Leo era diferente, él no era un traidor.Observaba con detenimiento el objeto frente a él, cuando las alarmas sonaron, avisando que algo/alguien había abordado el barco. Leo, feliz de tener otra excusa, pero también con la culpabilidad instalada en su pecho, salió disparado a cubierta para ver de qué se trataba.
Al salir vio que toda la tripulación (por el momento solo los 7 chicos de la profecía) se encontraba rodeando algo, no, más bien a alguien, al acercarse se dio cuenta de que era Nico, quien había vuelto de su viaje con Reyna para devolver la Atenea paternos. Leo se puso feliz ante la llegada del rey de los fantasmas, pues desde que lo habían rescatado de la vasija en donde se encontraba, se habían vuelto buenos amigos, a él realmente le agradaba Nico. Claro, el pelinegro no era la persona más sociable o más alegre, pero una vez que lo conoces es agradable, además, Leo no quería verlo solo, él conocía la soledad y sabía que no era bonita. Se atrevería que sentía la necesidad de no dejar a nadie solo, ya fuese Calipso o Nico, ambos siempre estaban sin compañía, y él, el chico reparador, se encargaría de que eso cambiase.
-Hey, volviste antes-dijo a manera de saludo el latino- Tu habitación aún no está lista.
-Hola, también me alegro de verte -Respondió el rey de los fantasmas- No te preocupes, puedo dormir en la habitación del entrenador hasta que esté lista.
-Nico, debes estar cansado -Esta vez quien hablo fue Hazel- Ven, te llevo a la habitación para que descanses.
Antes de que su hermana levantase a Nico, este alzó su mano en protesta.
-Hazel, espera, necesito hablar con Leo –Le miró con gran seriedad- Tengo algo importante que decirle.
-Hazel, si quieres yo llevo a Nico, así hablamos.
Nico movió la cabeza afirmativamente, por lo que Leo lo ayudó a levantarse y lo apoyó en él. Sin embargo, el hijo de Hades se separó bruscamente de él y comenzó a andar. De haberse tratado de otra persona, se habría sentido ofendido por el gesto, pero sabía muy bien que Nico no era muy fan del contacto humano, así que lo dejó pasar.
En el camino a la habitación, Nico casi se cae de lo débil que estaba, así que Leo lo apoyó en su hombro, y casi pudo jurar que vio a Nico sonrojarse, casi. Bien sabía que el azabache protestaría, pero no lo dejó.
-No me importa si no soportas que la gente te toque, estás débil y necesitas ayuda.
Nico no respondió, sólo desvió la mirada. Una vez que llegaron a la habitación del entrenador, Leo condujo a su amigo a la cama, este se zafó de él y se recostó. Leo arrastró una silla que estaba por ahí y se colocó al lado del rey de los fantasmas.
-Bien, de que querías hablar, Nico.
-Leo, sé que esto será difícil para ti, pero –cerró los ojos, como para armarse de valor y cuando los abrió, por primera vez en el día miró al hijo de hefesto a los ojos- Cuando llegué al campamento, me encontré con una joven hermosa, de pelo castaño, vestida con ropa griega...
No, no, no podía ser... Nico continuó.
-Me dijo que se llama Calipso...
-¿Qué?, ¡No, no puede ser!
-Cuando ella se enteró de que venía a reunirme con ustedes, me pidió que te diera un mensaje-Nico no podía decir si Leo estaba feliz o triste, pero de algo estaba seguro, no le iba a gustar nada el mensaje de Calipso- Ella me dijo: "cuando veas a Leo, dile que lo entiendo, que sé cómo se siente y que yo también me siento así, pero que no se preocupe, ya no tiene que cumplir con esa promesa" No sé a qué promesa se refería, pero...
- Estás mintiendo, ella no pudo decir algo así, además, ¿Qué haría ella en el campamento mestizo?
Tenía que tratarse de una broma, porque Calipso no pudía salir de la isla, y, de haberlo hecho, no rompería con él de esa manera, o ¿Sí?
Nico esperó a que Leo sopesara el mensaje durante unos minutos, luego insistió:
-Es verdad.
Nico sabía que era mejor dejarlo solo, por lo que a duras penas se levantó y se dirigió a la salida, se detuvo en la puerta y se giró a Leo.
- Te estoy diciendo la verdad, si no me crees, mándale un mensaje iris, además ¿Por qué habría de mentir?
-Lárgate.
Antes de que el hijo de la oscuridad pudiera reaccionar, Leo le lanzó algo (Nico no supo que fue) que le dio en cabeza e hizo un corte cerca de la ceja; sin decir nada más, cerró la puerta y se fue, dejando a un confundido y triste Leo dentro.
- ¡Dioses! ¿Qué demonios está pasando?
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¡El primer capítulo reescrito! Espero que les guste, creo que si se nota la diferencia, para empezar, la ortografía, un poco más de drama y un poquitín más largo :D