Sueño

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Una voz y un olor nostálgicos; una luz y una calidez agradables.

Me encuentro apretado contra una persona muy importante para mí, encajados a la perfección, sin ningún espacio entre nosotros. Estamos unidos de una forma que resulta difícil de comprender. No siento ni un atisbo de preocupación ni soledad, como cuando era un bebé y me aferraba al pecho de mi madre. Un sentimiento de lo más dulce, de no haber pedido a nadie aún, envuelve todo mi cuerpo con fuerza.

De repente abro los ojos.

El techo.

Mi habitación, por la mañana.

Estoy solo.

En Tokio.

Ah, claro.

Claro, estaba soñando. Me levanto de la cama.
En dos segundos, esa sensación de unidad tan cálida que me había envuelto hasta hacía apenas unos instantes se desvanece. Sin dejar vestigio alguno, sin eco que perdure. Sucede de un modo tan abrupto que, casi sin darme tiempo a pensar en nada, se me saltan las lágrimas.

Por las mañanas, lloro sin motivo aparente al despertarme. Es algo que me ocurre de vez en cuando.

Pero nunca logro recordar lo que estaba soñando. Me miro fijamente la mano derecha con la que me he secado las lágrimas. En el dedo índice aún reposa una.  Las lágrimas que me habían humedecido el rabillo del ojo se secan y desvanecen, igual que el sueño de hace unos instantes.

Hubo algo importante en mi mano.
Hace tiempo.
Pero no se qué.

Me doy por vencido. Me levanto de la cama, salgo de la habitación y me dirijo al aseo. Mientras me lavo la cara, me da la sensación de que, una vez, me sorprendí ante la temperatura tibia y el gusto de esta agua. Me quedo absorto mirando el espejo. Un rostro más bien insatisfecho me devuelve la mirada.

Peino un poco mi pelo mientras me miro distraído el espejo. Paso los brazos por las mangas del traje de primavera.

Desenvuelto, me ajusto la corbata que ya por fin me he acostumbrado a anudar y me pongo el traje.

Abro la puerta del apartamento.

Cierro la puerta del apartamento. Delante de mí...

... Se extiende el paisaje urbano de Tokio, al que ya estoy acostumbrado. Igual que hace tiempo memoricé de forma natural los nombres de las montañas, ahora ya sé nombrar algunos de los rascacielos de la metrópoli.

Paso rápido por las máquinas de acceso de la estación repleta de gente, bajo las escaleras mecánicas...

... Y me subo al tren para ir a trabajar. Me apoyo en la puerta y observo el paisaje que fluye ante mí. La ciudad está a rebosar de gente; en las ventanas de los edificios, en los coches, en las pasarelas.

Encima de mí, un cielo primaveral de un blanquecino impreciso. En un vagón que transporta a un centenar de personas, en un tren que lleva a un millar de personas y en una ciudad con miles de trenes que fluyen por ella, observo.

Y como ya inconscientemente hago siempre, contemplo la ciudad.

Me quedo absorto...

... Y busco a una persona. A una única persona.

Distraído...

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Your Name - Yoonmin {Adaptación} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora