Comienzo (Parte 3)

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Descendemos por una estrechísima cuesta de asfalto y bajamos unos cuantos escalones de piedra. La sombra de la montaña deja de cobijarnos y enseguida los  rayos de sol nos bañan por completo. Más abajo se extiende un lago, el lago Itomori. La luz reflejada en la superficie, completamente en reposo, brilla sin fin. Un cielo azul con nubes blancas arropa las sierras teñidas de un verde intenso. A mi lado, una niña con la típica mochila roja de colegiala y dos coletas anda dando saltitos sin ninguna razón en particular; y luego estoy yo, un chico de instituto con las piernas relampagueantes al sol. Me pongo de fondo una majestuosa pista musical de instrumentos de cuerda. Oh, parece el opening de una película de anime. Para que quede claro: vivimos en medio de la nada, en el típico pueblecito japonés de esos que parecen chillar "era Shôwa"*.

Al cabo de un rato de separarme de Lisa delante de la escuela del pueblo, alguien grita a mis espaldas:

  —¡Jiiimiiiin!

Son Taehyung, que pedalea con cara de pocos amigos, y Chaeyeon, sentada alegremente en el portaequipajes trasero de la bicicleta y sonriendo.

  —¡Bájate de una vez, ¿Quieres?! —refunfuña Taehyung.

  —Lo que tú digas, aguafiestas.

  — Que no eres peso pluma, precisamente.

  — ¡Pero serás maleducado! 

Así, de buena mañana empieza de nuevo el espectáculo. Yo lo llamo "El gag del matrimonio de cómicos", pero está claro que es su forma de tirarse los trastos.

  —Qué bien os lleváis ¿eh?

 —¿¡Qué dices!? —me responden al unísono. No puedo evitar echarme a reír ante su sincronizada y abnegada negación.

Mi cabeza cambia de pista y ahora la banda sonora pasa a ser un rítmico solo de guitarra. Somos mejores amigos desde hace ya diez años: Chaeyeon, de constitución pequeñita, con flequillo recto y dos trenzas; y Taehyung, larguirucho y con el pelo algo más largo que los demás chicos de la clase, con un peinado totalmente a la moda de Tokio. Siempre están como el perro y el gato, pero sus conversaciones son tan fluidas que, en secreto, no puedo evitar preguntarme si no estarán hechos el uno para el otro.

 —Jimin, hoy llevas el pelo normal ¿eh?  —me dice chaeyeon, que ya se ha bajado de la bicicleta, con una extraña sonrisa de suficiencia, mientras acaricia las hebras de mi pelo. Me he peinado como siempre: el pelo desordenado, con un mechón grande hacia el lado y el resto del pelo hacia detrás.

  —  ¿eh? ¿El pelo? ¿Cómo? 

Ahora que lo pienso... Me viene a la mente la extraña conversación en el desayuno. "Hoy estás normal" decía mi hermana. ¿Entonces esto significa que ayer estaba raro? Intento recordar lo que hice ayer, pero Taehyung me interrumpe:

  —¡Eso mismo! ¿Tu abuela  ya te ha purificado de arriba a abajo? —me pregunta con rostro preocupado.

 —¿Que si me ha purificado?

 — ¡Seguro que estabas poseído por el espíritu de un zorro!

 — ¿¡Pero qué dices!? —No puedo evitar gruñirle ante semejante salida 

Chaeyeon, exasperada, intercede por mí:

  — Vale ya, ¿no...? ¿Podrías parar de relacionarlo todo con el ocultismo? ¡Lo que pasa es que Jimin estaba estresado! ¿A que sí?

¿Estresado? 

 —A... A ver, un momento. ¿De qué habláis?

¿Qué le pasa a todo el mundo hoy, que se preocupan tanto por mí? Ayer... Ahora mismo no me viene la memoria, pero seguramente fue un día como otro cualquiera.

¿...Eh?

¿Seguro que lo fue? Ayer, yo...

"¡...Y por encima de todo...!"

Una voz profunda y amplificada por un megáfono interrumpe mis pensamientos.

Enfrente de una fila de invernaderos, en un parking al descampado excesivamente grande que gestiona la municipalidad, se encuentran apelotonadas una docena de personas. Y en el centro, de pie y sosteniendo un  micro, hay un hombre ostensiblemente alto y de expresión determinada. Mi padre. En la banda que le cuelga en diagonal por el torso trajeado y que lleva con orgullo se puede leer "Alcalde en funciones Toshiki Park". Se tratará de uno de sus discursos de campaña en vistas a las elecciones municipales.

 —...Y por encima de todo, es absolutamente necesario seguir saneando las arcas públicas a fin de dar continuidad a nuestro proyecto principal: revitalizar nuestro municipio! Cuando lo logremos, conseguiremos crear al fin una comunidad segura y tranquila para todos. Así que, como alcalde en funciones, mi deseo es llevar a buen puerto todas estas propuestas con las que, gracias a su confianza, he tenido el honor de involucrarme hasta la fecha. ¡Quiero seguir puliendo nuestro hogar! Y con energías renovadas, ¡deseo con todas mis fuerzas seguir capitaneando este pueblo a fin de crear una comunidad en la que todos, desde los más pequeños hasta los más mayores, podamos vivir en harmonía! ¿Este es mi cometido, mi promesa renovada...!

Habla de un modo tan entusiasta y profesional que me recuerda a los políticos que veo por la tele y no puedo evitar sentirme turbado ante el contraste que presenta dando semejante discurso en medio de un parking rodeado de campos de arroz. Los susurros que oigo a mi alrededor ("total, Park volverá a ganar la próxima legislatura. Todos lo dicen sí") solo contribuyen a ponerme de peor humor.

 —¡Hey, Park!

 —Buenos días.

Lo que me faltaba. Un grupo de tres compañeros de clase que no me cae particularmente bien se acerca y se dirige hacia mí. En el instituto forman parte del escalafón de los guays y popus, por lo que a la mínima de cambio nos tiran pulla a nosotros, los de la categoría de los sosos.

 —El alcalde y su contratista  —musita uno de ellos que, de forma casi estudiada, se voltea para observar a mi padre, que sigue con su discurso. Al fijarme compruebo que junto a él se encuentra el padre de Taehyung, con una sonrisa de oreja a oreja. Lleva puesta la chaqueta de trabajo de su empresa constructora y en el brazo se ha atado una banda con el texto "Apoyamos a Toshiki Park". A continuación nos mira a Taehyung y a mí y prosigue—. Y los hijos van igual de juntitos. ¿Los habrán obligados sus padres?

Serán zopencos. Sin dignarme a responder, me dispongo a poner pies en polvorosa. Taehyung aguanta el tipo y se queda impávido, y solo Chaeyeon pone cara de apuros.

 —¡Jimin!  —grita alguien con fuerza. Doy un respingo y siento que me falta el aire. No me lo puedo creer. Mi padre, que hasta hace apenas unos instantes había seguido con su discursito, ha apartado el micro y ha alzado su voz hacia mí. Todos los que le escuchaban se giran al unísono y me observan —. ¡Anda con la cabeza bien alta! 

Me pongo rojo como un tomate. Es todo tan absurdo que me entran ganas de llorar. Evito echar a correr con todo el autocontrol que soy capaz de reunir y me alejo a grandes zancadas de allí.


El ruido de la tiza sobre la pizarra produce un ruido seco mientras la profesora escribe algo parecido a un tanka**

   —De la forma antigua de escribir el verso "Quién es él" en el japonés clásico proviene la etimología de la palabra ocaso. Sabéis a qué se refiere el término ocaso,  ¿verdad? En otras palabras, es el crepúsculo; un periodo de tiempo que no es ni la tarde ni la noche. 

Yo, sin atender mucho a lo que explica, paso la página de mi libreta mientras cavilo un poco sobre el tema, y me encuentro con unas letras bien grandes escritas en una página que debería estar en blanco. 

¿Quién eres?

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* : Periodo de la historia japonesa que va desde 1926 hasta 1989

**: Un tipo de poema corto japonés 


Your Name - Yoonmin {Adaptación} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora