Mi nuevo amigo

7 4 4
                                    

Hola, solo quería decirte lo mucho que te extraño, fui una tonta al hacerte este daño, pero sé que tú eres fuerte y como siempre saldrás adelante. Ya no me importa poder escapar, solo quiero que recibas este texto que con mucho amor he escrito madre. Y claro arrancar la maldita cabeza de la tonta de Minora.

-Con amor Mía Eri...

Así he comenzado a escribirle a mi madre para mantenerme cuerda, aunque en realidad yo sé que lo estoy escribiendo para mí misma, ella nunca leerá estas estupideces. Todas estas notas de niña tonta la guardo en un cajón en casa, ya que por algún motivo el laboratorio de mi padre no está, es como si simplemente hubiese desaparecido, yo quería pegarlas en el pizarrón de mi padre porque no sé, ese pizarrón es genial. No sé porque ocurre esto aquí dentro, si en realidad es un parte importante de mis recuerdos, tal vez Minora le teme a ese lugar, pero no tengo clara ni mi propia razón, mucho menos sus motivos.

No sé si ya me volví loca, pero ya no me afecta el estar aquí, creo que finalmente eh bloqueado mi mente de Minora, ya no la siento, ya no la veo, de pronto estoy aprendiendo a controlar este mundo, como hacer que los precios de la comida cambien o tener dinero demás en mis bolsillos, por lo que Minora reinicia muy constantemente mi día a día al ver que hago esto. Pero ya no me importa, no sé si me estoy resignado o que ocurre conmigo, quizá me volví estúpida, no sé, no sé, no sé, no sé, son las palabras que más se mantienen en mi mente, "no sé" si esto sea una ventaja o una desventaja. La verdad creo que empiezo a divertirme de nuevo, como esos primeros días de estar atrapada aquí, quizá esto sea algo cíclico y a los meses de nuevo odie este lugar, la realidad es que "no sé". Puffff jajajjajaha nariz, jajajaja acabo de notar lo graciosa que es la nariz de mi mamá, no me juzguen estoy sola.

Aunque sé que no es en absoluto necesario que vaya a hacer las compras, hoy me levante con ganas de hacer las compras, yo siempre digo que odio ir a hacer las compras, pero realmente me divierto mucho en hacerlo; hoy me levante con ganas de ir al centro comercial, de seguro era la "ija eh u mare" de Minora que me metía esas ideas drogadas a la cabeza. Sabía que era una mala idea hacerle caso al impulso de idiotez llamado minora, pero seguí yendo a aquel sitio con música en los oídos y moviendo alegremente los brazos, el impulso de idiotez aumento, me llevaba más rápido, y ese sentimiento de satisfacción que envenenaba mi cabeza, era fabuloso.

Llegue a las puertas del centro comercial, ese lugar es como cientos de tiendas metidas en un enorme estadio. Cuando era pequeña recuerdo como era tan solo una pequeña plaza comercial con 10 tiendas pequeñas y una grande, claro eso era cuando aún venía de la mano con mi papá. Ahora este lugar es gigantesco, tiene 5 pisos y 20 tiendas en cada uno, mi piso favorito es el de la comida rápida. Pero no tenía ganas de ir a ese piso algo me hacía querer repudiarlo, subí por las escaleras eléctricas hasta el segundo piso. En la primera mesa con sillas que vi, tome una silla y me senté sobre la mesa, rompiendo las reglas sociales como siempre, en la otra deje el bolso de mi madre que cargue desde casa.

Madre, hoy estoy en el centro comercial. Recuerdo aquellos bellos días donde veníamos aquí con mi padre. Hacíamos las compras, luego él me compraba un helado, y juntos nos sentábamos en una banca a observar detenidamente aquel sitio. Aún recuerdo cuando me di cuenta de que las personas hacían y hacían lo mismo sin importar que pasara el tiempo, como sabía lo que iba a hacer una persona por pequeñas acciones o emociones en su rostro, ese día papá se emocionó tanto que comenzó a investigar. Mejor hubiera mantenido la boca cerrada y quizá el estuviera aún con nosotras. Me odio, me odio, siempre arruinó todo, y lastimo a todos. Merezco haberme quedado sola....

De pronto un sonido de cosas cayéndose me distrajo de escribir mi nota, me exalte, tome la bolsa, me levanté y me fui de ahí muy rápido. La música del centro comercial comenzó a tocar, esto parecía una maldita película de terror. Me iba a ir a casa corriendo como vieja loca, que combi ni que caminar ni que ocho cuartos, pero de nuevo me entro esas ganas de hacer las compras. Entonces como buena demente atrapada en el mundo de otra demente, entre a la tienda de autoservicio más grande, no diré marcas, porque aquí nadie me va a pagar por promocionarlos.

Tomé mi carrito, y comenzó a sonar la típica música de supermercado, ya saben, tututurutututu, y yo le seguí el ritmo silbando como tonta. Iba ahí, caminando, como la adulta que no soy, a realizar deberes innecesarios para salir de la horrible cotidianidad. Por cada pasillo sólo tomaba las cosas que me gustaban, después de todo las iba a comer sola y yo iba a pagarlo. Cuando me dirigía a la caja, aunque es obvio que no iba a pagar nada, pues no hay cajero, vi un hermoso pijama de unicornio, y como buena adulta responsable comencé a probarme una, no había negras así que tome la más similar a este color, una rosita. Me la estaba probando y las luces comenzaron a parpadear, cada vez era menos intermitente. Y yo salí de ahí muy rápido y con estilo, montada sobre el carrito, lo que todo adulto hubiera hecho. Como era el segundo piso también bajé las escaleras sobre el carrito, atravesé la puerta giratoria de la entrada como un relámpago. Y el carrito se detuvo justo en la parada de taxis, y si, apareció un taxi con una nota.

Deja tus cosas en la cajuela, ve a comer algo y luego a casita :3

Lo extraño de esta nota es que no tenía firma como todas las demás y tenía ":3", que susto es otaku, pero claro que a mí me valió caca, como mi cuerpo abandonado en un hospital hace meses. Tome el carrito, lo levante como si de un juguete se tratase, después de todo es mi mundo y hago lo que se me pegue la gana ¿o no, Minora? Eché todo a la cajuela de una manera bruta y mal hecha, como si no hubiera un mañana, al final solo puse cuidadosamente mi pijama sobre toda la cochinada que acababa de hacer y cerré la cajuela. Creo que después de todo lo anterior Minora pensó "esta cosa ya está bien loca, o sea no bebé. contrólate", bueno tal vez no exactamente eso, pero supongo que algo parecido.

Debía ir a la zona de comida rápida del tercer piso, es el lugar perfecto para almorzar, así que fui al cuarto piso por el elevador lejos de esa zona. Ahí me compre un delicioso helado de vainilla con chocolate, claro que "comprar" es relativo porque hoy no tengo dinero, y no hay a quien pagarle, y, yo misma me serví, yo hice el trabajo difícil servir todo el helado que se pueda en un cono sin morir en el intento. Por simple curiosidad me dieron ganas de acercarme al balcón y ver a la zona de comida. Mis ojos se abrieron grandes, y mis pupilas se hicieron chiquititas, pues es que, pues, ¡VI A UNA PERSONA ALLÁ ABAJO! Fruta vida, si me estoy volviendo loca, envíen ayuda pronto. Me caí de sentón, pero cuidando siempre mi helado, al cual le di una mordida para tranquilizarme. Me volví a levantar, mi sangre se heló al ver que la "persona" se percató de mi presencia y venía para acá. No me quedo de otra que abandonar a mi querido helado en una maceta y salir corriendo, pero me arrepentí y volví a darle una última mordida para despedirme, luego si corrí lo más rápido que pude. Sabía que era algo peligroso confiar en algo de este mundo, Minora es peligrosa, no podía confiar en esa persona tampoco, era tan solo una ilusión. Corrí y corrí, hasta que llegue a una tienda que tenía cosas de bomberos por afuera, así que creí que tendría algo para defenderme adentro. Efectivamente, casi a la entrada estaba un hacha que levanté con ambas manos, y la dirigí hacia la entrada.

La persona esa, estaba afuera de la tienda, no entraba, aun así, yo estaba lista para volar su cabeza. De pronto la persona entró, despacio, y con las manos levantadas. Baje mi hacha al ver esto y no se ni porque, si me estoy volviendo loca. Pero es que era un muchacho que se veía mayor que yo, tenía lágrimas en los ojos, y me veía como su no hubiera visto a otra persona en muchos años, creo que fue lastima lo que sentí.

Puede que lo dejara vivir, pero no iba a esperar a ver que tenía planeado a hacer, después de todo no puedo confiar en nadie, absolutamente en nadie. Y como ya era costumbre hoy salí corriendo lo más rápido que pude, el intento detenerme, pero no pudo, ja, débil. Mientras bajaba corriendo las escaleras escuchaba como gritaba algo, pero mi cerebro no hilaba las palabras, así que no entendía nada de nada, era como si hablase al revés y en clave morse. Él me perseguía, no se rendía, así que subí al taxi y lo conduje yo misma, parecía conductora de fórmula uno, pero con un taxi viejo y feo.

Llegando a casa baje todas las cosas envueltas en el pijama y las tire por ahí en el pasillo. Cerré la puerta con seguro, me fui al cuarto de mi madre que también cerré con seguro y me envolví en las cobijas...Porque no sé, es lo que yo haría...

Insiente®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora