Hablar con extraños no lleva a nada bueno

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Hoy como todos los días me quede hasta tarde en el laboratorio de mi padre, analizando sus bitácoras y teorías. Era ya muy tarde pero no podía detenerme, esta vez me parecían más interesantes y creíbles de lo normal. Ya era media noche, mañana tenía escuela, tal vez ya debí irme a casa hace varias horas, tal vez debería irme ahora, recostarme en mi cama y dormir. Apenas y pasaba por mi mente aquel pensamiento, cuando ya me había caído dormida en el escritorio de mi padre, con su última bitácora aún en mis manos, la bitácora de "la muerte" de Dina.

De pronto estaba en un sitio oscuro, flotando en lo que parecía ser éter, a pesar de eso podía respirar perfectamente, no estaba ahogándome como lógicamente debía pasar. Veía las burbujas subir a la oscuridad absoluta en cada suspiro y un brillo azulado naciendo por debajo. De un momento a otro las burbujas dejaron de subir, y ahora caían a un negro penetrante y la luz ahora roja estaba sobre mí. De aquel negro surgió una figura femenina, un total estereotipo de mujer en mi opinión; pechos de gran tamaño y en su sitio, caderas amplias, cintura pequeña, ojos grandes, labios gruesos, nariz pequeña y pelo largo. Parecía estar desnuda pero cubierta en su totalidad de aquel negro que nos rodeaba, sus ojos parecían tan solo dos leds rojos e incandescentes que apuntaban a mi rostro; y en la punta de sus manos, pies y cabello había manchones de tonos rojos complementando perfectamente.

Cualquiera hubiera entrado en pánico y gritado como un demente, creo que realmente no es mi fuerte entrar en pánico por cosas como ésta, sinceramente me emocionaba de maneras que no puedo expresar.

Aquella mujer me miraba fijamente, aun no entiendo el porqué, pero entre más tiempo pasaba, esa mirada se volvía más pesada, me hacía querer soltar las lágrimas y llorar a todo pulmón, con gritos ridículos y el maquillaje corrido como en las telenovelas, así es, dramáticamente. Cuando una pequeña lágrima comenzó a caer por mi mejilla, la mujer decidido hablarme finalmente, de sus gruesos labios salió una dulce y profunda voz diciendo:

-Vaya, la hija de Henrik, un gusto volver a verte. pero dejemos las formalidades y vayamos al gra...

-Por que habríamos de dejarlas, yo amo las formalidades. Puede que tú sepas quien soy y que hago aquí, contrariamente yo no sé quién eres tú ni que hago aquí. –conteste interrumpiendo su predecible frase -

-Tienes razón, que grosera eh sido, mi nombre es Minora, y este es mi reino. -Menciono señalando alrededor con ambas manos y haciendo una reverencia. - Y tú, tú mi linda y dulce niña estas aquí para hacer un trato conmigo.

- ¿Un trato? –pregunté desconfiada. -

- Claro un trato, es muy sencillo. Escuché que tienes problemas con los demás, se cómo se siente, saber que este no es tu sitio, pero tener miedo se escapar. -Declaro de una manera firme y segura.

Sabía que no debía escuchar a alguien así, seguro quería robarse mi alma o algo similar, pero, tenía razón, realmente sabía que no estaba a gusto en mi sitio y temía lastimar a alguien al escapar. Así que decidí escuchar su trato, sin embargo, si me pedía mi alma me negaría, la estoy guardando para algo más importante.

-Sólo escúpelo, de una vez, no puedo quedarme escuchándote toda la noche. -le dije apresurada e indiferente, aunque no tenía a donde ir en realidad, ni siquiera sabía en donde estaba.

-Pues verás, te llevare a mi mundo, ahí podrás vivir tranquila, sin lastimar a nadie. Es un lugar increíble puedes hacer lo que tú quieras...

-¡Incluso! estar sola en el mundo -exclamé desesperada, después de todo era la única solución que veía para mi problema.

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