Capítulo 1: Hiccup

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Por favor, no me digas que estamos bien.

Tengo mucho en mi cabeza

¿No es esto muy sencillo? Tal vez…

Porque hemos perdido demasiado para ganar

Estamos bailando en la lluvia

Plastic promises –Set It Off



Hiccup sabía que su relación con Astrid no era más que mera apariencia ante los de la aldea, al menos de su parte. Quizá en un inicio sí fue real, pero debía admitir que su chispa se apagó rápidamente. Ya ni siquiera estaba seguro de si aún estaba enamorado de ella cuando iniciaron su relación. Pero, sí la quería, sólo que tardó demasiado en darse cuenta de que, más que un amor romántico, lo que sentía por la rubia Hofferson no era más que amistad. Había tardado demasiado en notarlo, la verdad. ¿Qué clase de idiota era para haber creído su propia mentira durante casi 5 años? Tuvo que casi perder al verdadero amor de su vida y ver a su actual pareja teniendo más química con un desconocido en 5 minutos que con él en 5 años, para darse cuenta de su error.

Y se sintió el peor patán de la historia. No era tonto, siempre supo que su verdadero amor no era Astrid, sin embargo, sí era obstinado e inseguro, por lo que siempre optó por hacer oídos sordos a las voces en su cabeza y cerrar los ojos ante lo obvio Pero, ya no quería eso No más.

Astrid no lo merecía, él no lo merecía y… y Toothless tampoco.

Porque sí, por más extraño y enfermo que pudiese sonar, estaba perdidamente enamorado de su dragón dese el día en que su alma se vio reflejada en los ojos del Furia Nocturna.

Estaba perdidamente enamorado desde el momento donde Toothless le dejó tocarlo por primera vez.

Estaba perdidamente enamorado desde la primera vez que volaron juntos.

Estaba enamorado desde todas esas tardes donde solían practicar nuevas acrobacias y desde todas esas noches en las que se desvelaban hasta tarde, él con sus investigaciones e inventos y el dragón haciéndole compañía y ayudándole en lo que podía.

Sabía lo enfermo que lo tomarían los de la aldea si confesara sus sentimientos. Sabía lo insólito que era el tener ese tipo de sentimientos por un ser de otra especie. Sin embargo ¿desde cuándo él mismo no era extraño? Incluso de pequeño fue diferente.

Por otro lado, no era estúpido. Sabía que Astrid tampoco le amaba tanto como profesaba hacerlo.

Sabía que ella también estaba cegada por esa confusión de emociones.

Sabía que ella no sentía nada más que admiración y amistad por él.

Sabía que el corazón de la chica tenía dueño (aunque ella no lo aceptara) y sabía que ese no era él.

Tampoco era como si se sintiera mal por ello. Ni siquiera la primera vez que lo notó. Simplemente, el vacío que debió haber sentido en su corazón y los celos desgarradores, nunca llegaron.

No fue ese el caso cuando Drago se adueñó de su dragón. De su amigo. De su compañero. De su amor platónico. De su Todo.

No fue ese el caso cuando vio a ese intento de ser humano montando a su Toothless como si fuera propio.

No fue ese el caso cuando ese remedo de hombre intentó golpear al dragón luego de que este saliera del trance en que estaba.

En ese momento sólo había deseado matar a Drago de la forma más lenta y dolorosa posible. Un deseo demasiado impropio de él. Lo sabía.

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