2 - Reencontrando

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Dirijo mi vista hacia su mano, toca el botón correspondiente de la tabla y la coloca a su costado. Puedo ver el perfil de su figura ante mi único ojo visible.

Cabello castaño, ojos grises, labios carnosos, altura, porte, espalda ancha y brazos en forma. Todo aquello conformado con un traje formal y corbata azul a juego. Con todo aquello que veo en esos escasos segundos podría jurar que ese hombre está en forma no solo la parte superior de su cuerpo.

¿Sería esta persona un hombre muy influyente aquí? Puedo jurar en base a esa ropa de diseñador tan cara que lleva, este hombre no es solo un empleado más. Incluso la sonrisa y mirada que me dirige cuando se acomoda a lado mío, emite un carisma que no deja dudas a nada. Inspira demasiado respeto.

Le devuelvo la sonrisa con un gesto rápido, vuelvo a concentrar mi mirada a un punto fijo en la línea que separa las puertas del ascensor, no creo poder sostener su mirada por mucho tiempo.

No me siento incomoda con la presencia de ese hombre, siempre he sido bastante tímida, a pesar de ser una persona muy dedicada y con una gran iniciativa, en lo que respecta a relacionarme con el sexo opuesto o con personas que llegan a provocarme atracción, me vuelvo el ser más despistado del mundo.

¡Pude participar en concursos de gimnasia ante muchas personas, pero hasta la fecha no puedo hablar de frente con hombres atractivos porque me pongo como roja!

Vuelvo a mover y acomodar el mechón de la peluca sobre mi ojo, esperando no verme muy obvia con mis movimientos. Deslizo mi mano hacia mis labios, cubriéndolos, esta reacción es tan común en mi que a pesar de los años no lo corrijo. No puedo evitar hacer esto cuando me encuentro nerviosa o avergonzada.

Entonces caigo en cuenta de un detalle que olvide cuando estaba vistiéndome en mi casa ¡Los tatuajes de mis manos! ¿Cómo pude olvidarlos? Que despistada soy, también había olvido que todavía se ven con claridad los raspones en ambas manos que son cubiertas por varias curitas.

Dejo con cuidado el canasto sobre el suelo del elevador y busco en mi bolso algún par de guantes que haya dejado ahí de casualidad y suspiro aliviada al encontrar un par hechos de encaje negro transparente. Me los coloco con un poco de prisa y vuelvo a tomar el canasto con una de mis manos.

Tengo en ambas manos diferentes tatuajes, una bailarina en el dorso de mi mano derecha, una sirena en el dorso de la izquierda, así como diferentes tatuajes de objetos pequeños en cada dedo de mis manos.

Por unos segundos olvido que estoy acompañada, hasta que la voz de aquel hombre interrumpe mis pensamientos.

- Señorita ¿Carga con algo interesante en ese canasto? -

Giro mi cabeza a mi lado izquierdo, mí ahora compañero de elevador, se ha situado en mi punto ciego por lo que inevitablemente cruzo mi mirada con él.

- ¿Eh? Ah... si, llevo una entrega y varias muestras de postres para una degustación. Debe ser un aroma algo empalagoso siendo tan temprano -

Señalo con la mirada mi canasto, dirijo mi vista de nuevo hacia donde se encuentra aquel hombre. Alza sus cejas y su mirada tomo un brillo que no logro descifrar, parece analizar mis palabras, mis gestos.

- No, no es para nada empalagoso, señorita. Al contrario, huele muy bien.-

Le miro fijamente mientras escucho aquella observación hacia mis postres. No estoy segura si lo hace por cortesía, pero siempre es agradable escuchar que alaben lo que haces con esfuerzo y dedicación.

- Debo suponer que usted los prepara ¿O me equivoco? -

Aquella pregunta interrumpe mis pensamientos.

DouceurWhere stories live. Discover now