AMMA

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-Vamos, no seas así, por favor – dijo Mauro con voz chillona

-No te va a pasar nada, no seas exagerada – argumento Sara con voz cortante

-Además vos en esas cosas no crees – dijo Pablo

Estaban los tres en el sillón sentados, tratando de convencer a Amma de ir a una exhibición que se realizaría ese mismo fin de semana, en el barrio Cicerón, sobre una casa embrujada.

-De verdad chicos, a mi esas cosas no me gustan. Además ya sé que no me va a pasar nada, pero igual, gracias. Tengo bastante para estudiar y pocos días para hacerlo.

La velada transcurrió tranquila, excepto por una que otra vez cuando Pablo trataba de contar la fascinante historia detrás de la casa y Sara lo callaba tajantemente. Discutían un rato sobre la veracidad de la historia, y luego pasaban a hablar de cualquier otra cosa. Terminaron de cenar, se despidieron como siempre, y pactaron los tres la hora para encontrarse el sábado antes de ir a la casa. El lugar elegido fue la casa de Amalia, o Amma como la llamaban sus amigos. Era un apodo que tenia de chiquita, ella sola se lo puso porque detestaba su nombre. Y sus amigos, de casi toda la vida, respetaron su deseo. Solo Sara la llamaba por su nombre cuando estaban con extraños, cosa que le provocaba mucho odio a Amma, pero aun así no decía nada, y aceptaba que la llamen por su nombre de pila.

La semana transcurrió tranquila para Amma, trabajo, estudio y algún que otro compromiso que le quedaba siempre por hacer antes del fin de semana, momento en que se dedicaba para ella. Le costaba mucho tener amigos por fuera de ellos tres, y eso le ocasionaba un problema, se conocían de hace mucho tiempo, pero realmente no sabían nada de ellos. Pablo y Mauro la trataban como niña y Sara la trataba como niña también, pero de una manera siempre despectiva. Eso ocasiono que Amma no tuviese mucho con quien hablar, y se refugiase un su lectura y su trabajo. Todo funcionaba a reloj para ella, era ordenada y prolija en cada cosa que hacía, tanto en su trabajo como en su casa, mantenía siempre la limpieza al máximo. Esto hizo que el tiempo que viviera con Sara en su departamento fuesen una tortura para ella, ya que Sara era todo lo contrario a Amma, y aun peor si ella estaba cerca.

Finalmente el sábado llego, se encontraron a las 20hs en casa de Amma, Sara llego a eso de las 21hs porque no se acordaba bien a qué hora era exactamente. Discutieron un rato con Pablo sobre la puntualidad y la importancia de escuchar a los amigos, mientras Mauro y Amma hablaban del nuevo pasatiempo de él que consistía en probar los distintos sabores de té. Prepararon la mochila, con linternas, agua, y comida, ya que la misma estaba diseñada, según contaba Pablo, como un laberinto, en donde te podías encontrar con todo aquello que te ocasionaba miedo cara a cara. Rieron un rato sobre qué cosa se encontrarían cada uno, siendo la risa más fuerte cuando Mauro dijo que seguro que para el seria madrugar. Partieron a las 23hs, entre charla, risas y mate, lo único que les quedo en la mochila fueron las tres linternas, mientras que Amma término su libro y se fue a dormir.

El domingo fue un día lluvioso, con mucha humedad, era casi primavera por allí, y siempre llovía en esa época. Se despertó temprano, y se dispuso de ir a comprar uno de esos te que tanto hablo Mauro la noche anterior. Al tomar su teléfono para ver la hora, tenía casi 20 llamadas perdida de él. Asustada quiso marcar su número, cuando de un susto tiro el teléfono, ya que alguien golpeaba la puerta con mucha intensidad. Se dirigió a ella, y ahí estaba Pablo, empapado, con la cara pálida. La miro y la abrazo con toda la fuerza que pudo, se tiro de rodillas y se puso a llorar.

La CasaWhere stories live. Discover now