PABLO

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Amma preparo un jugo de manzana que tenia de sobre, ya que pensó que café seria inoportuno, debido al estado de Pablo. Lo miro y no dijo nada, bebió el jugo, mientras miraba como le temblaban las manos al tratar de acercarse el vaso a la boca. Luego de un silencio que pareció mucho más largo de lo que fue, finalmente hablo.

-¿Sabes algo de Sara y Mauro?

-No, pensé que estaban todos juntos. ¿Paso algo en el camino? – pregunto con la voz más tranquila que pudo, tratando de pasar con jugo el nudo que sentía en la garganta.

Paso un momento en silencio, bebió todo el jugo de su vaso y agrego con voz contada

-No, en el camino no pasó nada – Se detuvo, como si recordara lo más trágico que le paso en su vida. Sus manos temblaban con más fuerza que antes, dejo el vaso en la mesita y se paró dirigiéndose a la ventana – El camino estuvo bien – Y callo, tratando de encontrar las palabras justas para decir lo que quería contarle a su amiga. Siguió mirando hacia la ventana – Todo estaba bien hasta que entramos a la casa, yo sé que no crees en esas cosas, pero te juro que sentí desde el momento que cruzamos la puerta que no debía estar ahí – se dio vuelta hacia su amiga, con los ojos llenos de lágrimas – te lo juro Amma, era una sensación en todo el cuerpo, una mezcla de miedo con angustia, con... - y volvió luego al sillón, se sirvió un poco más de jugo y siguió – no lo puedo explicar. Me quería ir, pero Sara se empezó a burlar así que seguimos. Pero después yo me fui, no pude aguantar, ¿me entendes no? – dijo a su amiga con un ataque de pánico, como si todo estuviese pasando de nuevo.

- Si, te entiendo – se acercó lentamente a él, hasta estar sentado a su lado, puso su mano suavemente en su hombre, tratando de mantenerla lo más firmemente posible, aunque el susto la invadía por completo – Pero me tenes que entender Pablo que mucho no comprendo que paso, además no sé dónde están Mauro y Sara.

-Sí, perdón. Es que fue mucho para mí. – Respiro profundamente y continuo – Salimos de acá y decidimos ir caminando. Son 20 cuadras hasta allá, así que no pareció mucho. Íbamos riendo de todo lo que hablamos antes de salir ¿te acordas?, y seguimos así. Sara necesitaba ir al baño, así que paramos en la estación de servicio, Mauro compro cigarrillos y nos quedamos un rato más hablando, y seguimos caminando. Para cuando llegamos a la casa ya había cerrado. Me enoje mucho con Sara, viste como es, siempre se hace tarde por su culpa. Aunque esta vez la culpa era de todos. No quedamos debatiendo cuando volvíamos a ir, y a Mauro se le ocurre que entremos igual, si total teníamos las linternas con nosotros. Y la verdad Amma, es que tenía tantas ganas de entrar que accedí. Entramos por una ventana de enfrente, fue Sara la que se animó, yo tenía miedo que sonara una alarma o algo. La cosa es que entramos, era una ventana que daba a una especie de entrada. Cuando estuvimos los tres en frente de la puerta, la luz parpadeo tres veces y se apagó. Hice un chiste sobre que la casa nos estaba esperando, pero la verdad es que ya tenía miedo. Sara puso la mano en el picaporte y la puerta se abrió como si nada, y fue ahí, cuando sentí que no debía estar allí – de repente Pablo se detuvo, el timbre de la puerta estaba sonando. Era Sara.

La CasaWhere stories live. Discover now