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"El pasado es la única cosa muerta cuyo aroma es dulce."  Eduard Thomas.


Capítulo 3

Demasiado personal


Es una bonita mañana de martes. Voy trotando a un ritmo constante cerca de la vía San Pietro. Mi cuerpo se siente lleno de energía luego de la noche de perros que pasamos dándole vueltas al caso.

No solo el caso me quitó el sueño. Di vueltas en la cama hasta casi la madrugada pensando en él. Recordando a Emmanuelle Karslake.

Doblo la esquina de la Vineria Il Viaggiatore, que aún no ha abierto sus puertas de cristal al público, como la mayoría de los restaurantes de la zona a esta hora de la mañana. Bebo agua, cruzo la avenida y sigo trotando hacia la Pinacote Nazionale.

Hay turistas esperando su turno para entrar en el museo. Mis oídos captan diferentes conversaciones en varios idiomas formando una cacofonía de voces que varían entre agradables y chillonas. Sigo trotando, me dirijo a un callejón transitado por un grupo de niños de primaria que marchan en fila hacia la entrada principal.

Paso a paso me alejo del complejo de palacetes que componen el museo, echo una mirada atrás, a la estructura de ventanas medievales y arcos. El lugar donde Emmanuelle y yo solíamos encontrarnos para ir a vagabundear por ahí.

Fue mala idea salir a trotar para despejar la mente. No hay una calle en la ciudad que no me recuerde a Emmanuelle y esos dulces pero amargos días de verano.

Sigo trotando sin un rumbo fijo y me detengo cuando siento la vibración del teléfono en mi cadera.

―Berlini. ―digo automáticamente. Jadeo y espero que mi respiración agitada se calme lentamente.

―Moretti ―mi compañera se identifica con tono burlón―. El doctor Milland acabó de llamar, quiere que pases por ahí, parece que por fin tiene noticias de la autopsia.

―¿Alguna otra novedad?

―Logré comunicarme con la coprotagonista de la película. Pamela Goldstein. No asistió a la fiesta de la premier de la película porque estaba en el hospital. Un caso severo de intoxicación alimenticia. Aceptó verlos, te enviaré los datos para que sepas dónde localizarla.

―¿Qué hay de los omegas? ―Algo dentro de mí se mueve cuando recuerdo el interrogatorio.

―Estuve revisando los vídeos de seguridad de la mansión. Hasta el momento todo coincide con sus versiones.

Frunzo el ceño. La conjetura de que ellos están ocultando algo no se aleja de mi mente. Como tampoco se alejan los recuerdos de Emmanuelle. Con curiosidad pregunto a Moretti:

―¿Has averiguado algo más sobre ellos y Rita?

―Leo, son estrellas, hay cantidad de información que puede ser real o un invento de los tabloides. Es difícil verificar que tan profunda era la enemistad entre la víctima y los Sinner Omega. Si encuentro algo relevante te avisaré.

Guardo el teléfono y estiro los brazos y piernas. Doy media vuelta y regreso trotando a mi apartamento. Tengo el tiempo exacto para tomar una ducha y encontrarme con Lumiett.

Su sonrisa, sus ocurrencias, el tono burlón de su voz, el brillo de sus ojos. Él era la maldita cosa más hermosa del mundo. Sacudo la cabeza. No, no, no, no... No debo pensar en Emmanuelle Karslake. No debo pensar en... ¿A quién engaño? ¡Diez años sin saber nada de él y de pronto aparece de la nada!

Trapos suciosWhere stories live. Discover now