thirty-three;

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Fue suerte el que hayamos perdido la última hora de clase debido a la falta del profesor. Por lo que salimos una hora antes y fue mejor para mí y mi próxima cita con Robbie.

¿Acaso puedo considerar esto una cita?

Al salir, Robbie se acercó a mí para preguntarme dónde se encontraba la parada del autobús más cercana a mi casa. Se la di.

—No entiendo porqué no viene hasta la puerta de tu casa —Libby se acomoda el bolso en el hombro.

—Tal vez le dé nervios acercarse a mi casa por mi hermana y mi mamá
—aseguro.

De pie, vamos caminando a mi casa. Era obvio que Libby se ofrecería a ayudarme para estar lista en mi cita.

Todavía ayer en la noche cuando estaba por dormir, mi corazón seguía palpitando más rápido que un hámster sobre una rueda giratoria. Tuve miedo de que me diera un paro cardiaco y morir antes de salir con Robbie.

Cuando llegué a la escuela, sólo recibí una ojeada rápida por parte de Robbie. Eso y una sonrisa de lado que duró unos cuantos microsegundos.

—Hola señora Hughes —saluda mi amiga al entrar a casa.

Mamá está en la cocina, preparando la comida de hoy. Ella es mucho más alta que yo. Su complexión es delgada y el cabello le llega por debajo de los hombros de un castaño brillante y sin rastro de algún tinte.

—Cariño, hola —ella se acerca para saludar a la castaña como lo hacen cuando ella viene a casa—. ¿Todo listo para la cita? —mamá me mira para guiñarme un ojo.

Me sonrojo pero sin gesticular la cara.

—Aún no —mi amiga sonríe mirándome también.

—Bueno, antes de que empiecen coman. Necesitarán tener el estómago lleno.

Ambas dejamos las mochilas en uno de los sillones de la sala. Lugar donde está Pearl, viendo caricaturas extrañas que no había en mi época infantil.

—Hola Pearl —la pequeña le regresa el saludo a mi amiga sonriendo.

Cuando dejamos la sala, entramos a la cocina a lavarnos las manos y a ayudar a mamá para servir la mesa. Este día hay ensalada, pan y agua de fresa natural en el menú.

Sin pensarlo, dejo de lado las rodajas de tomate que hay en la ensalada. Mamá sonríe. Al parecer estaba esperando a que yo hiciera eso.

—Por primera vez comete los tomates Riley —dice Libby a mi lado. Ella toma las rodajas de mi plato y se las come—. No saben a nada —lo dice aun con comida en la boca.

—Sabes que no puedo evitarlo. No me gustan —me encojo de hombros. Ella rueda los ojos.

El resto de la comida se basa en platicas acerca de lo que probablemente pase esta tarde. Mamá asegura que me divertiré demasiado con Robbie. Pero Libby a pesar de ayudarme en arreglarme para hoy, no está del todo de acuerdo con esto. Ya sé porqué.

—Yo digo que canceles y salgas con Shawn hoy —apunta Libby en lo que come lo que queda de mi ensalada.

—¿Shawn ? —levanta una ceja mamá.

—El que vino a estudiar matemáticas el otro día —respondo.

—¡Ah! Él. Bueno pues parece un buen chico —concuerda mamá.

—¡Sí! Me regaló una barra de chocolate blanco —asiente Pearl.

—Pero ése era mi chocolate —murmuro y la fulmino con la mirada. Ella sonríe mostrando los dientes de manera inocente.

Riley, ¿me prestas tu cargador?; s.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora