forty seven;

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—En serio madre, no sé cómo aceptaste que Shawn viniera a casa. Es decir, eso no es normal en una mamá. Que tenga una noche de pijamada con un chico
—me dejo caer en el sillón de la sala de estar. Mamá está sentada en el otro, mientras hojea una revista de diseños de interiores.

—Shawn es buen chico —se limita a decir, encogiendo los hombros. Si vista sigue estando en la revista.

—¡Ni siquiera lo conoces!

—¿Acaso te ha violado? —por primera vez, voltea a verme—, o ¿te ha dado una nalgada? ¿Siquiera te ha dado un abrazo? —niego.

—¿Y a caso quieres esperar para que pase? —miro a mamá con mis ojos medio abiertos.

—No porque entonces me cansaría esperándolo.

Dicho esto, deja la revista en la mesa de centro donde se reúne con los periódicos y demás revistas. Pasa a mi lado despeinándome el cabello y sube las escaleras.

Shawn debió haberle dado algo a mamá la última vez que vino. Alguna pósima para encantar o enamorar. No lo sé.

El timbre de la casa suena. Intento ignorar el sonido aunque esté Shawn toque unas tres veces. Mamá baja casi corriendo y cuando me ve, menea la cabeza, susurrándome: "Eres mala".

—Pasa cariño —escucho decir a mamá—. Riley estaba algo ocupada en la cocina.

—No se preocupe señora —él le
responde—. ¡Riley, ya vine! —llega gritando Shawn pasando por la sala.

—Estoy a tu lado —voltea la cabeza con brusquedad.

—He llegado —juguetea con sus cejas, levantando las manos para mostrarme las tres bolsas de supermercado llenas de dulces y chucherías.

Lleva una sudadera gris, unos pantalones cuadriculados color azul celeste mientras más abajo, donde están sus pies, lleva unas pantuflas de Mario Bross.

Resoplo por lo alto. Mamá nos desea suerte y diversión para esta noche. Asegurándonos que estará al pendiente por si se nos llega a ofrecer algo.

—No se preocupe señora, tenemos todo a nuestro alcance —Shawn le guiña un ojo a mi madre y ella se aleja sonriendo— ¿y tu hermana?

—En su cuarto tal vez —le resto importancia. Subo las escaleras con Shawn detrás mío.

—¿Por qué no llevas la pijama puesta?
—oigo cuestionarme—. Es noche de pijamas. PIJAMAS. O sea que debes llevar puesta la pijama.

—Ya lo sé —respondo pausadamente.

Llegamos a mi habitación. A decir verdad, no es la gran cosa. Una cama Queen Size donde lleva los colores blanco y morado gracias a la colchas, las almohadas y cojines. Las paredes llevan por color morado y el armario de madera blanca está a un costado del cuarto. En la ventana encuentras el alféizar decorado para cuando gustes ver a través de la ventana las numerosas estrellas, como lo suelo hacer yo a veces. Luego está el escritorio de madera oscura y a la derecha la puerta que conduce al clóset.

—Pondré esto por aquí —Shawn deja las bolsas sobre la cama perfectamente tendida—. ¿Tienes tu cargador? —muestra su celular al aire. Ruedo los ojos.

—Así que por eso querías venir —me cruzo de brazos.

—Claro que no. Siempre tuve curiosidad por saber qué hacen las chicas en noche de pijamada —mientras habla, me voy acercando al escritorio para sacar el cargador blanco del cajón y se lo extiendo.

—Nunca he tenido ninguna —contesto, acercándome al armario para sacar mi pijama de short y blusa de tirantes.

—Debes estar bromeado —escucho que Shawn conecta el cargador a la terminar que está cerca de mi mesita de noche—. Tienes a Libby.

Riley, ¿me prestas tu cargador?; s.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora