Capítulo 1

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*Narradora ___*

-Mierda, tiene que estar aquí… -susurro nerviosa pasando las paginas iniciales aceleradamente.

Llegó a la parte donde las fotos de los alumnos por cursos aparecían impresas; busco mi clase y mis antiguos compañeros. Analizo una a una las fotos que salían. Nada.

Me quedé  pensativa, volví a centrar mi mente en el muchacho del despacho.  ¿De qué lo conocía?

Varias páginas atrás y entonces algo me vino a la mente: el grupo de teatro.

Aquellas malditas clases a medio día que me obligó mis padres a ir. Unas páginas más atrás y unos quince  alumnos aparecieron frente a mis ojos.

Repasó una a una cada fotografía y por fin lo vi. Foto a color, su pelo corto pero desordenado, ojos verdes serios muy serios y labios perfectamente en línea recta.

No le había visto antes la cara pero sabía que esos ojos eran de él ,nunca lo olvidaría.

-Así qué eres tu -susurro- Harry Styles…

Fruncí el ceño, intentando hacer memoria.
Un sinfín de recuerdos volvieron a mi cabeza. Sí,  el pequeño y desgarbado Harry, era el centro de las burlas. Recordaba perfectamente a ese chico. Era uno de los muchos estudiantes que me ponían de
los nervios; por mucho que me rierá de él, por mucho que lo humillaran en público, siempre tenía una sonrisa para mi.

Era uno de los muchos chicos de los cuales se reían.

Siempre estaba solo, no tenía amigos. Era un joven metido en sí mismo,siempre metido en problemas , de mirada ausente y despistada.

Recordó que una vez, en clase mientras que el maestro fue a salir a por tizas , alguien le había tirado los libros y cuadernos al suelo. Y yo simplemente me  había pasado riéndo en vez de ayudarlo. ¡Maldita sea! ¡Eran cosas de niños!

Me levante, me dirijo  al salón y sacando el portátil de mi maletín  lo enciendo apresuradamente  y buscó nerviosa la web del Instituto. Sabía que cada cierto tiempo hacían reuniones de antiguos
alumnos, esas fiestas tristes a las que estuve más de una vez tentada a asistir.

Pincho sobre el enlace de antiguos alumnos y busco la fiesta. Ahí estaba: faltaban tan sólo un día. Estaba casi segura de que ese hombre, si realmente era quien creía, asistiría a la reunión. Si verdaderamente era la sombra de lo que había sido, para su ego, ir a ese tipo de evento era demasiado apetitoso y
excitante como para no dejarse ver.

Está bien; ire y, cuando llegue a esa fiesta y lo vea delante, ¿qué haré? Le preguntaría educadamente: hola, perdona, ¿fuiste tú el que casi  me viola? Quizá no era buena idea, quizá me estaba volviendo loca.
No importaba, tenía que asistir a la fiesta.

De pronto tuve una extraña sensación. Cerre los ojos durante unos segundos y un tenue aroma me invadió las fosas nasales. Dios era su olor.

Por más qué intentase no podía olvidarlo su aroma,en la forma en que me miraba, en sus malditos movimientos. No podía olvidarlo.

.....

Llegó la noche de la celebración esperada.

Un vestido granate por encima de la rodilla, unos zapatos de tacón a juego y una rebeca de punto fino fue lo que escogí para esa noche.

-¡_____! Estás radiante ¡Para ti no pasa el tiempo! -gritaron nada más entre.

Desgraciadamente para ti sí, pense para mí misma.

-Muy amable, Roxy, tú estás estupenda- le mentí.

Pasamos al amplio salón dispuesta para el evento. Un horrible cartel indicaba el nombre del instituto y la promoción; pendía de hilos transparentes sobre un falso techo. Las mesas se extendían por todo el perímetro, repletas de canapés, copas de cava, botellas de vino y demás refrescos, y los camareros iban y venían de un lado a otro con las bandejas. Identificó a varios de los chicos de la
clase, unos con más barriga, otros con poco pelo, alguno aún con un buen físico. Dios todos habían cambiado muchos,ahora parecían de treinta y tantos años o más de edad cuando sólo tienen entre veintitrés y veinticinco años.

No para de mirar hacia la puerta, pero no veía a nadie con las características del tal Harry. No tenía claro qué me intrigaba más, si descubrir al demonio que me había hecho aquello y que me viera, o ver el cambio del niño enclenque y desgarbado de hacía más de quince años.

Me senté en uno de los sofás del fondo; desde donde estaba podía ver todo el salón pero, por el contrario, parte de la sala no la veía a ella por una columna de aire griego que tenía delante. Tomé una copa de cava que una de las mujeres me ofreció, y mientras ellas charlaban de algo de lo que ni me enteré, pude ver cómo un grupo de varias personas entraba en el recinto. Al fondo, en último lugar, un hombre alto, vestido con un pantalón
de traje fino y una camisa blanca, pelo por los hombros y algo revuelto y sonrisa dulce. Saludó a dos personas en la puerta y una marabunta de ex alumnas saltó a saludarlo, como locas.

-Lo que hace ganar dinero, ¿eh? -comentó una chica.

Una de mis compañeras mordisqueaba un pequeño bollo mientras no perdía de vista la escena.

-Es Harry. ¿Te acuerdas? Cambió mucho, ¿eh? De niño desvalido y maltratado a hombre triunfador. Increíble -me cuenta.

No contesté; permanecí concentrada en cada detalle de aquel individuo que, con paciencia, saludaba a todos y cada uno de los que se metían en su camino.

Un hombre le ofreció una copa y se paró a charlar con él. Tenía un cuerpo trabajado por el gimnasio. No estaba segura y ,e pareció todo una locura. Me sentí ridícula al creer que aquel hombre, el niño Harry, podría ser el mismo que le había hecho eso. Dio un trago a su copa y recordó las gamberradas que le
había hecho. Varios tragos después los nervios habían desaparecido y me sentía más relajada y cómoda, pero seguía observandole por entre las mesas.

Hablaba con aire elegante, las manos en los bolsillos y una sonrisa inmensa. Se notaba que disfrutaba de sus triunfos, de lo insignificantes que le parecerían todos y cada uno de los que allí estaban presentes. Era un hombre realmente bello; se había convertido en una de esas figuras griegas de cuerpos perfectos y rasgos marcados.

Me levanté  con la intención de irme, cruce el salón con la mirada altiva y le mire. Harry estaba ausente, se apoyaba ligeramente en el canto de la mesa y al oír el taconeo de mis zapatos miró hacia mi.

Sus ojos verdes se tornaron duros y agresivos y algo me hizo frenar de golpe. Lo ví levantar la copa, dar un largo trago al cava y, al hacerlo, su camisa se aparto ligeramente de su muñeca y un pequeño mordisco ya morado apareció ante mis ojos. Mierda se lo había hecho al chico que entró en mi despacho.

-¡Dios mío, es él! -susurre.

Estuve  a punto de darme la vuelta, ir hacia él y romperle la cara de una bofetada, pero el miedo me paralizó de tal manera que un grupo de personas que salían del salón me empujaron hacia la puerta y quede en el umbral, plantada como una estatua.

-Te vas muy pronto, ¿no, princesa?- escuché.
Esa voz, esa horrible y a la vez hermosa voz retumbó en mis oídos.

-¡Maldito hijo de puta, sabía que eras tú!- casi grité.

Harry miró a su alrededor y me agarro por el brazo llevándome a rastras hacia una de las salas anexas, que parecía vacía. No había mucha gente pero los pocos que los vieron pasar estaban demasiado perjudicados para entender nada.

-¡Suéltame!- le grité.

Entonces me empujó contra la pared haciendo que todo mi cuerpo se congelase.

The Dark [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora