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Jooooo. Quiero agradecer a sexualforvause por hacer posible esta historia jajaja siempre me saca de los bloqueos y esta historia es tanto de ella como mía, porque medio capítulo fue su idea ❤

Espero puedan darle una oportunidad, si les gusta el morbo y lo turbio, les encantará JAJAJAJAJA
Pero si no son capaces de tolerar eso, pueden dejarla, aclaro que tampoco va a desagradarles, tiene muy buena pinta a ojos de cata y míos

Así que sin más, muchas gracias a quienes puedan leerla ❤

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« 7 años atrás »

—Piper, espero puedas darle una oportunidad, ella nos hará felices. —decía mi padre mientras me abría la puerta de nuestra casa.

—Lo intentaré, papi. —estaba realmente nerviosa. Hoy conocería a la nueva pareja de mi padre, después de un año de que mi madre nos abandonara.

Examine con ojos curiosos el interior de la casa, intentando localizarla. Mi padre había dicho que estaría aquí, esperando nuestra llegada.

—Alexandra, cariño, hemos llegado. —anunció mi padre con un volúmen de voz alto para hacerse escuchar.

Fue entonces cuando la vi, caminaba lentamente hacia mí. Parecía un ángel, solo le faltaban las alas. Me di cuenta que era mucho más linda y también más joven que mi madre, tal vez tenía unos veinticinco años. Se arrodilló frente a mí y pude detallar mejor su cara, llevaba unos lindos lentes sobre el puente de su nariz, sus dientes, asomándose por esa sonrisa, eran tan blancos como su pálida piel, el cabello le caía como cascadas por sus hombros, se veía tan limpio y cuidado que no pude evitar levantar mi mano para tocar levemente sus puntas, cuidando no maltratarlo, como si mi toque pudiera dañarlo.

—¿Te gusta mi cabello, Piper? —preguntó, sacándome de mis pensamientos.

—Sí, es muy lindo, Alexandra —respondí.

—Tu puedes llamarme Alex, y tu cabello también es muy lindo —dijo, tomando mis manos entre las suyas, el carraspeo producido por la garganta de mi padre la hizo ponerse de pie para depositar un pequeño y casto beso en sus labios—. Bill, tienes una hija muy adorable.

—Lo sé, es la mejor hija del mundo —dijo mi padre mostrando una sonrisa inmensa, la cual hizo que mis ojos se cristalizáran al instante.

—Si fuera... la mejor, mamá no se hubiera... ido... —alcancé a mencionar antes de que las lágrimas cayeran, mojando mis mejillas.

Desde que mamá se fue, siempre me había culpado, pues yo siempre le había dado dolores de cabeza, en el colegio y fuera de éste. Era muy inquieta, pero era normal en una niña de mi edad, según decía mi padre. Ella terminó yéndose con el contador de la empresa familiar.

« 6 años atrás »

Alex llevaba ya un año viviendo en nuestra casa, ella era muy atenta conmigo, siempre preparaba mi desayuno favorito y me llevaba al colegio, a la salida pasaba por mí y me llevaba a pasear, "tarde de chicas" le llamaba ella, estaba muy feliz de tener una nueva mamá, y más feliz de que fuera Alex.
Por las noches ella me arropaba y me daba un beso de buenas noches, pues mi padre llegaba muy tarde del trabajo para poder hacerlo.

Hoy era sábado y Nicky, mi mejor amiga, venía a jugar conmigo a casa. El timbre anunció su llegada y corrí a abrirle, pero la voz de Alex me detuvo.

—Cariño, te he dicho que tú no debes abrir la puerta, puede ser peligroso. —venía bajando las escaleras hasta acercarse a mí.

—Pero mamá, es Nicky, ella siempre viene a esta hora. —después de seis meses de conocerla, ella me había dejado llamarla mamá para compensar la ausencia de la verdadera.

—Bebé, alista tus cosas, yo abriré y las llevaré al parque con las bicicletas.

Aquello no pudo hacerme más feliz y terminé corriendo a mi cuarto para preparar mis cosas.

Desde la planta alta escuché como la madre de Nicky le decía que se portáse bien, sino vendría por ella. Baje justo a tiempo para ver cómo Nicky abrazaba a mi mamá y aprovechando su baja estatura y la considerable altura de Alex para poner sus manos más abajo de la espalda de mi mamá.

Me acerqué a ellas y tome a Alex de la mano, llamando su atención. Nicky seguía tocándola y eso me causaba mucha molestia, no quería que me arrebataran el cariño de mi mamá.

Cuando por fin pudimos llegar al parque, Alex se fue directo a una banca bajo la sombra de un árbol, con su teléfono en mano. Nos dijo que no nos alejasemos mucho y no habláramos con extraños.

—Piper, quiero una mamá tan bonita como la tuya —menciono antes de ponerse su casco y subir a su bicicleta.

Esa clase de comentarios me hacían sonreír, pues sabía que ahora tenía a la mejor mamá del mundo y todos en el colegio terminaban por confirmármelo.

Comencé a andar detrás de Nicky, habíamos dado una vuelta entera al pequeño parque, íbamos a comenzar la segunda cuando un pequeño grito con mi nombre salió de la garganta de Alex, la cual venía en dirección hacia nosotras.

—Bebé, no puedes andar sin casco, puedes caerte y golpear tu cabeza. —asentí mientras Alex terminaba de colocar la prenda protectora en mi cabeza. Me dio un suave beso en la mejilla y se alejó, caminando nuevamente hacia la banca.

—No me hubiera puesto el casco, tal vez también me hubiese dado un beso —dijo Nicky, mientras miraba a Alex alejarse.

—Nicky... —iba a decir algo más pero mi mejor amiga me interrumpió.

—Ya sé, ya sé, ella es tuya, ella es tu madrastra, deberías compartirla unos días conmigo, eso hacen las mejores amigas —fruncí el ceño ante las palabras de Nicky, la cual pareció notarlo y rápidamente agregó—. La última en llegar a la esquina es un huevo podrido.

Nicky salió primero que yo, lo cual la hizo sacar ventaja, no quería perder, así que con toda la rapidez que me permitían mis pies, comencé a pedalear. Al principio iba bien, comenzaba a alcanzar a Nicky, hasta que una las agujetas de mis tenis se enredaron en la cadena de la bicicleta, haciéndome caer, afortunadamente alcance a meter ambas manos antes de que mi cara chocará contra el pavimento, unas pequeñas piedras lograron encajarse dentro de mis manos, y mis rodillas recibieron unos cuantos raspones. Me ardían las heridas, lo cual me hizo comenzar con un pequeño llanto que fue aumentando a medida que Alex se acercaba para verificar que estaba bien.

—Piper, cariño, debiste tener más cuidado. ¿Te duele mucho? —Nicky había llegado a nuestro lado, preocupada por mis heridas. Las lágrimas acumuladas en mis ojos no me permitían ver bien lo que Alex detallaba en mis manos, aunque tal vez sean las diminutas piedras en ellas.

Mi llanto no cesaba, no podía dejar de llorar, la rodilla me ardía, sentía la sangre emanar de esta, además de mis manos, las cuales estaban aún entumecidas por el golpe.

—Bebé, te prometo que todo estará bien, son pequeñas heridas, verás que para mañana estarás como nueva —lograba distinguir su sonrisa, pero de una forma un tanto borrosa, comencé a negar con la cabeza, sabía que estos raspones dolerían hoy, mañana y tal vez toda la semana, y más al bañarme. El solo pensar en el alcohol que me pondría Alex al llegar a casa, me hizo desatar nuevamente el llanto.

—Alcohol... no... Por favor, mami —solte con la voz entrecortada por los ligeros sollozos que producía el llorar.

—Esta bien, bebé, no necesitaremos alcohol esta vez. Todo se puede curar con un beso —entonces acerco mis manos a su cara y depósito un suave beso en cada una, mi rodilla lastimada estaba flexionada, así que ella solo agachó un poco su cabeza y beso tiernamente la herida, cuidando de no manchar sus labios de sangre. Y por más mágico que parezca, el dolor comenzó a disminuir considerablemente.

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La madrastra |Vauseman|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora