II

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« 6 años atrás »

Mi caída en el parque había interrumpido nuestro paseo, así que Nicky no estaba muy feliz conmigo. Le había pedido a Alex que llegando a casa le diera un beso a mi amiga, pues eso la haría ponerse muy feliz.

Cuando llegamos, nos dirigimos al jardín trasero para guardar ambas bicicletas. Alex se había dirigido hacia mi habitación, pues tenía que limpiar mis heridas y cambiar mi ropa. Así que a paso lento, y asegurándome que Nicky se quedará en la sala, subí las escaleras.

—Tienes que tomar un baño rápido para desinfectar las heridas, Piper —la palabra "baño" y "heridas" no encajaban muy bien juntas, así que negué rotundamente con la cabeza. Alex sonrió de lado y se arrodilló para ponerse a mi altura—. Bebé, te prometo que no dolerá esta vez. —aseguró, tomando mis mejillas entre sus manos, para acercarme a ella y depositar un suave beso en mi frente.

—Cuando termine... ¿Me darás un beso aquí y aquí? —Dije, mientras señalaba mis manos y mi rodilla lastimada.

¿Eso es lo que quieres? —asentí, con las mejillas sonrojadas—. ¿Por qué?

Tus besos son mágicos, mami —dije, mientras el rubor en mi cara aumentaba, obligándome a agachar la mirada, como si el suelo fuese más interesante que los lindos ojos verdes que tenía mi mamá.

Alex se levantó de inmediato, alcé mi cara para mirarla, y se dirigió hacia la puerta, la cual abrió y de esta cayó Nicky, golpeando su cabeza contra el suelo.

Mi mejor amiga, adolorida por el golpe, se llevó ambas manos a la cabeza y comenzó a llorar. Alex se colocó de cuclillas frente a ella y la tomo en brazos, Nicky no perdió el tiempo y se abrazó a su cuello. El simple gesto me hizo enfadar, pero la gota que llenó el vaso fue cuando mi mamá cargo a mi mejor amiga en sus brazos, provocando el calor en toda mi cara.

Lo que vi a continuación hizo que mi pequeño corazón diera un vuelco, pues Alex besó muchas veces la cabeza de Nicky, haciendo reír a esta, seguido de las palabras "todo se cura con un beso", mientras la abrazaba más fuerte y salían riendo de mi habitación.

Alex se había olvidado de curar mis heridas.

Me saqué rápidamente la ropa sucia y entre al cuarto de baño. Limpie la sangre seca que había quedado en mi rodilla lastimada y la suciedad de mis manos, lave mi cuerpo completo, pues ya no saldría y no había necesidad de bañarme más tarde. Me envolví en la pequeña toalla de princesas Disney y salí.

Alex siempre me ayudaba a elegir la ropa que me colocaría, pero como estaba tan ocupada con mi mejor amiga, comencé a sacarla yo misma.
Tomé un pequeño short blanco, junto a un gran suéter rosa que seguramente lo cubriría, tomé unas calcetas largas que llegaban arriba de mis rodillas y salí con el cepillo en mano para que Alex me peinára el cabello.

Lo que no sabía, es que la iba a encontrar muy ocupada viendo una película con mi mejor amiga sentada en su regazo, lo que hizo que un nudo se atorára en mi garganta.

Con mis ojos crispados, comencé a cepillar mi cabello, provocando pequeños jalones por la rabia, lastimándome.

Ellas no se dieron cuenta cuando me senté a su lado, hasta que Nicky dejo de acurrucarse en el pecho de Alex, gritando mi nombre por la sorpresa. No le presté atención y me mantuve atenta a la película elegida por ellas.

Me había recostado en el respaldo del sofá, quedando mis piernas en dirección a mis acompañantes. Estaba concentrada en la televisión hasta que sentí una mano acariciando mi pantorrilla, cuando dirigí mi mirada hasta esta, vi que se trataba de Alex, la cual me sonrió cuando nuestros ojos se encontraron, aún me encontraba molesta con ella, así que me enderece en el sofá, y noté su cara de confusión. Estaba realmente cansada ese día, así que no espere a que la madre de mi mejor amiga pasará por ella y me subí corriendo a mi habitación.

Había pasado tal vez más de una hora y no había podido conciliar el sueño, escuché la voz de Alex gritando desde la primera planta que mi mejor amiga estaba por irse, no tuve voz para contestarle y me quedé en mi cama.

Oí los tacones de mi madre subiendo las escaleras y después como movía la perilla de la puerta de mi habitación y me hice la dormida.

—¿Estás dormida, bebé? —había optado por ponerme ese apodo un mes después de que comencé a llamarla "mamá" y aunque le había dicho que yo ya no era una bebé, ella dijo que siempre lo sería ante sus ojos.

Sentí como su cuerpo hacia peso en mi cama, lo cual indicaba que se había sentado en ésta. También sentí como con la yema de sus dedos acariciaba mis mejillas, provocando que abriera mis ojos.

—¿Estás molesta por algo, Piper? —preguntó. ¡Claro que estaba molesta, me había cambiado por mi mejor amiga!, Me cubrí hasta la cabeza con las sábanas y me di la vuelta, dándole la espalda—. Cariño, dime qué te tiene así. —comenzó a acariciar mi brazo por encima de las sábanas.

Así que con la voz entrecortada mencioné:

—Creí que yo era especial —y comencé a llorar.

***

« Ahora »

Las clases habían transcurrido de la manera más aburrida posible. Había tenido un día de mierda y me habían mandado a detención por culpa de mi mejor amiga. Llamaron a mi padre, el cual, por cuestiones de trabajo, no había podido asistir. Así que no había de otra que llamar a mi madrastra.

Quería mucho a Alex, llevaba ya siete años junto a ella, pero después de los quince me di cuenta que nunca podría verla como una madre.

Así que ahora me encontraba sentada afuera del colegio, con mi mejor amiga a un lado, esperando la llegada de Alex.

—Piper, tengo una duda — mencionó Nicky, haciéndome perder el hilo de una canción en mi mente—. ¿Sabes que talla de sostén es Alex?

—¡Nicky! —la reprendí de inmediato—. A mí qué mierda me importa.

—Tienes a la madrastra más caliente, si yo fuera tu, ya la tendría en mi cama —dijo, con la típica sonrisa pervertida que colocaba cada que hablábamos de Alex.

La cuál, gracias al cielo, había llegado, rompiendo la incomoda conversación que tenía con mi mejor amiga. La cual se había quedado con la boca abierta, como siempre pasaba cada que veía a mi madrastra, mientras la miraba salir del coche.

—Cierra esa boca, Nichols, pueden entrar moscas —mencionó cuando se acercó a nosotras y tomo mi mochila para colocarla en la cajuela.

—La verdad es que prefiero que entren tus dedos —odiaba la clase de coqueteos que Nicky lanzaba hacia Alex, como si yo no estuviera presente.

La risa de mi madrastra inundó el espacio, haciéndome sentir pérdida un momento, hasta que escuche su ronca voz responder el intento de Nicky por llevársela a la cama.

—Buen intento, Nicky, pero eso nunca pasará —dijo sonriendo mientras me abría la puerta del copiloto.

—¡No me cansaré hasta tenerte debajo de mi! —la escuché gritar antes de que Alex arrancará el coche para ponerlo en marcha.

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—¿De nuevo en detención? Piper, tienes que dejar de meterte en problemas —dijo mientras manejaba a casa.

—Fue culpa de Nicky, estaba hablando de ti y tuve que gritarle para que se callara. —respondí mientras arrugába el entrecejo y me cruzaba de brazos.

—Eres tan linda cuando estas enojada, bebé. —mencionó, colocando una mano en mi muslo, provocando miles de sensaciones por todo mi cuerpo.

La madrastra |Vauseman|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora