🌹Introduce🌹

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Me senté allí, solo lo observe, la silla rechino debajo de mí y su aullido me recordó tantas cosas como lograron gravarse en mi mente

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Me senté allí, solo lo observe, la silla rechino debajo de mí y su aullido me recordó tantas cosas como lograron gravarse en mi mente.

Se descascaraba por sí solo, el moho cubría sus esquinas y la húmeda hinchaba la madera negra que hace muchos años atrás pareció irrompible para mí. Lo mire durante horas sintiendo que no lograba reconocerlo aún, pensando que quizás no era el mismo de hace años.

Estaba viejo y sin fuerzas, parecía poder desplomarse de un momento a otro. Las horas pasaban y las cuatro corrieron su tiempo hasta las cinco, luego hasta las ocho, me obligue a intentar tocarlo.

Mis zapatillas hicieron crujir la madera frente a mí y el avance de mi cuerpo parecía asustado, los vellos de mi nuca se erizaban cada que la briza fría entraba por el gran hueco en el techo del altillo. El aullido del viento revolvió mis recuerdos con recelo, convirtiendo mi corazón en un pequeño manojo de grietas.

Mis ojos se humedecieron y sentí que tenía que respirar antes de proseguir. Pero estaba a tan solo un paso de completar lo que había venido a hacer, intente atar mi cabello y deje que mis manos temblorosas agiten el mismo de un lado a otro hasta armar una coleta maltrecha.

Suspire y el halo tibio que escapo de entre mis labios hizo balancear un mecho de mi cabello frente a mi rostro.

- Lo siento tanto, pero no quiero verte jamás...– susurre entre lágrimas, la garganta se me cerro y sentí que un puño apretaba me cuello. Me incline sobre un costado y levante del suelo, con fuerza, un viejo y roído caño de tuberías.

Cerré mis ojos e intente tragar el nudo en mi garganta, pero no podía hacer que se vaya. Recordé, recordé otra vez y me sentí tan enojada como jamás lo había estado.

Mis mejillas se humedecieron, las lágrimas acariciaban mi rostro y me sentí una tonta otra vez. La palma de mi mano se humedeció en cuanto me sostuve sobre el viejo armario. El nudo no me dejaba respirar, intente tragarlo pero no se iba. Un grito desgarro mi garganta.

Sentí como mi corazón estallaba en latidos, levante el fierro a la altura de mi cabeza y con ambas manos aferradas a él lo deje caer y golpee una y otra vez ese puto armario. Las esquirlas se incrustaban en la piel de mis mejillas como pequeñas agujas y las manos me ardían.

El armario se balancea de un lado a otro hasta caerse, en el suelo patee con rabia una de sus puertas hasta hacerla desprenderse. Hice a golpes un hoyo en sus hermosos gravados, hasta hacerlos desaparecer. Patee y saque de mi camino, hasta la salida, la puerta del armario en el suelo.

Y allí estaba, una lagrimas más hizo arder mi piel irritada por las esquirlas, mi mantita de apego azul...

Claro que yo jamás supe que era azul, dentro del armario no había bombillas que encender, pensé que era verde.

<< La pesadilla acabo...

 

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Monstruos Detrás Del Armario | 1° libro #MddaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora