Los cristales que encontrábamos tenían una tonalidad y una gama de colores extraña, podría decir que eran de un tono violáceo e incluso azulado. Pero lo cierto es que eran extraños y similares a un camaleón, eran idénticos a los fragmentos que deja un vidrio roto.
Se veían preciosos a la luz del sol.
Una noche seguimos al desertor hasta la cordillera del país, lo buscamos intensamente entre la arboleada hasta lo más profundo del bosque y se nos fue imposible encontrar rastro del mismo. La noche caía con rapidez y el sol comenzaba a ponerse, cuando escuchamos a lo lejos el sonido irritante de una radio fuera de sintonía.
Nos alarmamos, ¿qué hacia allí una radio...?
- ¿De dónde mierda viene? – inquirió River, mire en todas direcciones atenta a la frecuencia que emitía la radio. Trate de identificar hacia qué dirección el sonido aumentaba gradualmente – ¿Dónde dejamos el auto?
Maldecí en vos alta, la radio y su eco se alejaban, corrimos cuesta abajo tan rápido como pudimos. Las luces del auto traspasaron la arboleada y las vimos alejarse – ¡No! ¡Mierda...!
Me detuve en mi sitio, estaba segura de que por más que corriésemos no alcanzaríamos el auto. River corrió y maldijo aún más fuerte cada vez – ¡¿Y tú porque no corres?!
Se volteó tan rápido que intente no reír al ver lo gracioso que era verlo tan desesperado – Calma...
se paró en seco y se acercó con furia, apreté mi mandíbula y preparé mis puños, quizás no fuese a golpearme. Pero si lo hiciese también quería atinarle una. En todo caso, me lo merecía, estaba burlándome de el - ¡Nos quedamos sin coche! ¡Deja de bromear niña imbécil...!
Me empujo, sus manos fuertes hicieron a mis pies retroceder un largo paso para atrás - ¡No me empujes, estúpido!
Le devolví el empujón y solo se alejó, inspeccionándome con una mirada fría, camino entre la oscuridad murmurando - Me tienes los cojones al suelo...
- Va, me da igual. – lo seguí entre toda la oscuridad, las linternas de ambos celulares no nos ayudaban mucho, sin embargo, apenas deslumbrábamos el suelo para no caernos. Mire el celular una y otra vez, tratando de sacar mis propias conclusiones, ya habían pasado varios días desde que formamos un "dúo" – Quiero saber por qué estas dentro y por qué recogieron mi celular aquella noche...
- No empieces, te dije que nada de datos personales... - Su espalda me estaba volviendo loca, quería que se voltease para ver sus expresiones...necesitaba conocerlo, así podría saber cómo estaba la situación con solo mirar su rostro. Con Dante todo esto era más fácil.
- Es mi celular, lo lance por algo, así que dime. - blanquee mis ojos, continuaba caminando, como si no estuviera allí.
- Te queda lindo tu papel de adolescente exigente y caprichosa – se burlaba de mí. Mi rostro se congelo en una mirada de odio, no entendía porque tenía que ser un idiota todo el tiempo - pero no te diré, me encanta que te encabrones por estupideces sin importancia.
- Eres de lo mas exasperante, solo trato de entender porque estoy contigo y no con Dante, preferiría cien veces estar con alguien que me haya traicionado que con alguien como tu...
- ¿Como yo? – Se volteo, y agradecí, ahora sí podría verlo. La rabia hizo brillar sus ojos – ¿Y cómo soy?
Mire en otra dirección, es que ese era el problema, no o conozco.
- ¡No me conoces! – lo mire otra vez, directamente a los ojos, como si supiera que algo malo iba a pasar si yo le gritaba lo que debería decirle. Pero me daba igual, algo me decía que le importaba un comino.
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Monstruos Detrás Del Armario | 1° libro #Mdda
Novela JuvenilLos lazos de una familia jamás se rompen, son tan fuertes como un tornado, son lazos que te enroscan y jamás te sueltan. Las familias son unidas y fuertes, porque no solo los une un objetivo, los une la sangre. Qué pasaría si además de una "Unión" h...