Kurenai

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En momentos como este recordaba las palabras de mi maestro y lo que el opinaba sobre los deseos.

Era apenas un niño de 9 años que solo soñaba con convertirse en el mago más grande de la historia, cuando todo cambió. Todos decían que me esperaba un gran futuro, que el talento que poseía era un regalo divino, que el talento natural que poseía para la magia era envidiable y yo ingenuamente lo creía. Soñaba con opacar a los grandes Hijos de la Luz, los magos más brillantes de la historia, ese era el impulso que me hacía devorar libros y libros absorbiendo todo el conocimiento disponible ignorando procedencias y advertencias.

Cuando cumplí los 15 años todo iba de acuerdo a mis planes, no solo mi maestro se enorgullecía de mis habilidades sino que estas habían traspasado las fronteras de la ciudad e incluso del reino. El consejo de magos se reuniría para celebrar el solsticio de invierno cada año y en esta ocasión le habían escrito a mi maestro para hacer la presentación oficial en la comunidad magia, ya que tenían grandes planes para mí según lo que decía la carta.

El mismo día que llegó la noticia, después de darme las orientaciones básicas antes de emprender el futuro viaje fue la primera vez que me dijo esas palabras. "Kyungsoo eres el más talentoso aprendiz que he tenido, pero mantén tus deseos atados, aún eres demasiado joven para la misión que el consejo quiere que asumas. A pesar de lo talentoso que eres no creo que estés preparado para esa tarea"

Esa fue la primera vez que tuve una discusión real con mi maestro, donde defendí mi capacidad como mago e incluso llegué a acusarlo de le molestaba que fuera el mago más joven en ser presentado por el consejo. Cada una de las palabras enojadas que dije ese día se quedaron para siempre en mi cabeza merodeando y recordándome que mi soberbia había sido la responsable de mi futuro.

La misión que me encomendaría fue el estudio de la demonología, esa era un área que aunque existía siglos atrás había sido dejada de lado porque había traído más problemas que beneficios, pero el consejo había decidido volver a darle una oportunidad a esa rama. Pero yo era un mago fuerte y talentoso, claro que podía hacerle frente a los problemas que su estudio traería. Al menos eso era lo que creía en ese momento y haciendo caso omiso de las palabras de mi maestro entre en la sección prohibida de la biblioteca busque el primer conjuro e invoqué a un demonio.

En el piso de piedras las runas de tiza blanca sobre la estrella de seis puntas empezaron a resplandecer, lleno de emoción apreté la carátula de cuero del libro e ignoré las gotas de cera que comenzaron a caer quemando la piel de mi mano. Una niebla espesa comenzó a surgir del medio de la estrella y una silueta de aproximadamente mi tamaño comenzó a verse más nítida en cada instante.

La criatura frente a mí, era sorprendente, de color azulado y de una consistencia gaseosa semitransparente. Estaba alerta ante un posible ataque, pero más que atacar la criatura permanecía inmóvil como si ignorara todo a su alrededor. Había esperado algo más horripilante, más peligroso, pero la criatura no lo parecía e incluso me dio la sensación de que incluso se mantenía ausente a pesar de estar físicamente en el centro de la habitación. Cuando me convencí que la criatura no iba a atacar corrí emocionado a buscar a mi maestro, con el libro entre mis manos. 

En el instante en que le di la noticia sucedieron dos cosas: los ojos de mi maestro se abrieron llenos de terror y dejó caer su mano fuertemente sobre mi mejilla. El dolor y el sabor metálico de la sangre llenó mi boca, ante lo increíble de la situación me mantuve congelado, jamás mi maestro me había golpeado. No entendí que estaba sucediendo, no recordaba siquiera que me hubiese maltratado de palabra en algún momento ¿Por qué me golpeaba en este momento?

Cuando la furia comenzó a nublar mis sentidos al ritmo de cada latido de dolor en mi mejilla, comencé a gritar y a quejarme como nunca antes lo había hecho. En ese momento estaba muy seguro de que tenía la razón y mi maestro me había tratado injustamente al castigarme físicamente. Cada uno de los gritos y acusaciones fue ignorado, mi maestro como un loco corría tirando cajones y rebuscado en cada estante.

The stone of soulsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora