III.- La chica de aquel tren.

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Ah el frío y cómodo invierno, irritante para muchos pero agradable para pocos, siendo alguien de muy poca relevancia podría quedarme en la categoría "pocos" ya que en cierta parte la lluvia me despeja bastante de mis ideas mas profundas. El sonido de las gotas al caer sobre los tejados es musica para muchos oyentes y sin duda un método de meditación excelente. Al menos yo lo pensaba así mientras me encontraba en mi oficina como era de costumbre, trabajo extenso; vida estresante por lo que esto seria una buena alternativa para mi. Además de ser alguien que no para de fumar debido a que es un vicio que llevo teniendo desde los 12 años, me era imposible poder relajarme con mi fiel cigarrillo sin un toque de frialdad en el ambiente, la lluvia no cesaba después de casi 1 hora y ahí estaba yo, observando la ventana mientras el humo de mi cigarrilo se esparcía por el lugar.

—Tsss, no pensaba que esta lluvia seria tan extensa —dije con un tono grave mientras le daba una fumada al cigarrilo que yacía entre mis dedos.

Era sumamente grandioso, la lluvia no se detuvo hasta que terminé con el papeleo y esas cosas que eran meramente aburridas, si fuese por mi destrozaría aquellas libretas llenas de papeles y contratos ya expirados que a mi juicio no servían para absolutamente nada, pero parece que al jefe le gusta reciclar basura, en parte está bien pero no en una oficina que no es tuya coño. 

Poco después de haber terminado salí al despacho para marcar mi salida en la máquina de registros, tarea absurda pero en casos de asistencia supongo que no debería de oponerme. Me dirigí después de haber marcado hasta la puerta de salida del edificio no antes  abrir un paraguas que anteriormente saqué de la oficina, después de eso emprendí el recorrido de todas las tardes a la misma hora punta en dirección a la estación de metro cercana, ya podía oler lo catastrófico que seria la situación una vez en la estación pero, para mi sorpresa no había nadie, no había rastro alguno de nadie exceptuando a un pequeño perro que se encontraba debajo de un tejado improvisado sobre unas maderas. Era curioso no ver personas cerca, no podía estar equivocado; 18:30 pm de un día Lunes, era imposible que no hubiesen al menos 20 personas mínimo esperando a que llegase la locomoción.

Decidí no ponerme nervioso siquiera, no tendría porque después de todo por lo que solamente me detuve allí, observando hacia el perro que yacía durmiendo en aquella construcción improvisada para que no se empapara. Al fin luego de 15 minutos de espera el tren llegó a la estación, entré con calma cerrando el paraguas mientras que a su vez observaba el interior del vagón; una sola persona se encontraba en el y prácticamente estaba durmiendo, parece ser que hoy me tocará irme sentado por primera vez en años. Y así fue, me senté cercano a la puerta de salida del vagón mientras observaba mi celular como era de costumbre, el tren no se detenía en ninguna de las estaciones cercanas y me pareció raro, había alguien mas dentro que no había visto nunca por la estación en la cual yo me bajo, era imposible que saliera del tren ahí mismo.

Pero el tren se detuvo minutos después de que yo terminase de pensar tales cosas dignas de un paranoico, bueno tampoco es que sean tan paranoicas pero se acercan. En la estación solo había una chica de cabellos castaño claro que estaban semi empapados por la lluvia, era peligroso que entrase rápido debido a que podría resbalar y caer pero esto no fue así, la muchacha entró con toda la calma del mundo mientras una pequeña mueca se dibujaba en su pálido rostro, ¿mal día acaso? Eso reflejaba aquella expresión en la cara de la muchacha.

—Hey, ¿tuviste mal día acaso? —dije con un tono grave y a la vez calmado, mientras observaba de reojo la silueta de la chica que, por algún motivo se me hacia levemente familiar.

—Huh, la verdad es algo complicado —contestó la chica—. Verás, me acaban de despedir de mi empleo ya hace unos días y ahora mismo estuve buscando trabajo por estos lugares y...

—Adivinaré, ¿no encontraste nada y te fuiste a mojar inútilmente? —interrumpí a la muchacha mientras volteaba la cabeza completamente hasta su posición, observándola a los ojos.

—Asi es... Se me hizo muy difícil hoy —dijo la muchacha suspirando—.  Por cierto te me haces familiar, ¿te conozco de algún lado?

—Me preguntaba lo mismo mentalmente —contesté a las palabras de la chica mientras me levantaba del asiento—, te me haces bastante familar.

Luego de unos 20 minutos hablando, bajamos en estaciones diferentes incluyendo a aquel tipo que yacía acostado en el vagón, en mi mente no pude recordar quien era exactamente pero si me sonaba su rostro, tampoco me dijo su nombre ni nada lo que me pareció extraño. Ya a unas cuadras de mi piso estaba observando en mi teléfono algunos emails pendientes mientras la lluvia se mantenía lejos de cesar, revisé uno por uno hasta llegar a la puerta de mi hogar hasta que encontré un email de anuncios de despidos, ¿seré yo? Solo atiné a abrir la puerta de casa y entrar en esta para así leer más tranquilo.

"Informe de lista de despidos en masa, Agosto 2016 hasta Septiembre 2016."

Todos los documentos laborales de gente que fue despedida y sería despedida más adelante estaba ahí, encontrándome con una buena sorpresa. La chica que estaba en ese vagón estaba en la lista. Me resultó bastante peculiar la situación y por ende solo atiné nuevamente a pensar como lo hacia siempre, "¿por qué fue despedida?" esa era mi pregunta ya que era prácticamente la hija de mi jefe según aparecía en el informe. Que anciano mas sinvergüenza y desleal al despedir a su propia hija. 

Pasaron unos días y mi renuncia en aquella empresa fue inminente, no podía trabajar con gente la cual era así de desleales con sus empleados, poco después de dejar esa renuncia salí del recinto emprendiendo rumbo a la estación de metro nuevamente, observando que no había nadie a la misma hora punta. Solo esperé y cuando llegó el tren subí al vagón sin apuros, esperando a volver a mi casa, pero me encontré nuevamente en la misma estación a la chica que volvía con una mueca al vagón.[IMG=RCZ]

—Mala suerte otra vez, lamentable —Dije con una leve sonrisa en el rostro mientras miraba hacia el frente.

—Oh, otra vez tú —contestó la muchacha—, así es, otra vez no tuve suerte en este lugar.

—No te desanimes tampoco, el trabajo es algo que se consigue si te esmeras en ello —contesté levantandome del asiento, acercándome a la chiquilla observandole fijamente—,  Además estoy sin trabajo, si quieres te puedo acompañar.

—Lo lamento —dijo la chica bajando la mirada—, ¿Realmente podrás ayudarme?

—Por supuesto, vamos por esos CV —contesté con calidez a la chica.

Fue duro pero conseguimos empleo en el mismo lugar ambos, una pequeña tienda de abarrotes que necesitaba personal. Después de eso ambos nos fuimos a nuestros hogares con una sonrisa dibujada en el rostro, era otro ambiente y se notaba. Supongo que aquella chica del tren debe de estar feliz ahora.

Relatos cortos, pensamientos profundos [+15] (Retomada temporalmente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora