13.- Caballos color blanco y negro

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-¡Los regalos!¡Genial!- Dijo Gabi abriendo los ojos como platos.
Todos los años por estas fechas muchos de los soldados de la banda de Gambino ponían un poco de dinero para comprar regalos para Diego y Viktor. Ellos eran muy queridos en la banda, llegaron de niños y fueron creciendo y luchando junto a ellos. Además, estando siempre con Gabi, el hijo de su jefe les daba como un no-se-que de nobleza, a los soldados les gustaba eso, creer en algo. Viktor y Diego eran como sus hijos, todos les querían.
Todos en ese momento se giraron para ver a Diego y Viktor que estaban compartiendo el
delicioso pastel de manzana que la muchacha de Antea les había traído. Gambino se levantó y apoyando en su cayado ofreció primero a Viktor una pequeña caja de color negro.
-Vaya, gracias, ¿La abro?- Preguntó un poco desconcertado Viktor al esperar una espada nueva o una montura para un caballo o incluso un nuevo conjunto de armadura, el que llevaba no le cubría demasiado ya que era en su mayoría de cuero. Viktor siempre decía que una armadura más pesada, aunque le protegiera más, también le haría más lento y le quitaría agilidad. Él siempre llevaba una pechera y guanteletes de metal, hombreras, rodilleras y coderas de cuero. Sus piernas era cubiertas por unos pantalones y unas botas y, encima de estos algunas piezas de metal que dejaban al descubierto su entrepierna, pero esta también era cubierta por un manto de cuero que le cubría desde ahí hasta la parte superior del abdomen y la parte lumbar de la espalda, sin embargo sí llevaba una coraza en el pecho, no de la calidad de una armadura, pero jamás la traspasó ninguna espada.

-Ábrelo, adelante- Instieron tanto Gambino como Gabi al ver a Viktor manosear la caja sin llegar a abrirla.
-De a cuerdo...- Dijo Viktor quitando la tapa de la negra caja que era un poco más pequeña que la Palma de su mano.
En el interior de la cajita negra habían, envueltos en algodones dos insignias, las dos iguales. Pequeñas insignias doradas, una mucho más pequeña que la otra. Las dos eran escudos dorados que estaban divididos en 4 secciones y su centro una pluma también dorada que recorría por encima de forma diagonal el escudo tapando parcialmente algunos de los segmentos del escudo y sobresaliendo por la parte superior.
-Vaya, son muy bonitos- Viktor no les quitó el ojo de encima mientras lo dijo, realmente eran hermosos y muy brillantes.
-Mira, mira, mira son preciosos ¿no?- Dijo Violette, también mirándolos muy entusiasmada. -Gabi y yo los compramos hace unos días en una joyería famosa en esta ciudad- Dijo la chica de pelo negro muy entusiasmada.
-Son preciosos...- Dijo de nuevo Viktor. Todos los que le rodeaban pensaban de la misma forma, todos coincidían en que eran totalmente del estilo de Viktor.
-Observa...- Violette cogió la insignia de la mano de Viktor y le mostró la parte de detrás, esta contaba con una pequeña aguja como un imperdible que sirve para encajar los extremos de una capa y poder llevarla con un broche en lugar de por debajo de la armadura de los hombros.
-Genial- Exclamó Viktor. -Ahora necesito una capa como dios manda para que vaya a conjunto, la de ahora me gusta mucho, pero está hecha un desastre y debo lucir esta insignia- Aseguró.
-¿Cómo dices?- Preguntó impactado Diego. -¿Vas a cambiar de capa? No hombre, deja que te la arregle, no sé coser muy bien, pero seguro que te la puedo arreglar...- Dijo poco convencido.
-Creo que yo podría ayudar con eso- Intervino Violette. -No pudo decir que lo haga muy bien, pero lo he hecho desde pequeña...- Aseguró la muchacha.
-Dios menos mal, de menudo apuro me sacas, en realidad no tengo ni idea de coser o remendar- Aseguró Diego algo avergonzado.
Todo el mundo rió por esto y todos se alegraron de que a Viktor le gustase el regalo que todos contribuyeron a comprar.
-Tú turno Diego...- Dijo Gabi dandole a este una cajita roja.
-Muchas gracias Gabi...- Musitó mientras la abría y observaba con admiración y entre algodones una bellísima pluma de color negro primero y luego azul y morado.
-Se que te gusta escribir, y la pluma que usas es un poco vieja, pensé que te gustaría una nueva- Aseguró Gabi levantando una ceja y mirando la cara de abstraído total que llevaban tanto Diego como todos los que miraban la pluma, realmente bella.
-¿Cómo la has conseguido?- Preguntó Diego muy interesado.
-Eso no se pregunta hombre- Dijo Gabi mientras se toca el brazo izquierdo, todavía en cabestrillo.
-Esta noche la probaré... escribiré algo- Aseguró Diego mientras colocaba con suavidad la pluma de nuevo en su cajita roja.
-¡Muchas gracias a todos, sois los mejores del mundo!- Gritó Diego entusiasmado.
Y todo el mundo gritó y brindó por todas partes, rieron y contaron historias hasta muy tarde e incluso Viktor y Diego parecieron pasárselo mejor que de costumbre.

FAR OVER THE SUNSHINE LANDS: BROTHERHOODDonde viven las historias. Descúbrelo ahora