Todo Tuyo

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Makoto se consideraba afortunado, tenía una familia que lo amaba y grandes amigos; ellos hacían que cada cumpleaños sea especial.

Y haber cambiado de ciudad no lo hacía diferente, desde lejos podía sentir su cariño, se lo hicieron llegar con una video llamada y la promesa de un regalo desde Australia y otras dos de Iwatobi.

Y de los amigos que tenía cerca, no podía ser diferente, además de invitarlo a merendar antes del trabajo, se dieron tiempo de darle la sorpresa y cenar todos juntos en una pequeña e íntima celebración que Haru había preparado; con su comida favorita y pastel de chocolate.
Rieron, compartieron recuerdos y le cantaron la conocida canción antes de pedir los deseos. Makoto, con algo de melancolia, sólo podía pensar en una cosa: que Sousuke no estaba ahí, con él.

Debería sentirse completamente feliz, claro que debería estarlo, había recibido una felicitación, algún detalle de cada amigo y conocido, sus alumnos incluidos, en especial de Misaki-kun, quien lo envolvió en un fuerte abrazo que amenazaba con no terminar nunca. Todos de alguna manera lo hicieron sentir especial. Todos excepto uno. Y eso era lo que no le dejaba sentirse feliz por completo. Era como un pequeño vacío que, aunque se sentía mal de pensarlo así, nadie ni nada podía llenar.

Sousuke no había dado señales de vida en todo el día. Makoto pasó de la esperanza, a la desilusión y finalmente, a la preocupación absoluta en lo que terminaba el día.

Aprovechando la segunda llamada de sus hermanos en el día, salió al balcón para despejarse un momento. Acodado en el barandal contemplaba su celular como si así fuera a saber algo de Sousuke.

—¿No te llama aún? —La voz de Haru a sus espaldas lo tomó por sorpresa. Se repuso rápido del pequeño susto y no pudo evitar dibujar una mueca triste en los labios.

—Aún no.

—¿Sabe que es tu cumpleaños?

—Yo, creo que sí... No es sólo por la fecha, él siempre me habla o me escribe al menos —Tomó aire y exteriorizó su temor—. ¿Y si le paso algo? No entra la llamada y parece que mi mensaje no le llega.

—Él está bien —Haru, intentó tranquilizarlo—. Las malas noticias son las primeras en llegar—. Y lo volvió a preocupar.

—¡Haru! —su amigo trató de disimular su ligera sonrisa.

—Sousuke... es muy importante para ti, ¿verdad?

La pregunta lo tomó por sorpresa, pero en algún momento tenían que hablar del tema.

—Sí Haru. Casi tanto como tú lo eres, pero de una manera diferente —soltó con suavidad, escogiendo sus palabras. Haru podía llegar a ser celoso, posesivo incluso. Era su forma de protegerlo.

—Lo sé, te entiendo. Tú también eres muy importante para él, es evidente —le hablaba mirándolo de soslayo. Sonrió, leve, muy leve y lo miró a los ojos—. Y para mí... —calló, pero no era necesario que continuara.

—Haru... —murmuró bajito antes de abrazarlo.

A veces era mejor dejar que los corazones hablen directamente. A veces se siente más de lo que se puede expresar.

...........

Makoto abría la puerta de su departamento con la tonta esperanza de encontrarse con Sousuke ahí adentro. Y claro, no fue así. Suspiró al poner la caja con lo que quedó del pastel sobre la mesa, volvió a revisar su celular por, seguramente, milésima vez en el día y se dirigió sin ganas al baño para tomar una ducha.

Una vez listo para dormir, ese vacío que lo estuvo acosando, parecía querer tragarse toda la felicidad del día.

Contemplaba el techo, tratando de pensar en positivo o de no pensar.

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