Los últimos soldados élites

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Corro detrás de Daniel, pero  él se aleja cada vez más. La tierra bajo mis pies se mueve y comienzo a caer por un acantilado, trato de sostenerme a algo, una rama, alcanzo una rama. Extiendo mi mano hacia Daniel, pero él me mira con odio.

—¡Los élite mataron a mi madre, todos merecen morir!— grita y caigo al vacío

 El fuerte sonido de una mano tocando la puerta me despierta sobre saltada. Anelisse se levanta con mucho cuidado.

—    ¡Soy yo, el 446 abran la puerta!— la voz masculina se escucha urgente 

Anelisse me hace una señal y yo asiento con la cabeza preparándome para cualquier situación. La puerta se abre y ante la escasa luz que entra del pasillo, distinguimos los rasgos de 446.

—¡Hora de irnos! — nos grita, antes de poder gestionar preguntas — Aghata me envió por ustedes los Dows saben dónde están, no tardaran en llegar

Alistamos lo poco que tenemos, no hablamos. Atentos escuchamos ruidos de personas deslizándose por los pasillos y las ventanas.  El 446 nos  indica por donde movernos y hacia dónde ir, pasamos el largo pasillo hasta llegar al elevador, el lo abre y nosotras entramos detrás de él, adentro tenemos que escalar para poder llegar a la cima, las cajas comienzan su movimiento, pero nosotros somos más rápidos y llegamos al techo  salimos a la claridad y comienza el descenso por una de las esquinas del edificio, es más rápido descender casi vamos deslizándonos por la esquina.  Salimos sin ser vistos, y sin ver a nadie. 

—    La camioneta de Aghatha— exclama Analisse al ver el vehículo al que nos dirigimos

—    Sí, me la dio para venir por ustedes — responde el 446

Subimos al vehículo y él 446 sale disparado a gran velocidad del lugar, el velocímetro va sobre 200. Los agentes de tránsito prenden la torreta pero no nos siguen. El conduce por tres horas de la misma forma, hasta detenernos en un motel de paso en un poblado que está a orillas de la carretera, muy lejos de la ciudad.

—Será mejor descansar un poco— nos dice al introducir el vehículo en el estacionamiento cerrado

La habitación del motel no tiene el mejor de los aspectos, con espejos repartidos por toda la habitación, una tina fuera del baño y tres tubos frente a la cama en forma de corazón. Es sin duda, un lugar poco acogedor.

—¿Cómo nos encontraste?— le pregunto al muchacho

—Aghata me envió por ustedes— responde

 —¿Cómo conoces a aghata?— pregunta Analisse

—    Ustedes no son las únicas que hicieron destrozos al escapar del Cedetedemu — responde — por cierto, mi nombre humano es Eliot ¡no lo olviden! ¿Cómo se llaman ustedes?

—    Yo soy Saskia y ella es Analisse

—    Muy bien , esperaremos aquí, convoque a todos los que quedamos y vienen para acá

—    ¿todos los que quedamos? ¿Cuántos somos? — pregunta Analisse

—    Somos seis en total, tres mujeres, tres hombres. Cuatro de la última generación que somos ustedes, yo y Alejandro, y dos de la anterior a nosotros cuyos nombres humanos son Gael y Galeia.

—    ¡tan pocos!

—    Sí, unos fueron ejecutados por los ejércitos humanos y otros fueron abducidos por los Dows se cree que los Malakah también tomaron su tajada, pero no le hemos confirmado

Dos horas después llegan los otros soldados élite. Pero no llegan solos, detrás de ellos llegan los Dows que aún queda en la tierra, apenas han entrado en la habitación del motel, recibimos una explosión. No hay tiempo de saludarnos, solo de salir corriendo. Eloit baja las escaleras a otra prisa, y todos nos subimos en la camioneta, Gael sube en el lugar de copiloto lo reconocemos porque es el único hombre de la serie 300  y Alejandro se sube en la cajuela. En el asiento trasero sube Galeia con nosotras. Los muchachos sacan armas y comienzan a disparar a los Dows que se topan enfrente, en una huida en la que las destrezas al volante de Eliot tienen la mayor ventaja.

Apocalipsis AlomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora