Las piernas le dolían de tanto correr y el corazón le palpitaba tan frenéticamente que creía que en cualquier momento se le saldría del pecho. Pero no podía dejar de correr, el hecho de parar ahora sería el fin de su vida. ...
Había corrido ya un largo tramo pero su atacante parecía no rendirse, la seguía de una distancia corta.
-¡Ayuda- Grito por vigésima vez- ¡Ayuda por favor!- Volvió a gritar, pero como las otras veces no obtuvo respuesta, y era de esperarse. Corría por las calles desiertas de Londres, los viejos y altos edificios apagaban sus gritos haciendo que se los llevara el viento.
El brillo de la luna era la única luz que la guiaba a la mitad de la fría noche- ¡Ayuda!- Volvió hacer el intento a pesar de que ya había perdido las esperanzas de que alguien la ayudara, pero Valentina no se rendía tan fácilmente-
Recordaba cómo había terminado en esta situación; estuvo hasta tarde en la biblioteca que estaba al otro lado de la ciudad. Cuando la biblioteca cerró ella ya había perdido el último autobús que viajaba hasta su casa, así que empezó a caminar para tomar otro más adelante. Pero unas cuadras después sintió que alguien la seguía, no fue hasta más tarde que cedió cuenta de que realmente alguien la seguía, no podía decir quién era o que era, ya que la ropa que llevaba su acosador y la oscuridad de la noche se lo impedía.
Cuando ella apresuro el paso él también lo hizo, cuando ella comenzó a correr él también lo hizo.
-¡Ángel!- Oyó una voz atrás de ella, pero no tuvo el valor de voltear a ver de dónde provenía- ¡Ángel, Corre! ¡NO te detengas!- ‘’!Pero que gran idea!’’ pensó mientras corría más deprisa ‘’Solo estoy intentando ayudarte’’ Dijo una voz dentro de su cabeza, pero no había sido ella, era otra persona que hablaba dentro de su cabeza. Provoco un escalofrió, pero no se detuvo.
Pero ella ya no podía correr más, estaba cansada, tan cansada que con cada paso que daba sus piernas temblaban, un paso más y se desmallaría. No podía seguir corriendo. Ya no podía, sus piernas le rogaban que se detuviera pero su instinto por vivir le decía que siguiera corriendo. Estaba por detenerse, estaba por rendirse cuando algo le rodeo la cintura, no supo como pero de un momento a otro sus pies ya no estaban sobre el asfalto, estaba ¿Volando? Claro que no, lo que la había sujetado por la cintura había hecho que sus pies dejaran el suelo, segundos después estaba en el techo de uno de los edificios más bajos, pero sus pies seguían al aire. El piso se volvió hacer lejano y lo primero que vio fue una pared y después estaba otra vez en el techo de un edificio ¿Estaba saltando o escalando?. No quiso ver que era lo que pasaba así que cerró los ojos, sabía que la habían atrapado pero se sintió más aterrada por el hecho de que su opresor podía volar o algo así. ¿Quién era o que era lo que la seguía?
‘’Tranquila ángel, no te era daño’’- Es cucho nuevamente esa voz en su cabeza. Valentina no se tranquilizó, todavía tenía mucho miedo.
- ¿Quién eres?- pregunto en un susurro casi inaudible- -Eso no importa ahora, lo importante es perder a ese tipo- Para su sorpresa la misma voz que se oía en su cabeza respondió, pero eso seguía sin tranquilizarla.
La voz que oía era ronca pero suave, sin duda era de un hombre, pero seguía sin atreverse a ver quién era. -No saltes, me mareo- Pero su suplica fue ignorada, el siguió saltando con ella temblando y casi llorando- Por favor- Volvió a pedir- Me siento muy mareada, creo que ya lo perdimos-
-No estés tan segura, pero ahora hay que correr- Sintió como decenio en picado y sus pies tocaron nuevamente el piso- Ahora corre- Ella abrió lentamente sus ojos y vio una sombra delgada y alta frente a ella, no podía ver mucho con tanta oscuridad- -¿Correr? No puedo, me desmallaría antes de dar el primer paso- Dijo con una voz tan débil. La sombra se acercó a ella y de un momento a otro ya estaba en sus brazos. El olía a tierra mojada y menta, olía muy bien, tan bien que pensó que un olor tan bueno pertenecía a alguien muy guapo, se regañó a si misma por pensar en eso en momentos como este-