Hoy era lunes y no quería ir a la escuela, siempre es la mismo, bueno no siempre, pero aún así es ¡aburrido! No entiendo porque tengo que ir a una escuela de humanos. No tengo nada en contra de ellos, pero cuando vivía en Australia iba a una escuela de magia y las cosas siempre eran interesantes, aquí los chicos no pueden dejar de usar su teléfono.
Seguí recostada en mi cama hasta que un zapato callo en mi cara.
-¡Oye! ¿¡Que te pasa idiota!?.- grité, cuando vi a Eddie en el marco de la puerta riendo.
-Si no te levantas ahora se hará tarde.- dijo y cerró la puerta de mi habitación.
Simplemente genial.
Me puse de pie y fui directo a mi armario, tomé una chaqueta color azul con franjas rojas y botones azules, unos jeans negros rotos y un par de tenis. No me ducharía, nunca lo hago, ósea, si me ducho pero solo por las noches.
Cuando termine de vestirme fije la vista en mi espejo y vi mi cabello, era de esperarse que estuviera así de enredado, me cepille y cuando estuve en orden me dirigí a la cocina, tenía que desayunar.
-Por lo visto Eddie si consiguió despertarte.- hablo la tía Rachel cuando me vio entrar a la cocina.
-Si, y de una manera poco agradable.-dije con amargura.
-¡Solo fue un zapato! Supéralo.- exclamo el susodicho.
-Silenció, no tengo ganas de presenciar una de sus tantas discusiones.- dijo mi tía tomando de su taza de té.
-Bien.- hablamos Eddie y yo al mismo tiempo.
-Solo tomaré una manzana, quiero llegar antes que todos.- dije, después de guardar una manzana en mi mochila.
-Yo tengo que irme.- Eddie desapareció de la cocina, maldita sea.
- Me voy, te veo en unas horas.- Me despide de Rachel y salí de casa camino a la escuela.
Amaba el silencio, las hojas de los árboles caer y el aroma a otoño inundando mis fosas nasales, era estupendo. Lamentablemente nada de eso pasaba cuando llegaba a la escuela, los adolescentes son escandalosos y detesto eso.
Por fin había llegado a mi destino, un destino nada esperado, claro. Entre y me dirigí a mi aula, que por suerte estaba vacía ¡Gracias a Medusa! Me senté en el último banco de la una de las filas de los costados que estaba pegada a la ventana y empecé a ver al mi alrededor, no había nada interesante.
Me gustaría que mi vida fuera como la de Harry Potter, aun que si soy una bruja, pero me encantaría que mi escuela fuera como Hogwarts.
Gire mi cabeza hacia enfrente y noté que alguien más estaba aquí, era un chico y nunca lo había visto por aquí. Él se acercó a mi con una nota en la mano y después se fue dejándome sola, nuevamente.
No me quedaría con la curiosidad y decidí leer la nota.
Tienes que aprovechar cada segundo.
Hoy será tu primer día en el cual tú don está perfectamente desarrollado, úsalo con inteligencia, como ya lo dije anteriormente; será tu decisión si quieres ver el hilo, pero aún así podrás percibirlo. Algo que olvide mencionar es que tú no puedes ver tu otro extremo del hilo.
Suerte en tu primer día como bruja del hilo rojo.
Atte: Señor luna.
Doble la hoja y la puse sobre mi pupitre.
Admito que no me desagrado la idea de no poder ver mi otro extremo, no me gustaría saber quién es mi destino y agradezco infinitamente a Poseidon por eso.
Dos chicas entraron al aula, no las salude porque no soy muy sociable, por así decirlo. Ambas estaban tecleando en sus teléfonos. La juventud de ahora.
Conforme fue pasando el tiempo el aula se fue llenado y había menso sitios. Sentí un cosquilleo en el estómago, que por algún extraño motivo me obligó a voltear hacia mi derecho, en donde se encontraban Giselle y Nick, he intercambiado algunas palabras con Nick, y Giselle es una chica agradable. Recordé la nota que me envió el señor luna y trate de concentrarme, cerré los ojos y cuando los abrí vi un hilo rojo que estaba atado a un meñique de Nick y el extremo en el meñique de Giselle.
-¡Si!- grité entusiasmada, me di cuenta de mi error y me percaté de que muchos de mis compañeros me observaban.- Ah... sigan con lo suyo, yo seguiré con mis cosas de chica rara.- dije y saqué un libro de mi mochila para empezar a leerlo.
Estaba feliz, por fin lo había logrado ¡Esto es genial! Y aún me queda el resto del día.
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La bruja del hilo rojo.
Teen FictionAveces es fácil tener una doble vida, otras es difícil mezclar ambos mundos.