Prólogo.

9 0 0
                                    

« ¡Corre!, no mires atrás, sólo corre, se que duele, cada articulación, cada hueso, cada músculo, lo sé, pero tienes, que correr, no te detengas, no mires atrás, ve a donde sea, pero aléjate de él, no va a pasar de nuevo, se acabó, esto se acabó. »

Me alentaba a mi misma, nadie más lo haría por mi, nadie haría nada por mi, era solo yo, solo contaba conmigo misma.

Limpiaba mis mejillas inundadas por lágrimas bruscamente, ya no lloraría, ya no más.

Mi respiración era muy inestable, me estaba quedando sin aire, trataba de regular mi respiración, pero era imposible. Por todo mi cuerpo recorrían golpes; pómulo, brazos, piernas, costillas, no podía seguir, pero debía.

Cada paso que daba dolía más que el anterior, pero si paraba sería mi fin y todo esto no habría servido de nada, tenía que hacerlo, tenía que lograrlo, por mi.

Sus sus fuertes pisadas resonaban a pocos metros de mi, sabía que el no estaba en sus cinco sentidos, pero lo estaba para atraparme y llevarme de nuevo a su infierno.

— ¡Cuando de atrape no voy a tener piedad contigo!, ¡Vas a rogarme por tu asquerosa vida!—gritó.

Nunca haría eso, jamás le rogaría, sólo trataba de desconsentrarme, no iba a lograrlo.

Pero de repente un fuerte viento sopló e hizo que mi abundante cabello revoloteara en mi cara, traté de acomodarlo al instante, pero mi pie se dobló y caí fuertemente sobre el frío pavimento, traté de levantarme pero el dolor lo impidió, todos mis golpes empezaron a doler el doble.

« No puede estar pasándome esto »

Lo miré en cámara lenta corriendo furiosamente hasta mi, se había acabado, había perdido, nada había valido la pena, era una idiota, ¿En qué estaba pensando? Cuando tan solo le faltaban unos pasos para llegar hasta mi inerte cuerpo, se detuvo. Paró y se quedó inmóvil, todas sus expresiones se relajaron formando una expresión neutra, se dio la vuelta y tras unos segundos  caminó de regreso lentamente, paso por paso, como caminarías al ir a una tienda o a tu trabajo.

Demasiadas emociones, demasiadas preguntas, no podía, todo se estaba volviendo borroso, iba a desmayarme.

— Te encontré. —escuché en un susurro para enseguida mi visión quedar en negro.

Bueno, me presento, soy Mari, espero te haya gustado el prólogo de esta historia, por favor, si te gustó deja un comentario y presiona la estrellita, me ayudarías mucho. Byee...

Phoenix: resurgiran de sus cenizas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora