Lazo de miedo

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Se han preguntando alguna vez en su vida, ¿porque tengo que sufrir tanto?, hay momentos en la vida que no todos tenemos lazos fuertes, hay unos que los rompen antes de caer y hay otros que por mas que intenten soltarlo no pueden, porque creen que si siguen agarrados de ese lazo hallarán el camino, pero tristemente no es así, tenemos que soltar cada lazo para hallar el correcto, y el correcto es exactamente cuando sonríes y dejas de pensar en que sufres.
Pues así fue durante el transcurso de todo el recorrido yo estaba agarrada de mi lazo, estaba confiada en que ese me sacaría de todo y estaría bien.
Recuerdo que me fui donde mi padre, todo comenzó bien, pero pasando los meses se convirtió en problemas y cómo un vaso derramado ya no podía regresar, y ese lazo no lo quería soltar por miedo, por creer que ahí me hacía bien cuando fue un error.
La señorita Amanda era la peor pesadilla, así es la esposa de mi padre.
Ella comenzó con su lazo de odio e intentado cortarme las alas para que mis esperanzas murieran y yo llegara al punto de morir me.
Yo no creía que fuera cierto hasta que todas las cosas comenzaron a surgir como gotas de sangre al morir.
Recuerdo cuando dormía sola y se escuchaban ruidos muriendo me del miedo y derramando lágrimas de dolor queriendo huir, causadas por la señora Amanda.
Cada vez que yo intentaba hablar mi padre no me creía nada, cegado ante muchas situaciones solo me miraba y me regañaba.
Amanda siempre se salía con la suya, y recuerdo justamente en el año 2013 cuando mi madre se fue, Amanda me llevaba al colegio con malos gestos e indirectas, sentía tanto miedo por dentro que no sabía que hacer.
Hay veces que creemos que las personas no son malas hasta que llegas al punto de vivir con ellas y ver de cerca las cosas que jamás en tu vida has visto. Supongo que no era la única que pasaba por situaciones así, pues claramente hay situaciones peores de las que yo viví.
Cada día que pasaba y cada mes y año era tormenta hasta llegué al punto de encerrarme y tomar millones de pastillas y tragármelas, y morir lentamente, pero el lazo que jamás hay que soltar es el de Jehová Dios y él me abrió los ojos y logré confiar y de dicha no tome la decisión del suicidio.

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