Capitulo 2 "Disculpas inválidas"

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Recogí el teléfono que estaba sobre el velador y abrí el mensaje. La sorpresa me embargó cuando leí su contenido.

"Ayer me porté como un idiota, lo lamento mucho. ¿Podemos vernos? Te esperaré a las siete en el café Starbucks de la esquina. Anda, por favor"

Solté un suspiro que me dejó sin aire. Me puse de pie intentando ignorar todas las cosas que venían a mi mente como un montón de cuchillos que no hacían más que estrellarse contra ella. De pronto un dolor estremecedor recorrió mi cuerpo y me dejó paralizada antes de poder levantarme por completo. Llevé mi mano hacía mi oído por instinto, estaba muy caliente. Caminé hacía el baño y giré la cabeza para ver mi marca de nacimiento. Era una pequeña frase tatuada detrás de mi oído, estaba escrita en algún idioma que desconocía. Pasé mis dedos por encima de esas palabras como muchas veces antes lo había hecho, quedando hipnotizada por la extraña sensación que me producía. Nunca había buscado respuesta a esta extraña marca, era algo tan propio que no quería que perdiera su magia. Esperé algunos minutos para que el dolor fuese soportable y bajé a desayunar.

Estaban todos sentados en la mesa. Mamá me sonrió y papá me dijo que si quería pan sacara el que estaba tostándose. No me apetecía comer, en absoluto. Saqué una taza del estante y me senté al lado izquierdo de mi padre. Metí una bolsa de té dentro de la taza y puse agua hirviendo dentro de ella, dos cucharadas de azúcar eran todo lo que hacía falta. Lo revolví unos segundos y di un pequeño sorbo.

-¿Cómo te fue ayer? No te sentí llegar- era una pregunta que se repetía cada mañana luego de haber salido.

-Bien, Anna y yo nos divertimos-

-¿A qué hora volviste?- la voz de papá sonaba amable pero me molestaba el motivo controlador de su pregunta.

-No lo recuerdo con exactitud pero fue a eso de las dos-

-¿Que tienes que hacer para la escuela este fin de semana?- preguntó mamá queriendo cambiar de tema.

-Esta semana empiezan las pruebas finales-

Me había bebido la mitad del contenido de la taza y el té ya estaba empezando a enfriarse.

No dije nada el resto del desayuno y una vez que acabé subí directo a mi habitación. Mamá estaba preocupada, podía verlo en sus ojos.

Eran cerca de las siete cuando me di cuenta de lo que estaba a punto de hacer. Analicé por unos minutos la situación, por un lado odiaba esa sensación que me producía querer saber lo que Sam quería decirme, pero al mismo tiempo me sentía enormemente insegura y temerosa. Me arreglé lo más que pude, quería verme guapa aunque me costara mucho creer que pudiese parecer bonita ante los ojos de alguien. Quería que Sam viera lo que se había perdido.

-Voy a salir- dije desde la puerta de la habitación de mis padres.

-¿A dónde vas?-

-Al Starbucks de la esquina, no tardare mucho. Adiós-

No espere a que me dieran permiso ni ellos intentaron hacerlo. Era algo así como un pacto silencioso, ellos no me molestaban mientras yo cumpliera con todo lo que debía y no me metiera en problemas. Yo conocía las reglas y también las consecuencias que tenía romperlas.

Al llegar lo vi sentado en una de las sillas que el local tenia afuera. Avance en su dirección y me senté frente a él.

-Hola- mi voz sonó fría.

-Me alegra que hayas venido Gracie. Ayer me porte como un estúpido y tenía que disculparme por eso-

Sus palabras parecían sinceras, tal como habían sonado muchas otras que yo tontamente había creído.

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