4. En su corazón...

1.8K 80 30
                                    

El amanecer llegaba, los recuerdos de la noche anterior volvieron de golpe a su memoria y despertó sobresaltado. La arqueóloga lo miraba sentada a su lado, su aspecto, era más alentador que el de ayer. Quedaban algunas brasas de la fogata, le dio hambre.

- Hola Kenshin-san... - Ella sonrió. Su voz también se escuchaba mejor.

- ¿Cómo estás? Robin... Yo... - Ella se acercó y puso un dedo sobre los labios del peliverde para silenciarlo. Lo besó y volvió a sonreír.

- Gracias... - Él le devolvió el beso. - Por salvarme... -

- Somos nakamas... - No le quitaba la vista de encima.

- Zoro... - Siempre quiso escucharle decir eso, así, directamente a ella.

- No... En realidad no somos nakamas... - Ella lo miró algo extrañada, el espadachín no era fácil de descifrar. - Mujer... Tú... Eres algo más especial para mí... - La abrazó, ella sintió este abrazo, distinto a cualquier otro que él le diera antes. - Te causé mucho dolor... Yo... -

- Fue necesario... - Por el ojo sano del espadachín rodó una lágrima furtiva y ella la barrió con una caricia. - No te sientas culpable... Hiciste lo correcto, ahora mismo podría estar muerta... Te debo mi vida ahora y una vez más... Kenshin-san... - Hubo una pausa en que ambos se miraban fijamente. Algo sonrojado trató de cambiar el tema.

- Veamos cómo está... ¿Quieres? - Se levantó y fué por el botiquín.

Para ver la lesión, la propia Robin quitó las vendas bajo la mirada atenta del peliverde. Vieron que una mancha negra rodeaba su pie y se extendía por el tobillo hacia su pantorrilla, bajo su piel. La abertura de la herida en sí estaba sellada. Zoro la había desinfectado y cauterizado con su acción, pero quedaba la incertidumbre de lo que pasaría con el veneno.

- ¿Y si me cortas un poco para drenarlo? - Dijo de pronto la morena. - Parece superficial... -

- ¿Enloqueciste? No voy a hacer eso... -

- Podrías cortar aquí... -

- ¡No! - La respuesta rotunda del espadachín la dejó sorprendida. - Lo más probable es que lo arruine de alguna forma... Y... No volveré a hacerte daño... De hecho creo que ya es hora de volver al Sunny... Chopper debe encargarse... -

- ¿Y si te lo pido por favor? - Él la miró sin poder creer lo que estaba diciendo la mujer. - Podría funcionar... -

- ¿Y si mejor dejas de hablar incoherencias? - Le puso la mano en la frente, de nuevo parecía febril. - Estás delirando... -

- Quizá... Pero creo que esta cosa seguirá avanzando... Y si no lo has notado afuera todavía llueve... - El espadachín, a pesar del sonido que se percibía, fue a la entrada de la cueva y comprobó que efectivamente aún llovía a cántaros. - Zoro... -

- Creo que mejor saldré a buscar algo de comer... También eso te está afectando... No hagas ninguna estupidez ¿De acuerdo?... - Algo preocupado salió dándole un último vistazo.

Robin hizo aparecer sus manos fleur para alcanzar el botiquín. Había un pequeño bisturí. Pensó unos minutos en la advertencia del peliverde pero también en el veneno. No quiso alarmarlo más, pero sentía que esta cosa estaba afectándola de alguna manera. Quería sacarlo cuánto antes. Con una mano algo temblorosa hizo un corte pequeño, un líquido negro y viscoso comenzó a salir, ayudó haciendo un poco de presión, sintió alivio, la hinchazón y el escozor disminuyeron. Extrajo todo lo que pudo. Pasado un rato, el espadachín volvía con un surtido de frutas en una bolsa improvisada. Venía empapado.

- ¡¡¡Pero qué diablos!!! - Se acercó dejando caer lo que traía. - Robin... - La miró un poco molesto pero sorprendido a la vez.

- Tranquilo estoy bien... De hecho me alivió un poco... -

Tratamiento PlacenteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora