Narrador omniprecente.
Con ayuda de la brujula llegaron al castilo de Sarisha pero ya era tarde por que Marlin y Michael ya se encontraban allí.
-¿Creen que podran derrotarme?- Dijo Marlin riendoce.
-Mamá, lucha contra Marlin, yo se que puedes- Dijo Andrew.
-Ella ya no existe.
-Madre, lucha contra el- Dijo Neil.
-¿Le has dicho madre?- Pregunto James.
-Si, por que lo es.
-Ya vasta de cursilerias ¿Quien me enfrentara primero?
-Yo- Respondio Andrew.
Andrew saco la espada de Iris y Marlin y el comenzaron a pelear, pero en un descuido de Andrew, Merlin le hizo un corte en la pierna y el hombro y de pronto Esmeralda aparecio.
-Vaya, crei que no encontrarian la daga- Dijo Esmeralda. -Entregenla.
-En tus sueños- Dijo James.
Es entonces que James le lanza a Neil la la daga y ella que estaba serca de Esmeralda se la clava en el estomago, para que luego del cuerpo de Esmeralda comience a salir una luz blanca.
-¡No!- Grito Marlin.
-Gracias por liberarme- Dijo Esmeralda. -Ahora Marlin deja a mi amiga en paz.
-Tonta ¿Crees que puedea contra mi?
-Ya lo hice antes, no veo por que ahora no pueda contra ti.
-Ya lo veremos.
Es entonces que Marlin habre un portal y Michael y el cruzan ese portal para que luego este se cierre.
-¿A donde fueron?- Pregunto Neil.
-Se fueron al mundo de donde provenia Iris- Respondio Esmeralda.
-Y ¿De donde provenia?
-Nueva York- Respondio James.
-Debemos ir antes de que destruya ese mundo.
-Si, pero primero llevaremos a Andrew a nuestro mundo a curar sus heridas. -Esmeralda ¿Puedea habrir el portal a nuestro mundo y al mundo de Iris?
-Si.
-Gracias, vamonos.
-Yo ire con ustedes, yo soy la unica que puede venserla, mi espada la derroto una ves junto con mis poderes.
-Esta bien.
Esmeralda habrio el portal y los cuatro cruzaron el portal.
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El Regreso De La Reina (Terminada).
FantasyHace mucho tiempo existio una guerrera y reina de un mundo repleto de magia, ella derroto a dos de los villanos mas tenibles del mundo, pero ella tuvo que dar la vida por el mundo al que amaba. Los dioses desesperados por acabar con la maldad que n...