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SEÑORA CAPULETO

Ama, ¿y mi hija? Dile que venga.

AMA

Ah, por mi virginidad a mis doce años,

¡si la mandé venir! ¡Eh, paloma! ¡Eh, reina!

¡Santo cielo! ¿Dónde está la niña? ¡Julieta!

Entra JULIETA.

JULIETA

Hola, ¿quién me llama?

AMA

Tu madre.

JULIETA

Aquí estoy, señora. ¿Qué deseáis?

SEÑORA CAPULETO

Pues se trata... Ama, déjanos un rato;

hemos de hablar a solas... Ama, vuelve.

Pensándolo bien, más vale que lo oigas.

Sabes que mi hija está en edad de merecer.

AMA

Me sé su edad hasta en las horas.

SEÑORA CAPULETO

Aún no tiene los catorce.

AMA

Apuesto catorce de mis dientes

(aunque, ¡válgame!, no me quedan más que cuatro)

a que no ha cumplido los catorce.

¿Cuánto falta para que acabe julio?

SEÑORA CAPULETO

Dos semanas y pico.

AMA

Pues con o sin pico, entre todos los días del año

la última noche de julio cumple los catorce.

Susana y ella (¡Señor, da paz a las ánimas!)

tenían la misma edad. Bueno, Susana

está en el cielo, yo no la merecía. Como digo,

la última noche de julio cumple los catorce,

vaya que sí; me acuerdo muy bien.

Del terremoto hace ahora once años

y, de todos los días del año (nunca

se me olvidará) ese mismo día la desteté:

me había puesto ajenjo en el pecho,

ahí sentada al sol, bajo el palomar.

El señor y vos estabais en Mantua.

(¡qué memoria tengo!). Pero, como digo,

en cuanto probó el ajenjo en mi pezón

y le supo tan amargo... Angelito,

¡hay que ver qué rabia le dio la teta!

De pronto el palomar dice que tiembla; desde luego,

no hacía falta avisarme que corriese.

Y de eso ya van once años, pues entonces

se tenía en pie ella solita. ¡Qué digo!

¡Pero si podía andar y correr!

El día antes se dio un golpe en la frente,

y mi marido (que en paz descanse,

siempre alegre) levantó a la niña.

Romeo y Julieta-William ShakespeareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora