Capítulo cuatro.

14 9 4
                                    

Pelos largos y delgados de gato se posan en mi nariz, haciéndome estornudar dramáticamente. Desde que tengo uso de memoria he sido alérgica al pelaje de los animales, pero siempre he sido terca en la idea de tener mascotas. Para que les voy a mentir, mis gatos son la gloria.

—¿Ya ves lo que haces? —digo limpiándome la nariz roja e irritada gracias a los pelos de Dalí. Me levanto al baño desesperada por sonarme y enjuagarme para no estornudar nuevamente. Un miau a lo lejos me da a entender la molestia por haberme levantado de la cama y por haber causado incomodidad al cansado y devastado gato gordo, peludo y llorón que se encuentra plácidamente estirado a un lado de mi almohada.

Vaya vida.

Hace más de tres horas que no como nada, así que me dirijo a la cocina en busca de comida. Del refrigerador saco unos aguacates grandes y un trozo de queso. De la despensa busco pan y lo llevo a la tostadora. Camino a la mesa y preparo el aguacate, para después sacar los panes de la tostadora y llevarlos a la mesa. Ya sentada con un pan en mano, recuerdo que no tengo nada para beber.

—Agh —gruño con la boca llena y me levanto nuevamente a buscar un vaso y leche.

Debe ser tortuoso estar leyendo esto y tener hambre, ¿no?

Vuelvo a lanzarme en la cama después de haber comido y ahora realmente soy feliz.

Éste pequeño momento de mi vida, se llama felicidad.

Hoy no tengo clases, es sábado y realmente no tengo deseos ni las intenciones de hacer muchas cosas. Sí, soy una persona muy floja.

¿Y si después de dormir un rato voy de compras?

Mis deseos de existir en estos momentos son nulos. Realmente no tengo ganas de hacer cosas el día de hoy. Toda esta semana he ido a clases y estoy cansada. He estudiado mucho.

El día de ayer, viernes, cuando llegué a clases me senté junto a Johan. Desde que comenzamos a hablar, no hemos dejado de hacerlo, y sinceramente, no quiero dejar de hacerlo.

Por otra parte, Yong Min, pasó la mayor parte del día mirándome. La verdad no entiendo que le pasa, digo, está bien que no haya sido tan amable con él al principio, pero no por eso debería estar actuando así. Además, desde que hablo con Johan, éste chico asiático se ha hecho más presente en mis recesos. Lo veo en todos lados.

***

La misma fastidiosa alarma de todos los días retumba en mis oídos, haciéndolos sangrar. Veo la hora y ya son las 4:30 pm.

¡Dormí cinco horas!

—¡¿Cómo pude dormir tanto?! —me levanto rápido de la cama y voy al baño a mirarme en el espejo. Unas ojeras enormes se asoman bajo mis ojos. Me siento muy pesada y siento que arrastro todo mi cuerpo a la fuerza para poder moverme. Y así mismo, no sé cómo, me meto a la ducha.

Mi gata Pandora se asoma por la cortina de la ducha y me mira asustada por dejar caer el agua en mi cuerpo. Pobre, debió de haber quedado traumada por haberme visto desnuda.

Luego de media hora, ya me encuentro secando mi cabello y dejando mi ropa sucia en la lavadora. Entro a mi cuarto nuevamente y me recuesto un momento cerrando mis ojos, pero el sonido de mi celular me indica que me ha llegado un mensaje de texto, veo quien es, pero aparece un número desconocido.

Desconocido:

Hola Josefa. 5:17pm

Yo:

¿Quién es? 5:18pm

Desconocido:

Adivina. 5:18pm

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 24, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

CirclesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora