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Ciudad de San Francisco, 10:10 am. 
−Mi Jorge… - le susurro cerca de la oreja. –Vamos levántate 

Comenzó a moverle las sabanas que lo cubrían. El dio un giro sobre el colchón y quedo boca abajo.

−No molestes −Musito adormilado. Daniela, ya frustrada, camino hacia el otro lado de la cama y jalo sus sabanas dejándolo al descubierto. 

−¡Es hora, bello durmiente! −Jorge gruño en respuesta.

No le quedo más opción que levantarse. Aun con los ojos cerrados, entro en el cuarto de baño tomando de la pared la toalla. Dejo caer el bóxer que cargaba y entro a la ducha. Daniela, ya había extendido la ropa de Jorge en la cama, muy bien arreglada, como una total perfeccionista que era de costumbre. Bajo las escaleras en dirección a la cocina, tomo el pan y lo unto de mermelada de fresa.

"La favorita de Jorge" pensó estúpidamente. Sirvió el desayuno en la mesa y miro a Jorge que ya iba bajando las escaleras mientras se abrochaba los botones de la camisa. 

−Diez y cuarenta y cinco, amor. Vas tarde - le reprocho Daniela. Jorge hizo una mueca y se acerco a ella para rozar sus labios con dulzura.

−Es tarde, linda. Me tengo que ir, desayuno en el hospital - Le informo él.

Tomando la chaqueta guindada en el perchero. Daniela suspiro y se acerco a él, ajustando su corbata. Jorge se abrigo con la chaqueta y paso los dedos por la pared donde estaban guindadas las llaves pensando que carro iba a utilizar hoy.

−La moto – sugirió sutil ella.

Jorge negó con la cabeza, estaba haciendo frio.

−Lamborghini. −Se despidió de ella abriendo la puerta de la casa.

−¿A qué hora llegaras hoy? - pregunto curiosa.

Jorge rodo los ojos a sus espaldas.

−No lo sé, amor intentare que temprano – Soltó hartado para dejarla tranquila.

−Recuerda lo que hablamos ayer.

−Sí. Si –Repitió con ironía mientras abría la puerta del auto y entraba en el.

Saca los lentes de sol y se los coloca mientras prende el motor del carro adentrándose en el.

Mira al frente de el la hermosa casa que compro hace unos meses y suspira con orgullo a sí mismo. Sale en retroceso del garaje y ve por la ventanilla del auto a su mujer que con la mano se despide y con una sonrisa en sus labios le expresa un grato "te amo". Jorge le pica un ojo y arranca en salida del conjunto residencial donde vive desde hace un año con su "prometida", Daniela Cisneros.


Jorge había empezado una relación abierta con Daniela dos meses después de conocerla en un bar, luego de unas cuantas copas, termino tirándosela.

Daniela tenía algo especial que Jorge vio en sus ojos. Era responsable, ama de casa, amorosa, dulce, preocupada, lo más importante, para su ventaja de el esta cegada y completamente enamorada de él. Al instante que la conoció, supo que ella iba a ser parte de su vida. Por su forma de ser, ella sería su esposa perfecta. A Jorge siempre le ha gustado que una mujer este más pendiente por el que de su propia vida. Le encanta que se ocupen de él. Es un hombre ocupado que está completamente dedicado a su profesión. (Y a las mujeres). 

Son dos requisitos que Daniela relleno para ser parte de una de las mujeres de Jorge Blanco, uno de los mejores cirujanos de San Francisco. Ya fuera del alcance de Daniela, presiona el botón de desbloqueo de su IPhone y lo prende dejando que todos los mensajes del buzón que fueron enviados ayer por la noche le lleguen. 5 nuevos mensajes.

Las mujeres de Jorge BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora