Aún así, era impresionante y estabas feliz de admitirlo, ya que te dio una sonrisa amorosa después de mirarse en el espejo. "Me veo caliente ¿no?, soy sexy" posó para ti absurdamente, metiendo un brazo en el aire y el otro detrás de su cabeza mientras estiraba sus labios como para una foto.
"Estás ardiente, bebé" dijiste ganándote un pequeño beso de parte de Roger mientras rodeabas la silla en la que estaba sentado, ahora ocultando su vista de su cara en el espejo que tenía delante. "Pero, creo que necesitas un poco de retoque".
Inclinó la cabeza hacia un lado, el lavado de cabello rubio siguiendo ese movimiento. Se rió entre dientes y arrancó el pincel de aplicación del maquillaje y asintió con bastante timidez. "Solo porque sabe a melones no significa que debes lamerlo todo de tus labios" comentaste.
"Escucha, esa fue una vez y en la etiqueta no dijo que no era para el consumo también". Roger levantó un dedo en defensa mientras inclinaba su cuerpo hacia adelante, apoyando una mano en el brazo de la silla para apoyarse. "¿Por qué lo hacen oler tan bien si no se supone que debes comerlo?" protestó él.
"Excusas" te reíste en voz baja, "Ahora, por favor, cállate para que pueda hacer esto sin mancharte la cara".
"Eso sería sexy". El hombre gimió, apretando sus labios cuando colocaste el cepillo contra su arco de cupidos. En el momento en que lo pasaste por su boca fue cuando Roger parecía estar completamente sin aliento, ahora a tu disposición. Siempre fue algo divertido de ver, Roger pasaba ser de una máquina de buenos remontados y descaro a un dulce perrito con ojos de amor. Siempre te hacía sentir cálida cuando recordabas que eras la única que hacía que Roger pareciera que se había enamorado una y otra vez.