Parte 1

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“Se te cayó esto.”

Jimin levantó la mirada de su libro, una novela de espías que raspaba la credibilidad pero hacía la espera en el DMV un poco más tolerable. Las luces fluorescentes encima de sus cabezas parecían dar a todo y todos en la sala de espera sin ventanas una palidez grisácea, pero no al joven agachado a los pies de Jimin. Su cremosa piel blanca brillaba, y su oscuro cabello descansaba sobre su frente para dar lugar a unos sorprendentes ojos de un hermoso café claro.

Jimin tragó duramente. “Perdón?”

El joven hombre levantó y sostuvo un rectángulo laminado. “Tu separador.”

“Oh, gracias.” Sus dedos se rozaron mientras Jimin lo tomaba, y una chispa subió por su espina.

El hombre tomó asiento a lado de él, sus labios levantados en una sonrisa mostrando dientes blancos. “¿Has ido?”

“¿A dónde?”

Riendo, señaló el separador con un largo, delgado dedo.

“Barcelona”

“Cierto, cierto” Jimin sacudió su cabeza. “Mi hermana me trajo esto hace unos años. Siempre he querido ir, pero…”

El joven arqueó una ceja. “¿Pero?”

“Nunca encontré un buen momento. Ahora con el dólar siendo lo que es contra el euro, es probablemente mejor esperar. Los vuelos de San Francisco a Europa no son baratos tampoco. Y luego está el trabajo. Siempre tan ocupado. Ya sabes cómo es.” Metio el separador en su libro.

“Hmmm. A qué te dedicas?”

Tenía un ligero acento que Jimin no podía identificar. Francés, tal vez. Le daba a su voz un toque que hacía al estómago de Jimin revolotear tontamente. “Soy abogado de impuestos.”

“La temporada de impuestos terminó el mes pasado. Ya sabes, este es un increíble momento para visitar España. Antes de que sea demasiado caluroso. Con demasiada gente.”

Jimin asintió. “Sí, estoy seguro de que tienes razón.”

“Soy Jungkook. Jeon Jungkook.” Extendió su mano.

Aunque no había hecho un solo día de trabajo manual en su vida, a menos de que podar el césped contara, la palma de Jimin se sintió callosa contra la suave, fresca piel. “Park Jimin.”

Miró alrededor hacia las filas de sillas de plástico moldeado en la sala de espera medio llena. Al escritorio de servicio a lo largo de la pared, tres empleados haciendo mala cara procesaron aplicaciones al ritmo de un caracol. Una explotó un pedazo de chicle con un audible pop. “No parece importar qué tan temprano llegues aquí, sabes? Siempre es una larga espera.”

Jungkook sonrió con tristeza. “Sí, eso es algo que nunca cambia.”

“No puedes haber tenido que renovar tu licencia antes. Eres demasiado joven.”

“Te sorprenderías. Soy mayor de lo que parezco.”

Esto fue inexplicablemente satisfactorio para Jimin. A sus treinta y tres, no debería sentirse tan atraído a un hombre que era un poco más que un adolescente. “¿En serio? No parece que tengas más de veinte.”

“C-cincuenta-ocho! Última llamada para C-cincuenta-ocho!”

Jimin se dió cuenta con sorpresa que su número estaba brillando en el monitor sobre su cabeza, y probablemente lo había estado haciendo por un minuto entero. Por un ridículo momento, consideró quedarse en silencio para poder hablar más con Jungkook. Pero la razón regresó, y saltó y agitó su mano al empleado. “Ya voy!” Volteó hacia Jungkook. “Bueno, fue un placer conocerte.”

Una probada de la medianoche. Jikook Adap.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora